En su comentario al Evangelio previo al rezo del Ángelus de cada domingo, Francisco profundizó en la historia del hombre rico que pregunta a Jesús qué hacer para heredar la vida eterna, relatad en Marcos 10, 17-30.
Francisco se detuvo a analizar la respuesta del hombre, al que Jesús invitó a «dejarlo todo y seguirlo», pero él, «entristecido, se va porque era muy rico«.
«Es como si algo en su corazón le impulsara: en efecto, a pesar de tener tantas riquezas, se siente insatisfecho, lleva dentro una inquietud, va en busca de una vida plena. Como hacen a menudo los enfermos y los endemoniados se postra a los pies del Maestro; es rico, y sin embargo necesita ser sanado», planteó el Papa.
Jesús, agregó, le propuso «una terapia«, la de vender todo lo que posee, darlo a los pobres y seguirlo, pero en respuesta «pone cara triste y se va»: «Tan grande e impetuoso ha sido su deseo de conocer a Jesús, como fría y rápida ha sido su despedida de Él».
Como el rico, comentó el Papa, «también nosotros llevamos en el corazón una necesidad irreprimible de felicidad y de una vida llena de sentido», pero «podemos caer en la ilusión de pensar que la respuesta está en la posesión de cosas materiales y seguridades terrenales».
Frente a esta consideración, recordó que «Jesús quiere devolvernos a la verdad de nuestros deseos y hacernos descubrir que el bien que anhelamos es Dios mismo, su amor por nosotros y la vida eterna que Él y sólo Él puede darnos».
Frente a las certezas materiales, «la verdadera riqueza es que Él nos mire con amor, como hace Jesús con aquel hombre, y amarnos entre nosotros haciendo de nuestra vida un don para los demás». Por eso, agregó, Jesús nos invita a «arriesgarnos a amar», y a «despojarnos de nosotros mismos y de nuestras falsas seguridades, prestando atención a quien está necesitado y compartiendo nuestros bienes, no solo las cosas, sino lo que somos: nuestros talentos, nuestra amistad, nuestro tiempo».
La verdadera riqueza, concluyó, «no son los bienes de este mundo, sino ser amados por Dios y aprender a amar como Él».
Ucrania y Oriente Medio: «¡Dejen de matar inocentes!»
Tras el rezo del Ángelus, Francisco afirmó seguir «con preocupación» el conflicto de Oriente Medio, recordando nuevamente que la guerra «siempre es una derrota» y llamando a los involucrados y a los organismos internacionales a hacer lo posible por lograr la paz.
«Estoy cerca de todas las poblaciones afectadas de Palestina, Israel y Líbano, donde pido que se respeten las fuerzas de paz de la ONU. Rezo por todas las víctimas, por los desplazados, por los rehenes que espero sean liberados inmediatamente, y espero que este gran inútil sufrimiento generado por odio y venganza termine pronto. Hermanos y hermanas, la guerra es una ilusión, es una derrota, nunca traerá la paz, nunca traerá la seguridad, es una derrota para todos especialmente para aquellos que se creen invencibles. ¡Basta, por favor!».
Francisco concluyó su alocución refiriéndose también a la guerra de Ucrania, instando a que «cesen los ataques aéreos contra la población civil, que siempre es la más afectada». «¡Dejen de matar inocentes!«, exclamó.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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