23/12/2024

Pasolini, segunda meditación: por qué San José y el centurión son los iconos de la confianza en Dios

La segunda meditación de Adviento para todos los miembros de la Curia Romana, encabezados por el Papa, tuvo lugar este viernes en el Aula Pablo VI del Vaticano. Fue la segunda intervención del padre Roberto Pasolini como nuevo predicador de la Casa Pontificia, tras la primera, hace una semana, sobre La puerta del asombro.

Esta vez habló de La puerta de la confianza, dentro de un ciclo genérico para este tiempo pre-navideño que lleva por título Las puertas de la esperanza. Hacia la apertura del Año Santo a través de la profecía de la Navidad.

«La confianza no es un optimismo ingenuo, sino una opción valiente que brota de una visión profunda de la realidad, manteniendo viva la esperanza incluso en los momentos difíciles”, explicó el capuchino, quien puso como ejemplo de esta virtud al rey Ajaz, al centurión romano del Evangelio y al propio San José.

Ajaz, rey de Judá

Ajaz no confió. En vez de resistir en Jerusalén, como le dijo Dios por medio del profeta Isaías, se alió con Asiria y terminó siendo su vasallo. No comprendió, dijo el predicador, que «solo la confianza nos hace libres» y que es la «mirada de Dios», que es Amor y nos ha hecho libres, la que nos mantiene en el camino recto o nos devuelve a él.

«Dios respeta nuestra libertad y se alegra cuando la utilizamos para asemejarnos a Él«, señaló Pasolini: «Respeta esta libertad incluso cuando optamos por encerrarnos en nosotros mismos y en el egoísmo. Sin embargo, aunque nos apartemos de su mirada, Dios no puede apartar su mirada de nosotros. Sigue reconociéndonos como hijos amados, mostrando confianza en nuestra capacidad de volver a Él y a nosotros mismos». 

El Aula Pablo VI, con los miembros de la Curia en la predicación del padre Pasolini. Foto: Vatican Media.

El centurión romano

El Evangelio de San Lucas recoge la historia (Lc 7, 1-10) del centurión que pide a Jesús la curación de su siervo enfermo, y la obtiene porque confía en Él, pronunciando una «frase maravillosa» -dijo Pasolini- que se ha incorporado a la liturgia para el rito de comunión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Dilo de palabra y mi criado quedará sano». Esta actitud, añadió, expresa una gran confianza en Él «y en su condición de Palabra definitiva de la salvación de Dios«.

Además, el centurión romano muestra que la fe en Dios y la atención al prójimo no son «separables» ni «asimétricas», al contrario: «Nuestra fe en Dios es auténtica en la medida en que creemos que la confianza y la bondad nunca son superfluas en las relaciones que vivimos«. Hay que «encontrar siempre el tiempo y el modo de ponernos en el lugar del otro» en el seguimiento del Señor, que nunca nos incomoda, «ni siquiera cuando resbalamos en el pecado», porque «es el amor el que se acerca al otro, la luz que brilla siempre, incluso en la oscuridad», dijo Pasolini.

El centurión, con su postura «límpida, abierta, sana, visible«, es «un fuerte recordatorio para nosotros y para nuestros caminos de fe», en los que a menudo nos encontramos «cerrados y desconfiados y egoístas».  

San José

Por último, Pasolini, quien tenía justo delante a Francisco, habló sobre San José, a quien el Papa consagró en 2020 la carta apostólica Patris corde, con motivo del 150º aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia universal.

El padre putativo de Jesús es un «icono de la confianza» porque, «confiando en el Señor», ante el embarazo de María no reacciona con ira ni huye, sino que permanece al lado de su esposa adquiriendo en su vida y en la de su Hijo un «protagonismo valiente«.

Esto es también una enseñanza para nosotros, que tantas veces, ante situaciones complicadas, buscamos evitar el problema por temor a «mirar la realidad a la cara, porque no nos gustaría vernos obligados a reconocer en ella una llamada a implicarnos más en la vida de los demás«. Puestos contra las cuerdas, «tendemos a querer cambiar las circunstancias» en vez de cumplir ese deber.

Sin embargo, «el acto de justicia más auténtico no consiste nunca en arreglar lo que nos molesta o disgusta, sino en intentar cambiar nosotros mismos, remodelando nuestras expectativas en función de las necesidades o dificultades de quienes nos rodean». Al igual que en el caso de San José -concluyó-, cuando parece que perdemos algo inmensamente importante, Dios siempre nos ilumina.

Un lugar para Dios

Por eso, concluyó Pasolini, en el tiempo de Adviento nos corresponde «cruzar la puerta de la confianza», teniendo presentes estos tres modelos (uno negativo y dos positivos), dirigir la mirada hacia Dios y, con confianza en Él, «ver lo bueno que nos rodea» y «abrazar la realidad incluso cuando es incómoda y casi repulsiva, tratando no de buscar justicia, sino de ajustar nuestro corazón«, que puede ser «un espacio de felicidad, porque es el lugar que el Señor ha elegido para estar con nosotros, para siempre».

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»