Tenemos unas riquezas inmensas, que no nos merecemos, porque las desaprovechamos como niños malcriados. Una de esas riquezas es la maravillosa poesía religiosa en nuestra lengua, que ya quisieran para sí los demás pueblos de la tierra.
Como demostración, hoy, Viernes Santo, traigo al blog este sabio y precioso poema de Lope de Vega, muy poco conocido por los católicos. Vale, sin duda, por un buen sermón sobre la cruz. Y por un centenar de malos sermones, porque, desgraciadamente, se nos habla muy poco de la cruz, a pesar de que, como dice Lope, sin ella no hay gloria ninguna y su ausencia equivale al eterno llanto.
Si vivimos en una época blandita y hemos olvidado muchas cosas esenciales para un cristiano, dejemos que los cristianos de otras épocas nos las recuerden.
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