Hemeroteca Laus DEo13/04/2022 @ 00:50
Pidamos hoy por tantas almas que a pesar de haber recibido el Sacramento del Bautismo, viven la Semana Santa como paganos; espíritus muertos que deambulan por playas, discotecas, centros comerciales… viviendo con absoluta frivolidad unos días Santos donde la Iglesia rememora la Pasión y Muerte de Nuestro Señor y los Dolores de la Purísima María. Esta clase de «cristianos» son tan hipócritas como aquellos que fueron a aclamar a Cristo el Domingo de Ramos como Rey y a los pocos días bramaban ante Pilatos para que crucificara al Nazareno, a favor de la libertad de un asesino.
Debemos recordar que las aguas bautismales imprimen carácter en el alma, esto es: se es Cristiano para siempre, más allá incluso de la muerte, en el Cielo, pero también en el Infierno… por lo que es menester luchar cada día por la salvación propia, pero también es obligación grave que conquistemos para Cristo a los que se han apartado de Él. Ser tibio en este asunto, prescindir del proselitismo al que nos impele Nuestro Señor cuando nos comanda «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Evangelio de San Marcos, cap. 16, vers. 15)
El primer, y tal vez el mejor medio, es la oración, confiada y constante, por la conversión de nuestros más allegados, familiares y amigos. Después, el apostolado del ejemplo, que viene a ser predicar con la vida propia, comportándonos como buenos Cristianos, con la mayor coherencia e integridad, especialmente en lo referente a la Caridad.
Desafortunadamente, muchos Católicos viven más pendientes del sexto Mandamiento que del primero, del que nos obliga a amar al prójimo a como nosotros mismos, a tratarlo pues con la mayor cordialidad, especialmente cuando tratemos asuntos concernientes a las Verdades Eternas de nuestra Fe; Dios tiene Sus tiempos para cada uno, pues toda alma es preciosísima ante Su mirada amorosa. Con actitudes toscas y sectarias poco o ningún bien obtendremos en los que viven alejados de Cristo.
En esta Semana Santa nos queda reparar por los que no aman a Dios, sacrificarnos por quienes viven sensualmente y sobre todo, nos urge rezar, poniendo como principal intercesora ante el Trono de Dios a la que es Auxilio de los Cristianos y Corredentora con Cristo de la humanidad caída.
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