23/12/2024

Las líneas que anuncia José Cobo para Madrid: ovejas heridas, proclamar el Evangelio, dar voz a Dios

Madrid es la segunda diócesis con más católicos de Europa (unos 3,4 millones), sólo por detrás de Milán (unos 4,9). Desde julio, su pastor es José Cobo, de 58 años, tras seis años de haber sido obispo auxiliar en la capital, sin más experiencia al frente de una diócesis. Este fin de semana será creado cardenal, uno de los más jóvenes del colegio cardenalicio.

Había interés por saber sus líneas de actuación en su primer año y las acaba de anunciar con un documento de «Líneas programáticas» titulado «Abriéndonos a un nuevo comienzo«.

Cobo se remite a las lecturas bíblicas de su toma de posesión con dos ideas de fondo: cuidar a la oveja perdida y herida, y anunciar el Evangelio, también a los alejados.

A lo primero le inspira Ezequiel 34,15-16: «Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré».

A lo segundo, Lucas 4: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos».

Para ello, pide «acoger una invitación de Dios a cambiar de mentalidad (metanoia), a cambiar, por tanto, de actitud ante la realidad que tenemos delante».

A los cristianos les propone orar con esos dos textos y preguntarse cómo se dan esas palabras hoy en Madrid, en los entornos que cada uno conoce.

En esta etapa que empieza, el nuevo arzobispo propone 4 líneas:

«Línea 1: Ahondar en la vocación bautismal»

Se refiere a «profundizar en la identidad de cada vocación» y a «ahondar en la identidad bautismal que tanto necesitamos». «Todo lo que nos ayude a revitalizar el bautismo significa descubrir que cada uno tiene un puesto especial en la Iglesia«, detalla.

Para eso, anuncia, «insistiremos en los procesos formativos comunes que ya tenemos en la diócesis y prepararemos todo cuanto se necesite para implementar la formación diocesana para los agentes de pastoral, en los procesos de iniciación cristiana y en la necesaria re-iniciación de muchos que alguna vez la recibieron».

«Línea 2: Potenciar la vida y el dinamismo de las parroquias y comunidades cristianas, impulsando a las más débiles y acentuando la diocesaneidad».

«Cada realidad de la diócesis necesita de las demás y ninguna puede agotar todo su ser. Caminar en diocesaneidad es abrirnos a la docilidad de que sea el Espíritu quien armonice nuestra diversidad y no cada uno de nosotros, o tal o cual grupo», escribe el nuevo arzobispo de Madrid. Para dar voz a Dios pide «seguir ahondando en identidad diocesana en cuanto somos y hacemos». Eso implica que «buscaremos hablarnos y escucharnos no solo los iguales sino unos y otros, los distintos, para escuchar lo que el Espíritu dice en los que no son como nosotros».

«Línea 3: Ahondar en la escucha de la Palabra para señalar el paso de Dios a nuestros hermanos»

«No pretenderemos tener siempre la razón, ni presumiremos del poder de los números, ni identificaremos el evangelio con ninguna ideología o realización humana. No queremos quedarnos añorando tiempos mejores pasados, sino consagrarnos con ilusión a un futuro por hacer, con la convicción de que el evangelio apunta a un plus de verdad que no se va a encontrar en ningún otro ámbito. Pero tampoco queremos entretenernos en condenas, reproches o descalificaciones a los demás. Queremos reservar nuestras energías para entregarnos con toda pasión al anuncio de la alegría del evangelio«, declara el arzobispo.

Eso implica acudir a los frágiles y pobres.

«Las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia son los rincones donde están los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos hacia los que somos enviados como Iglesia samaritana que lleva un precioso tesoro en frágiles recipientes de barro. Cada pesebre y cada cruz es nuestra matriz. Los pobres son criterio seguro de discernimiento», afirma José Cobo.

«Línea 4.- Miramos a la sociedad como misión a la que Dios nos convoca desde la misericordia»

Se trata de llevar la voz de Dios a la sociedad, también en el ámbito público.

«Queremos que esta voz de Dios, de la que somos portadores, llegue a las ciudades y pueblos y a cuantos hombres y mujeres de buena voluntad quieran escucharla. No queremos encerrarnos sino seguir colaborando como cristianos en el ámbito público y aportar nuestra voz al desarrollo integral de nuestras gentes».

Y habla de mirar a los que trabajan «en los ámbitos culturales, políticos, sociales y económicos».

Se puede leer el texto completo Abriéndonos a un nuevo comienzo aquí.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»