El 8 de julio, el pequeño Émile, de dos años y medio, desapareció misteriosamente en Haut-Vernet, un pueblo del departamento de los Alpes de Alta Provenza, a unos 150 km al noreste de Marsella, donde se encontraba pasando las vacaciones con sus abuelos.
Cinco meses después, la policía mantiene abiertas todas las opciones, desde un secuestro a un accidente en el que podría estar implicada otra persona. La posibilidad de que el niño se perdiera parece descartada, dada la magnitud de los esfuerzos implicados en su búsqueda en los días siguientes.
La hipótesis de que alguien lo tenga vivo o lo escondiera muerto es la que ha movido a sus padres, Colomban, de 26 años, y Marie, de 25, a dirigir un mensaje grabado a la revista Famille Chrétienne, con la intención de tocar el corazón de quien pueda saber dónde esté su hijo, ya sea vivo o muerto: «¡Apelamos a tu conciencia, comprende nuestra angustia! ¡Devuélvenoslo! Por piedad, si está muerto, ¡dinos dónde se encuentra! ¡No nos dejes sin una tumba a la que acudir!».
El audio dirigido por los padres de Émile a ‘Famille Chrétienne’.
El cumpleaños de Émile, 3 años, fue el 24 de noviembre, que fue cuando se produjo este dramático llamamiento. Las batidas para encontrarle durante las jornadas posteriores a la desaparición fueron exhaustivas, y Colomban y Marie han agradecido la entrega de todos los participantes en ellas, así como de la gendarmería. Pero lo cierto es que desde el 21 de agosto el caso empezó a ser investigado como de «secuestro», a pesar de que rige el secreto del sumario y la familia sabe poco de las pistas que puedan estarse manejando.
El propio alcalde de lugar donde sucedió la desaparición, François Balique, en declaraciones a Midi Libre, se muestra «perplejo» porque en el pueblo «se sabe que pasó algo, pero no se sabe qué», y aunque ya no se habla del asunto todos los días, se sigue pensando en el dolor de los padres.
Una familia católica
Colomban y Marie se han enfrentado además a un sufrimiento añadido: su condición de católicos practicantes y militantes, vinculados a grupos que reivindican la identidad cristiana de Francia y asisten a misa tradicional, les arrebató, por parte de algunos medios de comunicación y en las redes sociales, la empatía que parecía lógica ante su desgracia. La ex ministra socialista y candidata en 2007 a la presidencia de la República, Ségolène Royal, llegó a atacar a los padres hablando de su «perfil inquietante», con desapego absoluto al horror que estaban viviendo.
Incluso se ridiculizó el hecho de que desde el primer momento organizasen cadenas de oración por el pequeño y confiasen a Nuestra Señora de Laus, una advocación cercana y muy vinculada al mundo alpino, el hallazgo de Émile. En dicho santuario, toda la familia del niño desaparecido organiza anualmente un concierto de música religiosa y mantiene vínculos con los scouts.
También en Facebook se creó un grupo, Prions pour Émile [Recemos por Émile], que cuenta ya con casi veinte mil miembros.
«Algunos medios han contado de todo sobre nosotros con el pretexto de que somos católicos», lamentó Colomban en la primera entrevista que concedieron, a Famille Chrétienne, el 29 de agosto. Marie añadió que muchos les acusaron falsamente de estar en la iglesia y no en las batidas para presentarles como «iluminados que solo confían en la oración y desprecian la acción».
Sobreponiéndose a todo, el matrimonio ha buscado ahora, con esa apelación directa al secuestrador o al responsable de la desaparición de Émile, mantener vivo el caso ante la opinión pública y sacudir, si es posible, el corazón de quien sabe lo que ha pasado con el niño. Sin perjuicio de lo que proclamaron en agosto: «No tenemos miedo de pedir a Dios un milagro«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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