A principios de junio, el Opus Dei dio comienzo a Youth, un proyecto presentado meses atrás con el objetivo de ayudar a jóvenes que buscan acercarse más a Dios y «transformar la sociedad«. En la web, alojada en el propio portal de la prelatura, se incluyen multitud de secciones dedicadas a los jóvenes y la Iglesia, entrevistas, la obra de San José María Escrivá y materiales de oración. No faltan testimonios de vidas cambiadas por Dios, como es el caso de Anna Riina.
Nacida en una familia luterana de Finlandia, donde el catolicismo es un exiguo 0,3% (unos 17.000 en una población de 5,5 millones), Anna recuerda que fue criada en un ambiente y cultura cristiana. Recibió el bautismo, su abuela le enseñaba a rezar cada noche y en Navidad leía con su familia el Evangelio de Lucas, celebrando aquellos días «con su sentido cristiano».
Con 12 años, comenzando la adolescencia, comenzó a leer personalmente el Evangelio, motivada por su hermana mayor, que también le invitó a acudir a su círculo de estudio bíblico.
Comprometida, decidió estudiar Teología en la Universidad, donde conoció a otros cristianos y con los que comenzó a formar sus propios círculos de estudio bíblico y con quienes acudía a los grupos de oración y a los servicios religiosos luteranos cada domingo. También enumera su presencia en eventos juveniles y estudiantiles protestantes como muestra de su actitud «practicante y muy activa«.
«Tiene que haber algo más»
Pero hacía tiempo que Riina se preguntaba si aquello «era todo». «Tenía un anhelo tan fuerte de que Dios dominara toda mi vida, de que mi vida de oración realmente penetrase mi vida por completo… Como joven, como luterana practicante, me preguntaba: ¿Esto es todo? ¿Es así como se siente si le has dado todo a Dios?«.
La joven sentía que la forma en que vivía la fe no era suficiente y una creciente inquietud interior la llevaba a «buscar más» y «encontrar la manera de practicar la fe de tal modo que me sintiera realizada en mi vida cotidiana«. «Tiene que haber algo más. Necesito más», pensaba.
Un mensaje en Taizé: «Tu vida va a cambiar»
Solo llevaba dos años estudiando en la Facultad de Teología de Helsinki cuando acudió a la comunidad francesa de Taizé, acompañando a sus integrantes en la oración, en sus cantos contemplativos y la lectura de la Biblia. Lo recuerda como «una forma completamente nueva de orar«, al estar más familiarizada con la oración conjunta en voz alta.
«El mero hecho de estar en silencio en presencia de Dios era algo nuevo para mí», relata. Fue en uno de esos momentos de oración cuando escuchó un mensaje dirigido a ella. «Supe que me estaba diciendo: `Tu vida va a cambiar después de esto´».
Cuando acabó su experiencia en Taizé, Anna empezó a buscar en Google, tratando de hallar sentido a lo que había vivido.
Recuerda el siguiente impacto tan repentino como contundente.
«Acabé en la web de la Iglesia Católica en Finlandia, donde tenían una pregunta, cómo convertirse en católico«, recuerda. A Riina no le hizo falta ni mirarlo, explicó al recordar su nuevo «boom» espiritual: «Lo supe. Al ver esa pregunta supe que era eso».
«La Eucaristía cambio mi vida»
Por entonces no conocía a ningún católico en el país. De hecho, cuenta que su conversión «surgió de la nada». El primer contacto fue con Taizé y después, en Finlandia, se inscribió a un curso de Catecismo, ya «segura de que me iba a hacer católica«.
Y las respuestas a sus preguntas sobre cómo Dios podía impregnar toda su vida o cómo mostrar su fe en todo lo que hacía comenzaron a llegar, con su formación y los sacramentos.
«Recibí la confirmación, la primera comunión y también pronuncié el Credo en voz alta. Después de eso, recibir la confesión y a Cristo en la Eucaristía, cambió totalmente mi vida. No imaginaba cómo sería todo, pero fue muy poderoso», recuerda.
El Opus Dei, su vocación y «hogar espiritual»
Ya conversa, y tras la misa en la que recibió los sacramentos, conoció a una persona del Opus Dei, con quien empezó a hablar y conocerse. Pasado un tiempo, dice, «me invitó a la residencia de estudiantes y empecé a hacer buenas amigas, residentes y otras jóvenes que iban por allí».
A ese primer paso le siguió el comienzo de su dirección espiritual. Después comenzó a profundizar en la formación religiosa, para lo que la dirección fue «de gran ayuda», máxime si su comienzo de vida como católica «había salido de la nada».
Finalmente, a través del acompañamiento de todas aquellas personas, Anna admite haber hallado en el Opus Dei no solo su vocación, sino también su «hogar espiritual».
«Dios realmente puede pedirte cualquier cosa a cualquiera, algo que realmente no esperarías. Y si estás dispuesto a abrir tu corazón a Dios, abrir tu corazón a su amor y abrirte a responder a esa llamada de amor, tu vida puede cambiar reamente por completo«, agrega.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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