El 18 de mayo, Annaleigh Wilson, de 14 años, participó en las olimpiadas juveniles celebradas en Cashmere, en el estado de Washington (Estados Unidos). Representaba a su instituto, el Eastmont de East Wenatchee, y quedó segunda en la carrera de la milla, 1600 metros lisos, por detrás de un atleta trans, quien corrió representando al suyo, el Liberty Bell de Winthrop.
Puede parecer un asunto local, pero precisamente por eso da la auténtica dimensión de un problema creciente: la destrucción del deporte femenino en aras de la ideología de género. Si este verano fueron las Olimpiadas ‘de verdad’ las que asistieron a un ejemplo con el abandono de la boxeadora italiana Angela Carini, el caso, mucho más modesto, de las Cashmere Junior Olympics ha adquirido también resonancia universal tras la viralización de un discurso de Annaleigh denunciando lo sucedido.
Unas palabras que impactan
«Nunca he hablando ante tantas personas», dijo el 22 de septiembre delante de quinientos comensales congregados en un acto con Riley Gaines, una nadadora que ha alzado su voz reiteradamente contra la participación de hombres biológicos en carreras de natación femenina. Annaleigh fue una de las oradoras al exponer por primera vez en público su historia, que tiene una raíz política, porque la participación de chicos en competiciones de chicas obedece a las directrices de ‘inclusión’ y ‘diversidad’ del sistema educativo del estado.
Serena a pesar de esos nervios, Annaleigh comienza explicando que las olimpiadas en las que participó son importantes, porque son a nivel estatal y en ellas compiten los atletas que han quedado primeros o segundos en sus respectivos High School.
«Yo había oído que esto [la participación de chicos en competiciones femeninas] pasaba en otros lugares del país, pero nunca me había sucedido de primera mano», confiesa. Cuando se prepararon para la final, reparó en que el cuerpo de la corredora de al lado no era como el de las demás. Pero, concentrada en el disparo de salida, no pensó más en ello hasta que, en el podio, sí se fijó y oyó comentar que la ganadora, quien había llegado siete segundos por delante, era biológicamente un chico.
«Me hundí y me sentí extremadamente desalentada, porque sentí que todo el duro trabajo que había hecho durante todo el año no había valido de nada e iba a ser olvidado», afirmó Annaleigh, conteniendo las lágrimas.
Anneleigh, en la línea de salida junto al atleta que ganó la competición.
Su familia y ella protestaron por considerar que no era justo: «Y no por que yo no ganase, sino porque, en este nivel de competición, no es justo que los chicos compitan contra las chicas. El esfuerzo y el talento de todas esas chicas biológicas que estaban junto a mí y que habían luchado tanto como yo durante toda la temporada, no contaba».
Un acoso que hace daño
El entrenador del corredor trans, que escuchó las quejas de Annaleigh y sus amigos, les amenazó con demandarles, lo que resultó «devastador» para ella: «Era como decirnos ‘cállate, deja de quejarte y te aguantas’«.
«Por eso estoy hablando aquí», continuó la joven, de nuevo emocionada: «Nuestra voz como atletas femeninas tiene que escucharse porque somos las únicas personalmente afectadas«.
Todo lo que vino tras la carrera fue «increíblemente duro» para ella: «Adultos han atacado a mi familia y a mí por decir lo que pensamos sobre la justicia y la protección que merecen las chicas biológicas en el deporte. Adultos nos han acusado a mi familia y a mí de ‘tránsfobos‘, a mí de ‘mala perdedora‘ y de que valoro más la victoria que una vida humana. Se nos ha dicho que sería culpa nuestra y nuestra única responsabilidad si este atleta trans se quita la vida. Se me ha dicho que, simplemente, no soy lo bastante buena y por eso quedo segunda».
Algunos de los comentarios que personas adultas han dejado para una niña de 14 años por reivindicar una competición limpia. ‘Annaleigh es mi heroína’, proclama Riley Gaines, quien ha pasado por un acoso similar y por el mismo motivo.
Y Annaleigh apunta algo desde su propia experiencia: «Creo que las mismas personas que atacan a las atletas mujeres por decir lo que piensan no les importa las consecuencias y problemas mentales que esto está suponiendo para las atletas femeninas. Esas palabras me afectaron y me hirió tremendamente escuchar todo eso, porque mi familia y yo somos personas amables que procuramos amar a todo el mundo y hacer lo correcto. He sufrido graves problemas de ansiedad y pánico cuando he intentado demostrar a los que dicen que no soy lo bastante buena, entrenando aún más duramente«.
«Lo que más duele», añade, «es que no importa lo duro que entrene o lo mucho que me esfuerce, la probabilidad de derrotar a un chico es mínima«.
Un cambio político
«He aprendido mucho de esta experiencia», concluye Anneleigh: «Que permitir que chicos compitan contra chicas no está funcionando ni es justo. Ni funciona ni es justo para las atletas femeninas, ni funciona ni es justo para los atletas trans. Se piense lo que se piense, desproteger al deporte femenino está mal. ¡Cuántos odios y discusiones por ambos bandos! Las cosas que he oído sobre este atleta trans y sobre mí son terribles y dañinas. Solo tengo 14 años y no tendría por qué estar ocupándome de esta clase de asuntos de adultos. Pero aquí estoy, diciendo lo que pienso, y confiando en que los adultos darán un paso y harán lo correcto para proteger y mantener el deporte femenino como algo justo y seguro para las chicas biológicas. Confío en que podamos encontrar una solución para que todos los atletas compitan con justicia y seguridad, porque incluso con 14 años puedo ver que las normas actuales no están funcionando con las chicas biológicas ni con los atletas transgénero. Gracias».
«No hay un solo político en este estado que pueda mirar a los ojos a Annaleigh y decirle que está equivocada», afirmó Brandi Kruse, quien desde su podcast, muy seguido en el estado de Washington, dio a conocer este testimonio el pasado 9 de octubre. Lo considera como el «más potente» que nunca ha difundido. In situ (pues Brandi estaba en el acto y conoció allí a Annaleigh) ella misma se quedó impresionada y «sin palabras».
Brendan y Elizabeth, los padres de Annaleigh, están luchando ahora por que las autoridades escolares del estado de Washington cambien las normas sobre la participación en eventos deportivos, para que no se repita lo sucedido con su hija.
«No queremos que nadie odie a ese chico [el atleta trans], es solo un niño«, explicó Elizabeth a Source One, según recoge el Daily Mail, «pero me gustaría saber por qué nosotros no podemos también proteger a nuestra hija«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
«Pío XII siguió una postura coherente en defensa de los judíos», dice García Pelegrín
Declara ante la Cámara de Representantes un agente del FBI que espió a católicos tradicionalistas
Cuna vacía, llanto hondo y Jesús, como siempre