José Ramón Navarro-Pareja (Daganzo, Madrid, 1971) se ha dedicado a la educación como director de colegios y formador de profesores, y al periodismo en medios como La Razón, Ecclesia, Vida Nueva y El Confidencial. Desde hace dos años es responsable de la sección de Religión del diario ABC.
En esta entrevista comenta con Santiago Mata para Religión en Libertad la autobiografía que el Papa Francisco ha escrito con el periodista italiano Fabio Marchese, titulada Vida. Mi historia a través de la Historia (HarperCollins Ibérica).
En este período, que no duda en calificar como fin de pontificado, Navarro-Pareja señala como uno de los puntos significativos de esta etapa la buena acogida que el Papa Francisco ha tenido entre los no creyentes, y que a los creyentes nos ha hecho conscientes de que el Papa es siempre una persona normal, con aciertos y errores, que necesita nuestra oración.
-En este libro queda claro que al Papa le gusta el fútbol…
-Pero luego no lo ve…
-Es que ha hecho un voto de no ver la televisión…
-No quiso ver ni el partido de la final de fútbol que ganó Argentina en 1986…
-Entre otros asuntos, este libro explica que cuando en 2019 Francisco firmó una declaración conjunta sobre la fraternidad humana con el Gran Imán de Al-Azhar, no fue para mezclar creencias, sino para defender a los cristianos que son martirizados por los musulmanes, a ver si estos se comprometen de verdad a respetarles. Es un ejemplo de acciones del Papa que no siempre se interpretan bien…
-No tenemos siempre todas las claves. Hay decisiones que se toman por quienes están al frente de instituciones, donde ellos tienen unas claves que el resto podemos no tener y en un momento determinado se ven obligados a optar por algo que visto desde fuera parece que no es adecuado y al final era la solución más correcta o adecuada. Lo mismo ocurre respecto a la posición de los papas frente al nazismo, que en un momento determinado se recriminó, pero luego se ve que estaban tratando de proteger a aquellos católicos que estaban allí. Hay condicionantes que en el momento no se ven pero que pueden ayudar a entender esa determinada decisión.
»Una de las ventajas de los últimos papas, no es una exclusiva del Papa Francisco, ocurrió con Benedicto XVI y Juan Pablo II, es que son conscientes de que vivimos en un mundo que ya no es monolítico, no es sólido, sino líquido. Juan Pablo II, antes de que se afirmara ese planteamiento, empezaba a tenerlo muy claro, y estableció ese diálogo y esos encuentros interconfesionales en Asís, que también han sido muy criticados, en aquellos momentos y hoy.
»Los papas era conscientes de vivir en ese mundo y de que tenían que establecer ese diálogo y hacer pequeños avances, que a veces son mínimos, sobre todo con el mundo islámico. Es muy fácil criticar una decisión concreta sin ponerla en un contexto. Por eso echo en falta esas explicaciones, que después de un tiempo de tomadas las decisiones se pueden dar.
»Le hice una entrevista al co-autor del libro y le pregunté si era una especie de testamento, y respondió que no, porque el testamento se hace al final. Pero necesitamos ese testamento espiritual, de vida y de explicaciones, de Francisco, que nos tiene que explicar por qué ha hecho ciertas cosas.
El entrevistado con el último libro del Papa: Vida. Mi historia a través de la Historia.
-Ha comentado que estamos en un fin de pontificado…
-Cuando digo fin de pontificado no me refiero a que sea en los próximos meses ni que el Papa se tenga que morir pronto. Estamos en lo que tradicionalmente se ha visto en la Iglesia como un final de pontificado, que ocurre en el Vaticano cuando ya todo el mundo es consciente de que esto se agota, de que le queda poco tiempo de gobernanza. A veces, como en el caso de Juan Pablo II, un final de pontificado es larguísimo, de muchos años, pero el ambiente ya está instalado como tal, y ocurre también en las diócesis, cuando se acercan los 75 años y se sabe que el obispo va a tener que presentar su renuncia.
»Esa manera de actuar del mundo eclesial frente a ese acontecimiento que se sabe cercano, es muy diferente a cuando se inicia un pontificado. Ahora hay quien está nadando y guardando la ropa, hay quien está esperando que las cosas sean mejor en el futuro, hay quien se está moviendo porque sabe que va a ser clave en el siguiente pontificado y tiene que saber por dónde van a ir los vientos cuando llegue ese momento. Esta situación es la que se está viviendo en estos momentos en el Vaticano. A mí me han criticado por publicarlo y por decirlo, pero es la realidad que se está viviendo en estos momentos en el Vaticano.
»Hay quien tiene mucha prisa por acelerar los cambios porque sabe que lo que tiene que llevar adelante, si no lo hace ahora, le va a ser más difícil en un pontificado posterior, hay quien dice: mejor no hacer ningún cambio ahora, porque va a ser para mal, así que vamos a ver si retrasamos y damos patada hacia delante, y las decisiones en vez de ahora se toman dentro de cinco años, que igual las circunstancias nos son más favorables… Esa es la realidad.
-¿Qué habrá de bueno para la Iglesia en este pontificado, que ha sido una época agitada, cuál puede ser el balance?
-Un sacerdote que conocí hace muchos años estuvo un tiempo de misiones en Perú, se fue en parte motivado porque su relación con el arzobispo no era la mejor, y una vez que volvió, hablando con él sobre la situación de la diócesis decía: después de la Cuaresma siempre viene la Pascua. Tenía esa confianza.
»Todos los pontífices aportan algo, y tenemos que evaluar lo positivo siempre en comparación con otros anteriores. Hay una parte positiva que no sé hasta qué punto se ha capitalizado y es que este Papa fue bien recibido por los no creyentes. A quienes se escandalizan por las posibles críticas al Papa hay que recordarles aquella portada de un periódico italiano: «Pastore tedesco», cuando salió elegido Benedicto XVI, que era una referencia al concepto de perro pastor alemán, una manera de llamarle perro de una forma muy discreta. Y todos esos calificativos del Panzerkardinal. Y, sin embargo, Francisco llegó con un apoyo muy grande en el ámbito de los no creyentes.
»Esa apertura, ese planteamiento de que la figura del Papa, del eclesiástico, no tiene que ser valorada solo por los creyentes, es importante. Creo que no se ha sabido capitalizar, porque no sé si esa idea del diálogo con los no creyentes ha servido para fortalecer a la Iglesia o incluso para que los no creyentes reconozcan los méritos de la Iglesia.
»Por una parte, tenía esa ventaja de ser aceptado o valorado por los no creyentes, algo que me llamaba la atención, porque se decía que era moderno, que su relación con los homosexuales o con las mujeres cambiaba ciertas cosas, y luego mirándolo eclesialmente tampoco ha cambiado tanto en la práctica. Lo vemos ahora con Fiducia Supplicans: qué ha cambiado. Lo primero que plantea el Papa y Víctor Manuel Fernández es que la doctrina es la misma, no ha cambiado nada.
»Uno de los principales inconvenientes que ha tenido, y no sé hasta qué punto el Papa lo ha sabido digerir bien, es que viene detrás de dos gigantes. Viene detrás de Benedicto XVI, que ya parecía muy difícil porque venía detrás de Juan Pablo II. En lo comunicativo, sus antecesores han sido muy brillantes. Eso de alguna manera a él le ha opacado. Ha decidido dar muchas más entrevistas, tener mucha más participación con los medios, hacer propuestas como este libro, pero no tiene el planteamiento que tenía Benedicto XVI en cualquier discurso u homilía, ese planteamiento pedagógico que te iba llevando a una profundidad, o no tiene ese dominio de la escena y esa comunicación directa que tenía Juan Pablo II cuando todavía tenía posibilidad de moverse en un altar o dirigirse a las masas.
»Eso a él le ha penalizado. Ha intentado buscar otra figura, como pasa en las familias cuando van naciendo los hijos y uno ya ocupa el punto de favorito, otro es el listo que saca las notas, los que vienen por detrás tienen que ir buscando su hueco: yo soy el bueno en las artes; porque de alguna manera tienen que encontrar. Creo que eso le ha costado al Papa, saber encontrar su ubicación en relación a los dos pontificados anteriores en los que él ha vivido. No hay que olvidar que a él le hace cardenal Juan Pablo II, no estamos hablando de alguien que vivía ajeno a esa Iglesia: participó en el cónclave que eligió a Benedicto XVI, en el que al parecer él era el candidato que podía, a lo mejor no ganar al cardenal Ratzinger, pero sí bloquear la situación.
»Él ha vivido eso y le ha costado. Creo que sigue intentando ver cuál es su papel como pontífice, cómo tiene que ser recordado.
Portada del último libro del Papa: Vida. Mi historia a través de la Historia.
-En el libro, al tratar sobre la guerra de Ucrania parece muy ingenua la posición de que Rusia debe ser respetada como una gran nación, como si Putin fuera un legítimo gobernante…
-Sí, comunicativamente no ha estado acertado ni el Papa ni el Vaticano.
-En todo caso es una postura cariñosa, con dolor de corazón, que sufre por los inocentes…
-Es evidente que hay una buena intención de intentar resolver esa complejidad, pero como dices, muy simple, y ahí es donde veo que un gobernante tiene que tomar decisiones que tienen que ir más allá del planteamiento de mandar un emisario para dialogar con las partes. Puedes mandar un emisario, pero aquí estamos hablando de una cuestión muy grave, detrás del cual vienen una serie de cuestiones. No se puede explicar que las guerras vienen bien siempre, porque así quienes tienen mucho armamento lo acaban vendiendo y ganan mucho dinero. Sí, pero aquí hay una situación de conflicto geopolítico muy complejo, muy difícil, y que no se soluciona con una simple decisión.
»De alguna manera es lo mismo que ocurre con China. Se llega a un acuerdo con el gobierno chino, y el cardenal Zen de Hong Kong dice: os están engañando. Y efectivamente les han engañado. No se trata de sentarnos, dialogar y llegar a un acuerdo que vamos a cumplir, porque la otra parte que tienes al lado no está jugando tu arma de bondad, está jugando otro tipo de arma y tu claudicación o tu ceder un poco en esta cuestión lo está viendo como una victoria y lo está aprovechando para la siguiente batalla.
»Creo que hay que tener un planteamiento mucho más global, complejo, para poderse centrar y hablar con unos y con otros y poder tomar decisiones. Esto no es un conflicto que pueda solucionar un cura de pueblo donde se están peleando dos hermanos, sino que esto es un conflicto que va mucho más allá, y no se resuelve diciendo simplemente: venga, poneos aquí los dos, daos la mano, pedíos perdón y un abrazo que los reconcilie. No, por desgracia.
-Tomando pie de que viene después de dos gigantes, ¿quizá para quitar hierro a la situación tenemos que comprender que el Papa también puede ser una persona normal, que la infalibilidad recae sobre la Iglesia más que sobre cada uno de los actos del Papa?
-Claro, los papas son personas normales siempre. Cualquier católico lo puede llegar a entender, a lo mejor no tanto con los papados, porque sobre todo con el de Juan Pablo II, al ser tan largo, no teníamos conciencia… Hasta que muere Juan Pablo II prácticamente no he conocido otro Papa. Pero si te vas a tu realidad, a tu parroquia o a tu diócesis, sí que has conocido varios párrocos, varios obispos, y con unos has estado más a gusto, con otros menos, con unos has visto que las cosas funcionaban más en la línea que tú pensabas, en otros has visto que se ralentizaban, pero eso no implica que fueran mejores o peores. Evidentemente, serían mejores o peores, pero era la realidad que tenías y que hay que vivir.
Puedes ver aquí completa la entrevista a Navarro-Pareja.
»Eso también nos pasa con los papas. Es verdad que hemos tenido unos papas que, con todo lo criticable en cualquiera de ellos, han sido muy llamativos y muy impactantes en la historia de la Iglesia y ahora nos ha hecho ver que detrás del Papa hay una persona y que como tal persona puede tener sus debilidades, sus dudas y sus incapacidades en ciertos momentos, y por eso siempre dice que recen por mí.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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