Su conferencia del pasado 26 Congreso Católicos y Vida Pública fue de las que levantó más expectación. Así suele suceder con José Ignacio Munilla, que posee un verbo fácil y una predicación nítida. El obispo de Orihuela-Alicante acaba de conceder una entrevista al portal El Debate, en la que habla de volver siempre a la integridad de la predicación y del poder del mal insuflando desesperanza, que llevan al hedonismo y al suicidio.
Recogemos aquí las siete frases más destacadas del obispo Munilla:
San Juan Bautista como ejemplo
«El hecho de que ciertas cosas queden queden en silencio y que en nuestra predicación busquemos lugares comunes con la sociedad es un síntoma muy claro. Es muy importante la integridad en la en la predicación de la fe y de la moral. Por ejemplo, el hecho de que San Juan Bautista sea un mártir de la verdad moral y que fuese decapitado, por haber denunciado que Herodes vivía con una mujer que no era la suya».
No adaptarla a nuestra sensibilidad
«Hay ciertas cosas que parece que nos hemos olvidado de ellas, creo que la clave está en la predicación íntegra del mensaje cristiano. Cada uno tiene que hacer un examen de conciencia diciendo cómo tiene que haber una integridad en su predicación, sin que uno adapte la predicación del Evangelio a su sensibilidad«.
Denuncia pero, también, anuncio
«Alguno puede pensar que abordar temas contraculturales es entrar solamente en el género de la denuncia y yo creo que, también, tiene que haber anuncio, no solo denuncia sino anuncio. Anuncio de que hay esperanza, de que los grandes males morales que se están difundiendo no llenan el corazón del hombre. Y más bien, quienes han tenido la experiencia de haber sido rescatados de esos males, son los primeros testigos. Eso está muy lejos de traducirse en un rostro avinagrado sino todo lo contrario, de ser un testimonio de esperanza. Lo cual, quiere decir, que es muy importante el estilo con el que se hagan las cosas».
De la medio-verdad a la medio-caridad
«Nosotros no creemos que exista una contradicción entre decirle ‘mujer, yo no te condeno, vete y no peques más’. No existe una contradicción. Jesucristo es la verdad y Jesucristo es la caridad. No es la medio-verdad para que sea más fácil conjugarla con la medio-caridad. Porque, el que cree en la dialéctica estaría diciendo ‘tengo que rebajar la verdad para que rebajando sea más fácil conjugarla con la medio-caridad’. No, eso es haber caído en la dialéctica hegeliana. Buscar una síntesis después de una tesis y una antítesis. Nosotros no creemos en eso, creemos que Jesucristo es la verdad y Jesucristo es la caridad. Y que, con la misma integridad que le dijo mujer ‘yo no te condeno’, le dice ‘vete y no peques más’. Y las dos cosas son íntegras, la integridad de la verdad y la integridad de la Misericordia».
Ponerle nombre a la cruz
«Puede haber alguien que esté sufriendo muchísimo por una relación familiar, o dentro de la empresa, y que, en el fondo, detrás de ese sufrimiento, él tiene que enmascarar que tiene unos celos, un amor propio herido o un complejo de inferioridad. Para poder abrazar mi cruz es muy importante que yo no haga una lectura victimista, y que tengo que abrazar que me ha tocado el peor compañero de trabajo o el peor cuñado del mundo mundial. No, el problema no está en el cuñado, el problema es que yo tengo unos celos o tengo un complejo de inferioridad. Claro que tengo que abrazar la cruz pero también tiene que ser identificada, hay que ponerle nombre hay que ponerle nombre, casi siempre la mayor cruz está en nosotros mismos».
La acción directa del maligno
«La acción del maligno tiene tres posibles caminos, uno es el mundo, otro es la carne. El mundo es el influjo del maligno a través de la mundanidad, a través de la vanidad… Y, la carne, todos sabemos lo que es, buscar el hedonismo, el placer al mínimo esfuerzo, la pereza. Pero, cuidado, aunque, generalmente, el demonio es un tenista que juega con la derecha y con la izquierda, que son el mundo y la carne, también, en ocasiones, pasa al ataque, cuando ve que el terreno está suficientemente preparado. En una acción directa, ya no a través del mundo o de la carne sino de la acción directa del maligno que suele ser sembrar desesperanza, que te dice ‘tú ya no vales nada, eres una mierda'».
Puedes escuchar aquí la entrevista completa.
Chutar un balón a una portería vacía
«Esto explica el aumento exponencial que ha habido de intentos de suicidio, de autolesiones… El maligno juega su carta, sirviéndose también de la fragilidad psicológica en la que va derivando nuestra cultura. Entra como pez en el agua en ese terreno, a través de sembrar la falta de autoestima. Desde esa falta de autoestima sembrar la desesperanza es muy fácil. Es como chutar un balón a una portería en la que no hay nadie defendiéndola. Ese es el terreno en el que hoy especialmente nos estamos moviendo. Lo tradicional ha sido obviamente el ataque por la carne y por el mundo y eso continúa, por supuesto, pero quizás este momento se caracteriza por ese plus de ataque directo que siembra desesperanza».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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