Están a punto de cumplirse 2 años de la Guerra de Ucrania, o 10 desde que Rusia se anexionó Ucrania y empezó a ocupar el Dombas. Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN Internacional) organizó el encuentro online de unos 70 periodistas de todo el mundo con Sviatoslav Shevchuk, de 53 años, el arzobispo mayor de los grecocatólicos de Ucrania (que son aproximadamente uno de cada diez ucranianos) y el Nuncio apostólico en Ucrania, el arzobispo lituano Visvaldas Kulbokas (de 49 años).
La presidenta ejecutiva de ACN Internacional, Regina Lynch, advirtió que «con tanto conflicto y malestar en todo el mundo en este momento, existe el peligro real de que la comunidad mundial olvide Ucrania, al pasar de crisis en crisis, y en ACN queremos asegurarnos de que no suceda así».
Desde que empezó el ataque a gran escala el 24 de febrero de 2022, Ayuda a la Iglesia Necesitada ha proporcionado más de 15 millones de dólares en ayuda a clérigos, monjes y seminaristas y apoyando iniciativas para refugiados, desplazados y víctimas de la guerra en el Ucrania.
Esperanza y solidaridad que salva vidas
El arzobispo Shevchuk, pastor de la mayor Iglesia Católica de rito oriental, aseguró que la Iglesia busca «llevar esperanza a nuestro pueblo en medio del sufrimiento, la destrucción y la muerte» y que «la solidaridad humanitaria internacional está funcionando y permite salvar muchas vidas en Ucrania». Agradeció, por ejemplo, el trabajo de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
El nuncio Kulbokas, hablando de familias que desde hace 7 años tienen parientes en cautiverio, mencionó también a «los dos sacerdotes cautivos de Berdiansk, Ivan Levytskyi y Bohdan Geleta; no sabemos dónde ni en qué situación se encuentran», admitió. El padre Iván fue durante unos años capellán de la comunidad de ucranianos grecocatólicos en Barcelona y Tarragona, de 2008 a 2012, en el santuario redentorista del Perpetuo Socorro, en la barcelonesa calle Balmes; en Santa Mónica, la parroquia de las Ramblas; y en Tarragona, en la parroquia de Sant Pau.
Ivan Levytskyi y Bohdan Geleta, dos sacerdotes grecocatólicos apresados por los rusos en noviembre de 2022, no se sabe donde están presos.
El nuncio detalló que «casi todas las escuelas están cerradas» en las provincias de Járkov, Zaporiyia, Dnipropetrovsk y Jersón desde hace cuatro años: primero a causa de la pandemia, ahora a causa de la guerra. Los niños estudian en Internet, aunque en algunos sitios ya se construyen guarderías y escuelas en locales subterráneos.
El cardenal Zuppi y los niños llevados a Rusia
Los periodistas preguntaron por los efectos de las visitas del cardenal Matteo Zuppi a Ucrania y Rusia, y Shevchuk respondió que había intentado el retorno de niños ucranianos que están en Rusia. «Si combinamos nuestros esfuerzos en diferentes niveles – diplomático, humanitario, incluso con la ayuda de periodistas de diferentes países – cada vez más niños ucranianos se salvarán y podrán regresar de Rusia a sus hogares», dijo, esperanzado, el arzobispo mayor.
También dio datos: en estos dos años de guerra, las cifras oficiales hablan de 500 niños muertos y 1.200 niños heridos. Además, muchos han resultado mutilados por bombas, minas, metralla, etc… han perdido brazos o piernas y usan prótesis.
No hay ya curas católicos en la zona ocupada por Rusia
Según declaró Shevchuk, «no hay ni un solo sacerdote católico» en el territorio ucraniano ocupado por Rusia.
En algunos lugares bajo ocupación, además, se dificulta que los católicos se reúnan para rezar. En Donetsk los fieles se reunían en la parroquia para orar sin sacerdote, pero las autoridades rusas cerraron el templo. En la zona ocupada de Zaporoyie, en 2023, el jefe de la autoridad pro-rusa prohibió las actividades de la Iglesia Grecocatólica y confiscó varias de sus propiedades. «A nuestro pueblo le resulta cada vez más difícil practicar su fe», afirmó Shevchuk.
«Es muy importante condenar estos crímenes de guerra. Porque si no lo hacemos, continuarán y afectarán a otros pueblos y otras partes del mundo. Reconocer tales crímenes como genocidio significa detenerlos, afirmó el arzobispo grecocatólico. «Nosotros, los ucranianos, necesitamos ser escuchados, que el mundo vea nuestro dolor y que se detenga al agresor«.
A los periodistas que desde el extranjero tengan dudas sobre si de verdad Rusia comete atrocidades en Ucrania, el arzobispo Shevchuk les invita, simplemente a «venir y ver»: «Visiten ustedes a las personas heridas o a las familias de los muertos», dijo. «Vengan y miren, vengan y toquen las heridas».
Pastoral del dolor: trabajar para superar el trauma
La Iglesia Grecocatólica ha declarado que su prioridad va a ser trabajar por prevenir el trauma, sanarlo y consolar, con una «pastoral del dolor». Intenta atender especialmente a las familias de los muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros.
Muchísimos clérigos, profesores y voluntarios católicos reciben formación para poder ayudar psicológica y emocionalmente.
También constata que muchas familias se rompen en el país con los traumas y la precariedad: hubo 120.000 divorcios en 2023, el récord absoluto en la historia de la Ucrania postsoviética. Para los sacerdotes, dice el arzobispo, ese es otro reto pastoral.
Además, 7 millones de ucranianos necesitan ayuda alimentaria y la «primera euforia» por la ayuda humanitaria de varias organizaciones se ha desvanecido.
Las parroquias del este, sur y centro de Ucrania se esfuerzan en recibir y alojar desplazados que «intentan establecerse en una ciudad más o menos pacífica cercana».
La Iglesia también apoya varios centros de rehabilitación y de prótesis para mutilados por la guerra.
Es posible ayudar a la Iglesia y sus obras en Ucrania aquí en la web de ACN con Ucrania.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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