Apenas dos días después de ser desconectada del respirador que era su soporte vital, a primeras horas de este lunes falleció en brazos de su madre la bebé británica de ocho meses Indi Gregory, tras perder sus padres el viernes la última apelación legal para trasladarla a Roma, donde el hospital pediátrico Niño Jesús quería intentar un tratamiento alternativo.
El padre de Indi, Dean, anunció que su muerte tuvo lugar a la 1.45 de la madrugada: «Mi esposa Claire y yo estamos indignados, desconsolados y avergonzados«, dijo: «El sistema sanitaro y el tribunal no solo la han privado de una vida más larga, sino que también le impidieron la dignidad de morir en el hogar familiar al que pertenecía. Le arrebataron a Indi su cuerpo y su dignidad, pero nunca podrán quitarle su alma».
La pequeña murió como cristiana, pues sus padres la bautizaron el 22 de septiembre, a pesar de no ser su padre cristiano.
La pequeña padecía un trastorno genético mitocondrial, enfermedad incurable que comprometía su vida, y los médicos del Queen’s Hospital de Nottingham, a quienes los tribunales han respaldado, consideraron que era su «mejor interés» dejarla morir, por considerar arriesgado y doloroso su traslado a la institución italiana. El gobierno italiano intentó salvarla a la desesperada otorgándole la nacionalidad italiana y ofreciendo la financiación del tratamiento, y la primer ministro Giorgia Meloni se implicó personalmente en una gestión con el Lord Canciller del Reino Unido.
Pero los jueces han considerado que la reclamación de los representantes legales de los padres de Indi «malinterpretaba totalmente» el alegado artículo 9.2 del Convenio de La Haya de 19 de octubre de 1996, a pesar de que parece acomodarse casi literalmente al caso. En consecuencia, decidieron que la niña debía morir inmediatamente, y no en su casa sino en un hospicio.
Sus padres quedaron desolados por ver de nuevo marginado su criterio. «Es otra decisión unilateral de los jueces y del sistema sanitario. El mundo entero está mirando y está asombrado de cómo hemos sido tratados», declaró Dean: «Claire y yo siempre hemos querido el mejor interés de Indi. Ella tiene derechos humanos y queríamos darle el mejor tratamiento posible. Si el Reino Unido no quiere financiarlo, ¿por qué no podemos ir a Italia a recibir el tratamiento y los cuidados que la extraordinaria primera ministro y su gobierno ofrecieron? Es como una última patada en los dientes y no nos rendiremos, lucharemos hasta el final por una última oportunidad de vivir para nuestra hija».
El sistema judicial británico, como en tantos casos precedentes, lo hizo imposible.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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