19/11/2024

«Me voy al Cielo, estaré con el Señor para interceder por los que quiero», dijo Rebeca

Laura Rocamora, hermana y primera biógrafa de la Sierva de Dios Rebeca Rocamora Nadal (1975-1996), acudió a los cines de La Vaguada en Madrid para el preestreno de Un ángel llamado Rebeca. Sin haber visto aún la película, habla con ReL de su hermana y de la estela que dejó en su pueblo cerca de Alicante, en la familia y en cada vez en más personas.

– Laura, ¿quién te acompaña al cine?

– Mis dos hijos, mi marido…

– ¿Le intimida a tu marido tener una cuñada en proceso de beatificación, alguien santo en la familia?

– Bueno, es que el tío de mi marido era el sacerdote que llevaba las causas de santos en nuestra diócesis, Ildefonso Cases Ballesta. ¡Pero no nos conocimos hasta 2011, con la JMJ aquí en Madrid! Nos conocimos en un acto previo a la JMJ y en Madrid ya todo el rato buscaba hacerse fotos conmigo, jajaja. No, esto no le intimida.

– ¿A qué te dedicas? ¿Sigues en el pueblo donde vivió tu hermana?

– Soy auxiliar administrativa, y sí, vivimos en Granja de Rocamora.

– Rebeca murió con 20 años por un tumor, en 1996…

– Muchas personas sufren por el cáncer, por enfermedades, pero eso no basta para que te abran un proceso de beatificación. Se abre el proceso para Rebeca porque en su vida vivió las virtudes. Es verdad que vemos en las vidas de los santos que en momentos más duros se amoldan más a la voluntad de Dios, de forma más visible. Pero Rebeca vivió la aceptación de la voluntad de Dios en su día a día, como estudiante, como catequista, en la familia.

– En fotos y estampas se la ve sonriente…

– Nosotros siempre destacamos su sonrisa. La enfermedad no hizo que se encerrara en sí misma, en una introspección, no. Cuanto más enferma, más alegre y generosa.

[Lea aquí la reseña que ReL ha hecho de la película]

– La película habla de Rebeca, su fe, su entereza en la enfermedad, pero no detalla mucho sus 3 meses finales, que según tu libro fueron muy especiales…

– En esos tres meses finales vimos la profundidad de su trato con Dios. Nos dijeron que por tumor el moriría en pocos días, pero duró 3 meses, y sin los efectos tan extremadamente fuertes que nos habían dicho. Celebraban la eucaristía en su habitación cada día, y daba gracias a Dios por lo que tenía. En esta etapa final, el cura le animaba: «pide la salud». Y ella decía: «yo le pido que me aumente la fe, Él ya sabe lo que me conviene». Ella era feliz con lo que Dios quisiera. Eso no quita que no sufriera. Pero sus frases en esos meses tenías que tomártelas en serio, porque ella no era de palabrería ni de dar sermones. Si decía algo, era importante.

– ¿Qué cosas impactantes decía en esa época?

– El obispo emérito, don Pablo Barrachina, que nos quería mucho, vino a hacer confirmaciones en la parroquia y nos visitó en casa, porque nos quería mucho. Rebeca le dijo: ‘Don Pablo, he de decirle una cosa: me voy al Cielo. Y poco a poco me llevaré a los que quiero. A medida que el Señor vaya llamando a las personas que quiero, estaré con Él, para interceder por ellas». Ella nunca antes había dicho nada parecido, ni lo dijo después. Lo dijo con profundidad, pero de manera muy natural.

»Yo ahí veo que ella ya sabía que Dios la estaba llamando, a un mes prácticamente de su muerte. Y ahora es intercesora de muchos. Se abrió el proceso por clamor popular.

– La película recoge ese clamor, el funeral lleno…

– Cuando Rebeca falleció, vimos con sorpresa que venía mucha gente que no conocíamos, de todas partes. En el velatorio decían: «Parece una santa». Le pasaban rosarios y pañuelos. En ese velatorio, nuestro párroco nos llevó aparte y nos dijo: «Solo soy un párroco, pero creo que el Señor ha hecho una obra muy grande con Rebeca». En ese mismo año, en 1996, ya nos llegaban testimonios de gente que nos contaba lo que Rebeca había hecho en su vida. Ya había gente que pedía su intercesión desde el Cielo: iban al cementerio, le dejaban cirios, notas de agradecimiento, por sus hijos, sus estudios, etc…

– ¿Y que hizo la Iglesia?

– Esto que veíamos lo contábamos en la parroquia. Se enteró el obispado e Ildefonso Cases, el postulador, lo recogió. La diócesis dedujo que Dios nos quería decir algo a través de la vida de Rebeca. Es lo que dice el Papa Francisco: los santos de la puerta de al lado. Don Ildefonso Cases me dijo que él tenía que presentar la vida de Rebeca al nuevo obispo, Rafael Palmero, y me pidió escribir mis recuerdos de ella. Yo era 2 años menor que Rebeca. Escribí lo que recordábamos, lo que habíamos vivido… Y de esos recuerdos, Ildefonso Cases me dijo: «Esto ha de tener formato de libro. Esta vida puede hacer mucho bien al mundo de hoy». Así publicamos el libro, La estela de una sonrisa.

– ¿Rebeca hablaba con vosotras, las otras 3 hermanas, de cosas de Dios?

– Es que ella no era de hablar mucho. Tampoco escribió un diario espiritual. Pero al empezar el proceso de beatificación, revisando su libro de catequesis, vimos algunas frases que escribió allí. Tenía 8 años y sus primeros síntomas de enfermedad. Escribió: «Acepta con agrado la llamada del Señor a lo que te pueda pedir».

Laura Rocamora en los cines La Vaguada junto al display de la película Un Ángel Llamado Rebeca.

– ¿Cómo era Rebeca en casa?

– Le gustaba el deporte, cantar, bailar, salir con los amigos de forma sana. Era muy de hacer bromas en casa o con los vecinos, obras de teatro… Era muy divertida cuando imitaba a Lina Morgan. Físicamente, tenía ese aspecto de niña, y tenía inocencia, sin doblez ni maldad. Pero a la vez era recia. Nunca quería ser centro de atención, ni llamar la atención por su enfermedad.

»Era una mezcla explosiva, de dulzura y carácter. Era prudente, pero cuando había que defender algo, contra una injusticia, por ejemplo, te lo decía sin agresividad. Cuando corregía a alguien, lo hacía con gracia. Lo decía de una forma que te hacía pensar y cambiar, tenía un don para eso. Las cuatro hermanas somos muy distintas, y ella atendía a cada una según necesitáramos. Si había un problema en casa, ella no vendría a decirte lo que tenías que hacer, pero te daba su ejemplo.

– Desde los 14 años fue catequista…

– Nuestra familia siempre fue mucho de ayudar en la parroquia. Quería confirmarse para ser catequista, y lo fue con 14 años. Sus niños nos dicen que ella era amena, que tocaba la guitarra y cantaba con ellos, que los llevaba a la capilla del Santísimo y los animaba a rezar allí, y les animaba también a ayudar a sus padres, a los abuelos…

– ¿Habéis descubierto más cosas a raíz de la película?

– El director, Zavala, difundió el tráiler en su web Refugio Zavala, y lo vio una persona que de niño había sido alumno de Rebeca. Ella, como todas las hermanas, dio algunas clases particulares de refuerzo escolar, para sacar un dinerito. Pues a esta persona unos ratos de clase particular ya le dejaron una marca: decía que con su paciencia, amor, sonriendo, con bromas, sin rigidez, Rebeca le hizo más liviano el estudio, y así aprobó. Descubrimos este testimonio por la película.

– La película cuenta que tenéis una reliquia de la Cruz en Granja de Rocamora…

– Sí, Granja tiene un lignum crucis que solo sale en procesión el día de su fiesta. Pero Rebeca nos pidió, mientras estaba en tratamientos en Madrid: «Decidle a don José que me traigan el lignum crucis a Madrid». ¡Pero si la reliquia nunca había salido de Granja! Ella, que nunca pedía nada, insistió: «Díselo a don José, que lo traerá». Y efectivamente: don José, que era el párroco, y mi padre y yo fuimos en coche a Madrid, con la reliquia al hospital. La cara de Rebeca cuando nos vio en Madrid quedó transfigurada. A todas las enfermeras les hablaba de la reliquia.

»Y hay más. De vuelta en Madrid, el párroco dejó el lignum crucis en su habitación, casi dos meses. Ya cuando se acercaron las fiestas del pueblo, vino el párroco con la umbela a recuperarla, y le dio la bendición con la reliquia.

»Rebeca también fue al santuario de Caravaca de la Cruz, a unos 80 minutos en coche. Caravaca tiene su famosa reliquia, la Cruz de Caravaca, que sólo se puede sacar y mostrar con un permiso especial, y solo de manos de un sacerdote. Pero como ella iba con un amigo sacerdote, le permitieron sacar la reliquia y se la dieron a besar. Todo eso fue en los últimos meses de su vida.

Campaña de la película Un ángel llamado Rebeca en quioscos y marquesinas; murió con 20 años, vivió una vida normal y sencilla… pero amando a Dios impactó a muchos.

– La película usa muchas imágenes de vídeo real, casero…

– En un vídeo de promoción alguien nos decía: ¿cuántos santos pueden ver la vida de otros santos con palomitas y un refresco? A Zavala le proponían que la película podía usar imágenes de recreación, y él decía: «¡Pero si tenemos las imágenes de la Rebeca real, con su voz!»

– Rebeca fallece en 1996, no llegó a vivir la época del móvil e Internet… ¿tendría redes sociales hoy?

– Yo no tengo Facebook ni Instagram, mis hermanas tienen alguna. Rebeca era discreta, quizá no tendría esas redes. Quizá tendría otras. Su vida sencilla, pese a ser tan normal, ya va a contracorriente. No hizo cosas muy importantes, pero hoy se habla de ella porque dejó un impacto. Así, nos abre un camino: muestra que, sin hacer nada raro, se puede ser santo.

Más sobre la película y cines donde verla en: rebecalapelicula.com

[Lea aquí la reseña que ReL ha hecho de la película]

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»