“Lo primero que podemos obtener al meditar en la cruz y en las virtudes de nuestro Salvador es un profundo arrepentimiento de nuestros pecados que fueron los que ocasionaron su Pasión y su Muerte, un deseo grande de desagraviarlo por las ofensas que le hemos hecho y un esfuerzo continuo por conseguir la conversión de los pecadores.
Lo segundo que debemos hacer al meditar en la pasión y cruz del Redentor es pedirle confiadamente perdón de todas nuestras faltas, convencidos de que fue por obtenernos el perdón que sufrió tan atroces tormentos. Al recordarlos deberíamos sentir un verdadero odio y asco hacia nuestras maldades, y un gran amor hacia quien tanto ha sufrido por salvarnos.
Lo tercero debe ser esforzarnos con toda la voluntad en alejar del corazón y sofocar en nuestra vida las indebidas inclinaciones que nos llevan al pecado.
Lo cuarto que nos propongamos imitar las admirables virtudes de Jesús, el cual según dice san Pedro «sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1P 2, 21).
P. Lorenzo Scupoli – Combate espiritual
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