Te odian, te critican y se burlan porque eres católico, porque haces la señal de la cruz públicamente, porque rezas tu rosario. Nunca te avergüences. Nuestro Señor también fue odiado y tratado con toda clase de crueldad, pero Él nunca se dio por vencido. No seas como ellos y empieces a discutir e insultar, simplemente regocíjate porque participas del verdadero sufrimiento de Cristo.
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