Hablar, comentar, discutir y aclarar lo que haga falta, pero siempre con una cierta seriedad. Ponerte a comentar cualquier cosa con alguien que esgrime como argumentos eso de «total no es tan importante«, «a ver si crees que a Dios le importa» o «Jesucristo haría o dejaría de hacer» es una pérdida de tiempo, amén de una total vagancia inntelectual.
Lo que Cristo haría no lo sabemos. Podemos tirar de imaginación y como cada cual tiene la suya, pues allá cada uno con sus cadaunadas. Pero no me digan que argumentar con esos razonamientos no es falta de formación, desprecio a la doctrina de la Iglesia y, lo que es más grave, tomar por imbéciles a los que tienes al lado.
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