07/01/2025

Lo que los Magos nos enseñan, según el Papa: que Dios busca a todos, siempre, y vale la pena acudir

Una gran eucaristía de Fiesta de la Epifanía en la Basílica de San Pedro este lunes, con unos 5.000 fieles y 268 concelebrantes.

La Iglesia latina marca sus fechas litúrgicas móviles de este año con esa misa: la Pascua será el 20 de abril, la Cuaresma empezará el 5 de marzo, la Ascensión del Señor se celebrará el 29 de mayo, Pentecostés será el 8 de junio y el del primer domingo de Adviento, el 30 de noviembre. Este año las fiestas resuenan de manera especial, al ir ligadas a peregrinaciones por el Año Jubilar.

El Papa Francisco presidió esta gran eucaristía y predicó sobre la universalidad de la Epifanía, signo de que Dios quiere llegar a personas muy distintas, a todos los hombres. Así, los Reyes Magos suelen representar distintas edades, distintos países. Nos recuerdan que «Dios busca a todos, siempre», insistió el Pontífice.

«Dios, haciéndose hombre, viene al mundo para encontrarse con todo hombre y mujer de la tierra, sin importar la etnia, la lengua o el pueblo al que pertenezcan, y que a nosotros nos confía la misma misión universal. O sea que nos llama a poner fin a cualquier forma de preferencia, marginación o rechazo de las personas; y a promover entre nosotros y en los ambientes en que vivimos, una fuerte cultura de la acogida en la que los cerrojos del miedo y del rechazo sean reemplazados por los espacios abiertos del encuentro, de la integración y del compartir: lugares seguros, donde todos puedan encontrar calor y refugio».

El Papa también analizó 3 características de la estrella de los Magos:

– «es brillante»,
– «es visible para todos»
– y «indica un viaje».

También los cristianos deben brillar

La estrella, «que ilumina y calienta ardiendo y dejándose consumir», nos hace comprender que la «única luz que puede mostrar a todos el camino hacia la salvación y la felicidad» es «la del amor», aclara Francisco, «el amor de Dios» que se hizo hombre y «se entregó a nosotros sacrificando su vida» y el amor con el que «estamos llamados a gastarnos unos por otros», para ser, con la ayuda del Todopoderoso, «signo mutuo de esperanza, también en noches oscuras de la vida”.

¿Y los cristianos?, retó el Pontífice. «¿Somos luminosos en la esperanza?» y «¿capaces de dar esperanza a los demás con la luz de nuestra fe»? Si «muchos soberanos, en tiempos de Jesús, se llamaban a sí mismos ‘estrellas’ porque se sentían importantes, poderosos y famosos», dice el Papa, en realidad el suyo es un «esplendor artificial y frío, fruto de cálculos y juegos de poder», que “no supo responder a la necesidad de novedad y de esperanza” de personas en búsqueda como los Reyes Magos.

Como la estrella, que con su resplandor guio a los Magos a Belén; así también nosotros, con nuestro amor, podemos llevar a Jesús a las personas que encontramos. Para ello no necesitamos instrumentos sofisticados: basta con que nuestros corazones brillen en la fe, con generosidad y amabilidad en la acogida.

La estrella, «visible para todos», dice a cualquiera «con su luz generosa, que Dios no se niega a nadie» ni se olvida de nadie. Ofrece su compañía y su guía a quien lo busca con corazón sincero. Es más, a menudo se anticipa a nuestras propias preguntas, y viene a buscarnos incluso antes de que se lo pidamos.

Dios, insistió el Pontífice, «es un Padre cuya mayor alegría es ver a sus hijos regresar a casa, unidos, de todas partes del mundo», y «verlos construir puentes, allanar caminos, buscar a los que están perdidos y continuar su camino».

Finalmente, indicando un camino, la estrella nos invita a emprender un camino interior que «libere nuestro corazón de todo lo que no sea caridad», como animaba Juan Pablo II, para «encontrarnos plenamente con Cristo, confesando nuestra fe en Él y recibiendo la abundancia de su misericordia.»

Eso se logra siendo «generosos en la entrega, abiertos en la acogida y humildes en el caminar juntos, para que podamos encontrarlo, reconocerlo y adoradlo y partid de Él renovados, trayendo al mundo la luz de su amor». 

Misa de Epifanía 2025 con el Papa Francisco:

Ángelus de Epifanía: los que estaban cerca de Belén… pero no acudieron

Tras la misa de Reyes, el Papa Francisco se dirigió a la gente reunida en la Plaza de San Pedro desde la ventana del Palacio Apostólico.

Primero señaló que los Magos venían de lejos, mientras que gente que vivía cerca de la gruta de Belén no parecía interesada en el asunto. «Atraídos y guiados por la estrella, los Magos afrontan enormes gastos, ofrecen su tiempo y aceptan los riesgos e incertidumbres que nunca faltaban en aquellos días. Sin embargo, superan todas las dificultades para llegar a ver al Rey Mesías». Sabían que era algo único en la Historia.

En cambio, en la cercana Jerusalén, los sacerdotes y teólogos, a partir de las Escrituras, sabían indicar el camino a los magos… pero ellos mismo no se movían. Satisfechos de lo que tenían, ni emprendían la búsqueda.

«¿A qué categoría pertenecemos hoy?», planteó el Papa. «¿Nos parecemos más a los pastores, que van de prisa a la gruta aquella noche, y a los Magos de Oriente, que parten confiadamente en busca del Hijo de Dios hecho hombre? ¿O somos más como aquellos que, aunque físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y de su vida, y permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús?

El Papa concluyó invitando a todos a pedir «a la Virgen María que nos ayude, para que, a imitación de los pastores y de los Reyes Magos, sepamos reconocer a Jesús cerca de nosotros, en la Eucaristía, en los pobres, los abandonados, los encarcelados y , donando un poco de nuestro tiempo y de nuestras energías a Dios y a los demás, podemos encontrar consuelo consolando, podemos encontrar alivio aliviando, podemos encontrar sentido a nuestra existencia convirtiéndonos en signo de esperanza para quienes encontramos».

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»