El Beato Francisco Javier Seelos (1819-1867), redentorista alemán, fue misionero en Estados Unidos, a donde fue enviado por su orden en 1843. Destacó por el impacto de sus predicaciones y su labor en el confesionario, donde escuchaba confesiones en inglés, francés y alemán.
Vivió y murió en olor de santidad y Juan Pablo II le beatificó en el año 2000. Philip Kosloski recoge en Aleteia algunos rasgos de su vida y obra y los consejos que daba para vivir cerca de Dios (los ladillos son de ReL):
Desde una edad temprana, Francisco Seelos manifestó su deseo de entrar en la vida religiosa y hacerse sacerdote. Un día, cuando su madre leía la vida de San Francisco Javier, el pequeño Francisco declaró tajantemente: “Algún día seré un segundo Francisco Javier”.
Seelos fue un joven estudioso que sobresalió en la escuela y terminó siendo aceptado en la Universidad Royal Ludwig Maximilian en Múnich, donde estudió Filosofía. En su tercer año allí empezó sus estudios de Teología, pero entonces volvió a sentir la vocación al sacerdocio.
Fue consciente de la urgente necesidad de sacerdotes misioneros en Estados Unidos que pudieran atender las necesidades de los innumerables inmigrantes alemanes. En este punto, decidió unirse a la Congregación del Santísimo Redentor (redentoristas) y aventurarse hacia Estados Unidos.
Fue aceptado por los redentoristas el 22 de noviembre de 1842 y poco después, el 20 de abril de 1843, se embarcó hacia Nueva York. Con gran parte de su educación teológica completada, Seelos fue ordenado sacerdote poco más de un año más tarde, en 1844.
Conviviendo con un santo
En 1845, el padre Seelos fue transferido a la parroquia de Santa Filomena en Pittsburgh, que dirigía nada menos que San Juan Neumann. Durante los siguientes seis años, Seelos trabajaría codo con codo con el humilde sacerdote y servirían a los trabajadores inmigrantes alemanes.
Escribió sobre la experiencia de trabajar con un santo viviente: “Yo era su subordinado, pero era más como un hijo que necesitaba ayuda (…); por encima de todo, el ejemplo de sus virtudes sigue vívido en mi memoria, su tierna modestia, su gran humildad y su insuperable paciencia”.
Entonces, San Juan Neumann fue designado obispo de Filadelfia y el padre Seelos asumió la responsabilidad de Santa Filomena como pastor y maestro de novicios.
Colas de tres horas para confesar con él
Después de trabajar en Pittsburgh, Seelos fue transferido a Maryland, donde fue nombrado pastor de San Alfonso en Baltimore. Por entonces, el padre Seelos se hizo famoso por su santidad.
El sitio web para la causa de su canonización explica cómo “su disponibilidad y su innata amabilidad a la hora de entender y responder a las necesidades de los fieles rápidamente le hicieron famoso como experto confesor y director espiritual”. Los penitentes buscaban su consejo tanto que estaban dispuestos a esperar colas de tres horas para recibir de él el sacramento de la confesión.
Una de sus actividades favoritas era enseñar a niños pequeños, algo que él consideraba vital para el futuro de cualquier comunidad parroquial.
Cuadro del Beato Seelos en el santuario nacional que le está consagrado en Nueva Orleáns.
Rechazó ser obispo
Después de Baltimore, Seelos sirvió en parroquias de Cumberland y Annapolis. También era prefecto de estudiantes con los redentoristas y ayudaba a formar a futuros sacerdotes que ejercerían su ministerio en Estados Unidos. Según Franciscan Media, “durante la Guerra Civil, fue a Washington, DC y solicitó al presidente Lincoln que esos estudiantes no fueran reclutados para el servicio militar, aunque con el tiempo algunos sí lo fueron”
El padre Seelos terminó convirtiéndose en predicador itinerante después de rechazar una propuesta para ser el próximo obispo de Pittsburgh. Sirvió a comunidades alemanas en Connecticut, Illinois, Míchigan, Misuri, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pensilvania, Rhode Island y Wisconsin. Tuvo un puesto breve en Detroit, Míchigan, pero luego fue asignado a una parroquia en Nueva Orleans.
Sirvió con gran fervor en la parroquia de Santa María de la Asunción, pero resultó ser su último encargo. El padre Seelos contrajo la fiebre amarilla después de atender a personas con la enfermedad. Murió el 4 de octubre de 1867 con 48 años.
Diez consejos prácticos para alcanzar la santidad
El padre Seelos era conocido por su humildad, simplicidad y generosidad. También escribió 10 consejos prácticos para alcanzar la santidad:
1. Ve a misa con la devoción más profunda.
2. Dedica media hora a reflexionar sobre tu principal debilidad y comprométete a evitarla.
3. Haz una lectura espiritual durante al menos 15 minutos al día, si no puedes media hora.
4. Di el Rosario todos los días.
5. También diariamente, si es posible, visita el Santo Sacramento; y al llegar la noche, medita sobre la Pasión de Cristo durante media hora.
6. Concluye el día con una oración nocturna y un examen de conciencia sobre todos tus fallos y pecados del día.
7. Todos los meses haz una revisión del mes en confesión.
8. Escoge un santo patrón especial cada mes e imita alguna virtud especial de ese patrón.
9. Precede toda gran fiesta con una novena, es decir, nueve días de devoción.
10. Intenta empezar y terminar toda actividad con un Ave María.
El padre Seelos fue beatificado en el año 2000 por el Papa Juan Pablo II y su día festivo es el 5 de octubre.
Publicado en ReL el 26 de agosto de 2017.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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