En una sociedad antinatalista y en la que los niños son en muchos casos molestos llama la atención la valentía de matrimonios jóvenes que superando todo tipo de barreras y obstáculos deciden abrirse a la vida y apostar por familias numerosas. Y sus testimonios de alegría son luz en medio del mundo.
Uno de ellos del que se está haciendo eco la prensa en los últimos días es el de una joven guardia civil de 29 años, que logró sacarse la oposición poco después de dar a luz a su cuarta hija y ya espera su quinto hijo. Junto a su marido, también guardia civil, forma una familia hoy poco común, pero cuyas imágenes alegran a todo aquel que quiere el bien para su tierra.
Miranda Nortes es el ejemplo de que con determinación, tesón y fe se puede tener una familia numerosa en el siglo XXI. Y es cierto que no faltan las dificultades, pero estas se pueden solventar. Y ella ha podido cumplir su sueño de ser guardia civil, dejando su profesión anterior de maestra de primaria, sin tener que renunciar a la maternidad.
“Mi primera hija la tuve con 20 años. Y estoy casi de 40 semanas de la quinta. Son todas niñas”, cuenta Miranda a La Voz de Galicia.
De este modo, esta joven agente explica: “Yo era maestra, pero no tenía mi plaza fija. Entonces, mi marido fue el que preparó primero las oposiciones a guardia civil. Las aprobó hace ahora cuatro años. Y yo he tardado tres en sacármelas. Me quedé embarazada mientras preparaba las oposiciones. Entre la segunda vez que me presenté y la tercera que aprobé nació mi Pilar. Di a luz en enero, en octubre tuvimos el examen teórico y en noviembre la prueba física”. Y además fue la número uno de su promoción.
Miranda reconoce que no es usual tener tantos hijos y preparar unas oposiciones embarazada. Afirma que “la gente alucina. Y te hacen las preguntas típicas, que cómo lo hacemos. Pero el primer hijo es el que te cambia la vida. Y con los demás es ir sumando un poco más de trabajo. Es pura organización, la verdad”, dice.
Además, esta joven agente añade que “venimos los dos de familias grandes y estamos acostumbrados a este jaleo. No nos pilla de nuevas”.
Preguntada sobre cómo pudo lograr sacarse la oposición, Miranda habla de distintos aspectos: “Con mucha fuerza y durmiendo poco. Y con mi marido de la mano. Él estaba al pie del cañón para poder darme tiempo para estudiar”.
“Me levantaba a las cinco y media o seis de la mañana. Empezaba a estudiar hasta que despertaba a las niñas, las preparaba, las llevaba al cole y ya seguía estudiando. Y mientras hacía las cosas de casa, me ponía una clase del profesor de la academia y la iba escuchando. Por la tarde, recogía a las niñas del cole cuando salían y mi marido se quedaba con ellas en el parque mientras yo estudiaba hasta la hora de la cena, las duchas y los deberes. Sé que lo conseguí porque mi marido estaba al 100 % conmigo. Había mucho trabajo que él se iba comiendo solo”.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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