Tras años de matrimonio y mientras esperan la llegada de su noveno hijo, Soledad Ramírez y Gerardo Melo saben por experiencia que cada hijo tiene una misión que cumplir, por difícil que resulte su llegada. Cómo padres, ellos consideran la suya llevar a sus hijos al Cielo, y los ocho que han tenido -dos ya fallecidos- les enseñan a llevarla a cabo.
Como el matrimonio detalló a Rocío Madera, del Denver Catholic, eran muy jóvenes cuando se casaron y decidieron formar una familia.
Educados en familias católicas y buscando llevar una vida acorde a la fe en que fueron criados, su primera gran prueba llegó en 2017, cuando Sol supo que esperaba un hijo.
Primer aborto: de luchar con Dios a la aceptación
En México, la embarazada no superaba las nueve semanas de gestación cuando comenzó a sufrir una profunda hemorragia y contracciones. Para cuando llegaron al hospital, los especialistas confirmaron que ya no había latido.
«Fue muy difícil, pero fue la voluntad de Dios. No sé por qué las cosas pasan así, quizá algún día lo entienda, quizá no, pero sé que todo lo que Él hace es por nosotros», recordó Sol.
Para Jerry, confiar no fue tan sencillo. «¿Por qué me dices que me lo vas a dar y luego me lo quitas?», cuestionaba mientras lidiaba con un «shock emocional».
«Fue muy duro y me llevó tiempo. Seguí luchando contra Él, contra mi comodidad de lo que quería de Él. Pero es la entrega al Señor lo que te da fuerza», expresó.
El matrimonio decidió llamar a su hijo José María. «No sabíamos si era niño o niña. Fue concebido y existió, y tiene la misma dignidad que todos. No podía pasar por este mundo sin dejar huella», agregaron.
De nuevo embarazada: «Rompió todos los esquemas»
De nuevo con la confianza puesta en Dios, Sol y Jerry continuaron con sus vidas, convencidos de que «Dios sabe y permite que sucedan cosas para tu crecimiento»; pero también de que, «al entregar el control, también te da libertad y elimina muchos miedos».
`Hoy en día, los seres humanos quieren evitar el sufrimiento, pero no se dan cuenta de que a través del sufrimiento hay mucho que aprender´, comenta Jerry Melo (Imagen: Patrick Fore / Unsplash).
Era 2022 cuando Sol supo que estaba embarazada de su octavo hijo, a quien llamarían Josías.
«Rompió todos los esquemas», dijo Jerry.
Impotentes ante el Síndrome de Edwards: «Estaremos con él»
También él llegaba con problemas.
Tras algunas pruebas y 20 semanas de embarazo, la madre recibió conmocionada el diagnóstico de Síndrome de Edwards -trisomía 18-, dolencia con una mortalidad media inferior al primer mes de vida y graves secuelas para quienes sobreviven. En ningún momento dudaron en traerlo al mundo y acogerlo con el mismo amor con el que Dios se lo había enviado.
«Vamos a luchar«, pensaron, «Dios nos manda a este pequeño, vamos a luchar y ver qué viene y qué nos quiere enseñar. No importa si vive 20 años y tenemos que cargar con él. El tiempo que nos de Dios, 5 años, 15 o 1, estaremos para él«, afirmó ella, con una fe similar a la de Jerry. En su caso, «todo se trataba de rezar y pedirle a Dios que pudiese conocerlo». Incluso se visualizó en el gimnasio preparándose para cargar con su hijo en el futuro.
Los peores pronósticos para Josías se confirmaron en una de las ecografías, pero la fe de sus padres se mantuvo inquebrantable.
Sol cuenta que el pequeño tenía labio hendido, una oreja sin desarrollar, las manos y los pies contracturados, los intestinos desubicados y múltiples anomalías en el corazón, entre otras muchas dolencias.
«Cuando te cuentan todo eso, aunque tu mente no quiera verlo, tu corazón siente que será casi imposible», señala Jerry.
Un camino con la cruz y la Virgen
Las siguientes semanas fueron para el matrimonio una ocasión de fortalecer su fe y devoción.
«Me apoyé en caminar con María, sobre todo en la imagen donde ella sostiene el cuerpo desnudo de Jesús recién bajado de la cruz. Llevé esa imagen durante todo el embarazo», admite Sol emocionada, que le rezaba y decía: «No sé cómo hiciste para cargar a Jesús y sufrir como lo hiciste, no sé, no puedo, pero tú tienes que enseñarme«.
Ocho semanas después, el 29 de septiembre de 2022, Josías nacía con 28 semanas de gestación, falleciendo durante el parto. Aunque fue cuestión de segundos, su padre reconoce confiado que su hijo cumplió su misión en la tierra.
Proclamar a Dios, misión de padres e hijos
Aunque no llegó a conocer este mundo, dijo, «cumplió su misión y nos enseñó muchas cosas. Nuestra misión como padres es llevar a nuestros hijos al Cielo, ya tenemos dos que rezan por nosotros… Dios nos preparó con José María. Fue muy doloroso con los dos, pero con Josías fue muy duro porque lo teníamos físicamente. Con Josías aprendí a no quejarme de Dios».
Una de las lecciones que Sol y Jerry han aprendido es que el sufrimiento forma parte de la vida y del caminar cristiano, y que por eso no pueden ocultárselo a sus hijos. Si impedimos que sufran, dice ella, «también impediremos que puedan amar». «Hoy en día, los seres humanos quieren evitar el sufrimiento, pero no se dan cuenta de que a través del sufrimiento hay mucho que aprender«, añade Jerry.
Para Sol, su sueño y objetivo vital no es solo que sus hijos sigan a Dios, «sino que lleven a otros a seguirlo, a proclamar a Dios con su vida y sus acciones». «Y Josías lo logró», afirma.
Hoy, Sol y Jerry esperan su noveno hijo con esperanza e ilusión, y aunque la incertidumbre también se hizo presente al comienzo del embarazo, se muestran ambos confiados en los planes de Dios. A falta de semanas para su nacimiento, el matrimonio asegura confiar en la gracia y saben que, como José María y Josías, también el nuevo miembro de la familia cumplirá una misión encomendada por Dios.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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