El cardenal de Barcelona, Juan José Omella, ha sido durante 4 años presidente de la Conferencia Episcopal, de los 73 a los 77 años.
Han sido 4 años complicados, con un Gobierno socialista-comunista entregado a nacionalistas de extrema izquierda, un cambio civilizatorio como es legalizar la eutanasia, la ampliación del aborto, el acoso a los objetores de conciencia, una pandemia mundial que cerró los templos, una crisis de natalidad en España, peleas por inmatriculaciones de edificios, el mundo woke y la cultura de la cancelación, miles de refugiados ucranianos huyendo de la mayor guerra europea en 70 años, los migrantes de África que no han aminorado, un periódico y un Defensor del Pueblo haciendo campaña con los abusos sexuales eclesiales (y sólo esos) y una desunión creciente entre los católicos. Ya en su discurso del pasado noviembre mostraba su preocupación por estas divisiones.
El discurso de Omella en esta mañana de lunes, al empezar la Asamblea Plenaria de los obispos, y terminar su tarea como presidente de los obispos españoles, por fuerza debía tener algo de despedida y de recomendación, y él ha querido centrarse en hablar a los obispos y pedirles unidad fraterna entre ellos.
Lo que Omella recomienda: el Pastores Gregis de San Juan Pablo II
Ha citado algo al Papa Francisco, pero mucho más a San Juan Pablo II y a su encíclica de 2003 Pastores Gregis, subtitulada «El Obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo». «Nos anima un mismo impulso: llevar esperanza a un mundo que camina falto de ella. Hermanos, si somos servidores del Evangelio de Jesucristo, sembremos la esperanza que el mundo necesita», ha proclamado, porque «hoy observamos con dolor cómo la polarización, la desigualdad y la violencia avanzan en el mundo».
Omella ha empezado hablando de la necesidad de mostrar que «Jesús, verdadero rostro de Dios Padre, nos libera de la idea de un Dios distante, frío e indiferente ante nuestra suerte. Él, después de haber enseñado en la sinagoga, sale para que la Palabra que ha predicado pueda alcanzar, tocar y sanar a las personas. De este modo, nos revela que Dios no es un amo distante; sino un Padre lleno de amor que se hace cercano, que visita nuestras casas, que quiere salvarnos y liberarnos. Él quiere sanar todo mal del cuerpo y del espíritu. Se hace cercano para acompañarnos con ternura y para perdonarnos».
Citando a Juan Pablo II, ha recordado que los obispos «como pastores y verdaderos padres, con la ayuda de los sacerdotes y de otros colaboradores, tenemos el deber de reunir la familia de los fieles y fomentar en ella la caridad y la comunión fraterna», y dar «una esperanza que solo puede fundarse en la Palabra, los sacramentos y la vida de continua oración y relación con la Santísima Trinidad».
Los cardenales Osoro y Omella, de Madrid y Barcelona, se abrazan al empezar la plenaria de obispos españoles; ambos están en retirada por su edad; Osoro ya es sólo arzobispo emérito y Omella se despide al frente de la Conferencia Episcopal, aunque puede que siga algunos meses más como pastor de Barcelona.
Iniciativas de Nueva Evangelización
Omella estaba hablando a obispos, pero recordándoles que trabajan con sacerdotes, diáconos y laicos. «A los obispos nos corresponde singularmente una misión de impulso y coordinación en estrecha colaboración con los presbíteros y diáconos. Transformar este valle de lágrimas en un jardín de Dios es una tarea preciosa; una misión que solo podremos llevar a cabo si caminamos unidos a Dios y en comunión los unos con los otros».
Sobre la situación de la fe en España, prefirió centrarse en lo positivo: «Asistimos agradecidos a una verdadera primavera del Espíritu Santo en nuestra tierra. Descubrimos cómo el Espíritu Santo está removiendo el corazón de los fieles con multitud de iniciativas de nueva evangelización«, dijo, sin mencionar ninguna iniciativa concreta, pero dejando claro que se tratan de iniciativas de fieles, es decir, de laicos, más que de clérigos.
Que el obispo tenga amistad con hermanos obispos
Omella no ocultó los problemas pero hizo una propuesta para afrontarlos.
«Cuando nos sintamos abrumados por la gran cantidad de problemas y tareas urgentes en nuestro ministerio, sería bueno detenerse y meditar sobre estas sabias palabras del papa san Juan Pablo II: «El fundamento de toda acción pastoral eficaz, ¿no reside acaso en la meditación asidua del misterio de Cristo, en la contemplación apasionada de su rostro, en la imitación generosa de la vida del Buen Pastor? Además, para superar el riesgo de la soledad y el desaliento ante la magnitud y la desproporción de los problemas, el obispo necesita recurrir de buen grado, no sólo a la oración, sino también a la amistad y a la comunión fraterna con sus hermanos en el episcopado»».
Y añadió: «San Juan Pablo II nos recuerda que «las relaciones recíprocas entre los obispos van mucho más allá de sus encuentros institucionales»».
(Cuando un obispo anciano, a punto de retirarse, dice algo así, suena a consejo, como animando a los obispos jóvenes y en ejercicio a seguir consultando a los mayores, quizá con más cercanía humana que antes).
Sobre los sacerdotes dijo también: «La calidad humana, evangélica y pastoral de nuestros presbíteros marcará la guía y el aliento de nuestras comunidades cristianas que luchan por apostar por las bienaventuranzas como el verdadero camino del amor cristiano y humano».
Y destacó la primacía del mandato de evangelizar con fieles laicos: «Sigamos, pues, con la ayuda de Dios, despertando en los fieles laicos esa vocación que hemos recibido del Señor: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Recordó que Jesús pide a los pastores trabajar no sólo con los creyentes, sino con las personas de otras religiones o alejadas, «llamadas por la Santísima Trinidad a alcanzar la meta».
Palabras de Ratzinger sobre cómo ha de ser el pastor
Y finalizó con «unas palabras alentadoras«, las del cardenal Ratzinger (luego Benedicto XVI) en la misa Misa Pro eligendo pontífice tras la muerte de Juan Pablo II: «Nuestro ministerio es un don de Cristo a los hombres, para construir su cuerpo, el mundo nuevo. ¡Vivamos nuestro ministerio así, como don de Cristo a los hombres! Pero en esta hora, sobre todo, roguemos con insistencia al Señor para que […] nos dé […] un pastor según su corazón, un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría. Amén».
Son palabras («un pastor según su corazón») que resuenan con fuerza cuando los obispos españoles se disponen a elegir nuevo presidente, vicepresidente y renovar todos los cargos.
Pero también hace que muchos piensen en un Cónclave: eran palabras para elegir un Papa.
Omella completó su mensaje diciendo: «Ruego a Dios que los trabajos de estos días nos ayuden a vivir estrechamente la comunión; y que nos permitan seguir anunciando la Buena Nueva con esperanza, humildad, valentía y alegría».
Texto completo del discurso de Omella aquí.
Así, su discurso final insistió en la comunión y en la evangelización, «con valentía y alegría».
Vídeo con la sesión inaugural de la plenaria de los obispos y el discurso inicial del cardenal Omella:
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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