La Iglesia española, a través de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española, ha cerrado filas en torno al arzobispado de Burgos y el obispado de Vitoria en lo tocante a las clarisas de Belorado y Orduña, que el pasado 13 de mayo decidieron unilateralmente salir «de la Iglesia conciliar a la que pertenecían» (Puedes conocer la historia completa en Religión en Libertad). No obstante, la Comisión para la Vida Consagrada mantiene la mano tendida hacia las religiosas, solicitando su «apertura al diálogo» con los obispos y encomendando sus oraciones.
En el comunicado publicado por los obispos españoles este 16 de mayo, se lamentaban «profundamente» ante la «declaración de ruptura de la comunión con la Iglesia» expuesta por la priora de las clarisas, sor Isabel de la Trinidad, en sendos documentos fechados a 8 y 13 de mayo.
Respecto al titulado «Manifiesto Católico«, los obispos compararon su contenido con el que propugnan «aquellos que niegan la validez del Concilio Vaticano II y son denominados sedevacantistas«, en referencia a quienes niegan la autoridad o validez misma del Papa. El texto firmado por la religiosa no solo estaría inspirado «en los principios básicos de esta corriente», sino que entroncaría directamente con una agrupación considerada «una secta», según los obispos.
¿Engañadas? Términos «inapropiados» y una decisión «desproporcionada»
Los prelados también han mostrado su sorpresa ante el «tono ofensivo y recriminatorio» de los documentos y algunos términos que «no son propios del modo habitual de comunicarse de estas hermanas», expresiones que para los obispos parecen ofrecer señales de que las religiosas se encuentran bajo «engaños«.
Asimismo, los miembros de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada observan que «los motivos de descontento» expuestos en la carta por la religiosa «tienen vías de solución distintas» a las expresadas por la religiosa y que no se aprecia «relación proporcionada entre las causas expuestas y la conclusión a la que se llega».
Por ello, se dirigen a cada una de las hermanas clarisas del Monasterio de Belorado y Orduña y apelan a su «libertad de conciencia» para «expresar su postura ante la decisión que comunica la abadesa», pues según la información de los obispos «no todas las hermanas suscriben la carta de la abadesa». También piden a las hermanas «la apertura al diálogo» con los obispos y todos aquellos que «fieles a la verdad y en comunión con el papa Francisco, buscan el bien» para el Monasterio y las clarisas.
El comunicado concluye encomendando el suceso, a las hermanas de Belorado y Orduña y a demás clarisas «que pudieran necesitar ayuda y consuelo» al Señor Jesús, «esperanza que nunca defrauda», mostrando los obispos su compromiso por «trabajar por la comunión fraterna en la Iglesia».
Por su parte, las religiosas aparentan normalidad, sin más comunicación -que se tenga constancia- que la emitida a través de una cuenta de Instagram de reciente creación y varias entrevistas en medios.
En su primer mensaje desde la cuenta Te hago luz, las religiosas -a través de Sor Sión- remarcaron «estar bien«, su deseo de «ser fieles a la verdad de cristo» y su negativa a «irse de la Iglesia», lo que aseguran ir explicando a través de sus redes.
La excomunión, el «último recurso»
Este 15 de mayo, el arzobispo de Burgos Mario Iceta, ha concedido una entrevista al programa Cuestión de prioridades de Castilla y León Televisión, donde ha llamado en multitud de ocasiones al «diálogo» con la comunidad, a la búsqueda de «una salida razonable» y descrito la situación de una hipotética excomunión de las religiosas.
Remarcó la perplejidad con que en tan solo cuatro semanas se han precipitado los acontecimientos, momento en que aseguraban «estar muy contentas y sentirse acogidas». A día 15 de mayo, la situación es opuesta: de las 16 religiosas que conviven en el convento, una lo ha abandonado y diez se muestran «convencidas, contentas» y presumiblemente «de acuerdo» con la propuesta de la superiora, Sor Isabel de la Trinidad. No consta la unanimidad de las cinco restantes.
Iceta asegura que le «gustaría hablar«, especialmente tras tener constancia de que no se habría dado tal unanimidad en la comunidad a la hora de seguir a la superiora: según la religiosa que ya ha dejado el convento, ni ella ni otras de las religiosas de avanzada edad votaron.
Pese al desarrollo de los acontecimientos, el arzobispo presume de una relación «muy cordial» con las religiosas, a quienes ha «conocido» y estima. Es por ello que, a la hora de plantearse una hipotética excomunión, Iceta solo lo ve como un «último remedio» a postergar.
» Nos hemos visto muchísimas veces. Me gustaría un tiempo en que esto se sosiegue y tener ese encuentro, ser capaces de encontrar un camino que sea razonable antes de llegar a un momento extremo donde no es que la Iglesia excluya, sino que uno mismo se autoexcluye, pues ellas mismas dicen que no quieren pertenecer a la Iglesia. [Espero que] antes de llegar a un punto muy complejo, podamos tender un puente para dialogar y buscar una salida», enfatizó Iceta.
El obispo coincidió con que la situación «no favorece a nadie» y que se da «una dosis grande de sufrimiento por ambas partes». Por ello, confía en que «se mire con esperanza una salida adecuada» como alternativa a una «determinación» que, en todo caso, sería «de persona a persona«.
«Habría que preguntar si se reafirman en excluirse de la Iglesia católica. Eso tendría consecuencias canónicas y hay que tener certeza de ello de religiosa a religiosa», explicó el arzobispo, especialmente «preocupado» ante las más ancianas.
«Pienso en las que tienen las facultades mentales disminuidas. Me preocupan de modo particular. Pienso en alguna de ellas, a la que conozco bien, que tiene noventa y pico años y que igual lleva 70 años en el monasterio. Entraron católicas y ahora, demenciadas, [podrían estar] en otra cosa que nada tiene que ver con el lugar donde profesaron, crecieron y dieron un fruto enorme», concluyó.
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