El servicio de prensa vaticano ha anunciado este miércoles que Teodor Matsapula, de 42 años de edad, será el eparca (obispo de rito oriental) de la diócesis de rito griego de Mukachevo (o Mukácheve) en Transcarpatia, la región ucraniana suroccidental, fronteriza con Polonia y Hungría.
Este nombramiento acumula una serie de peculiaridades notables.
En primer lugar, tiene solo 42 años: se convierte en el sexto obispo más joven de los que actualmente pastorean la Iglesia Católica.
En segundo lugar, es el primer religioso del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) que es designado obispo.
El IVE nació en Argentina en 1984, en la diócesis de San Rafael. Su rama femenina, las religiosas Sirvientas del Señor y la Virgen de Matará, conocidas por su hábito gris y largo velo azul, fue fundada en 1988, y hoy cuenta con más de mil religiosas en 35 zonas de misión. El actual superior del IVE es el argentino Gustavo Nieto, oriundo de San Luis.
Parece que el Papa Francisco ha querido premiar los 40 años de existencia de este instituto con un obispo, que sin embargo no es ni argentino ni misionero, sino un eparca de rito griego en su tierra natal, muy lejos de la Iglesia argentina.
El corazón de los grecocatólicos rutenos
La tercera peculiaridad es la diócesis en sí, que es peculiar: es el corazón de la Iglesia Grecocatólica Rutena, y depende directamente de Roma, y no del Sínodo de la Iglesia Grecocatólica Ucraniana. Y llevaba casi 4 años en sede vacante, desde julio de 2020.
Hoy, la Iglesia Católica Rutena, de rito griego, unida a Roma desde 1646, tiene unos cien mil fieles repartidos por varias eparquías en Estados Unidos, una comunidad de pocos miles de fieles en Chequia y esta eparquía de Mukácheve, que cubre la región de Transcarpatia. En 2019, antes de la guerra, el territorio de la diócesis tenía 1.250.000 habitantes, de los que 320.000 (un 25%) eran católicos rutenos, atendidos por unos 300 sacerdotes en unas 450 parroquias.
Divina Liturgia en abril de 2024 en la catedral grecocatólica de la diócesis de Mukachevo, en Transcarpatia, en la ciudad de Úzhgorod, frontera con Hungría; peculiar mezcla de arquitectura neoclásica con liturgia bizantina.
Los Montes Cárpatos y sus zonas cercanas tienen población de lengua rusina o rutena (una lengua eslava cercana al ruso y al ucraniano). Es una zona montañosa que tradicionalmente estuvo más en el ámbito del Imperio Austrohúngaro (católico) que en el del Imperio zarista (ortodoxo). En 1646, unos 60 sacerdotes ortodoxos y su obispo Vasyl Tarasovych, con religiosos de la orden basiliana, dieron el paso de unirse plenamente a la Iglesia Católica conservando la liturgia y el rito bizantino.
Durante la dictadura comunista en el s.XX, la Iglesia rutena fue declarada ilegal y sus bienes entregados a la Iglesia Ortodoxa, muy vigilada por las autoridades. Los comunistas destruyeron además 40 iglesias. El obispo auxiliar Nikolaj Muranija y Alexander Chira organizaron una iglesia clandestina que logró mantener la fe: ambos fueron condenados a 25 años de prisión.
Poco después de la Caída del Muro de Berlín, la Santa Sede confirmó su autoridad directa sobre esta eparquía de etnia e historia peculiar, una forma de proteger la tradición rutena para que no quede meramente absorbida en la Iglesia Grecocatólica Ucraniana, que con unos 7 millones de fieles es la mayor iglesia católica oriental.
La sede de la eparquía se encuentra en la ciudad de Úzhgorod (115.000 habitantes, en la frontera con Hungría), en la Catedral de la Santa Cruz. Era una antigua colegiata de los jesuitas: cuando fueron expulsados en el siglo XVIII, la emperatriz austriaca la entregó a la jerarquía grecocatólica. En Mukáchevo, la antigua sede eparquial (85.000 habitantes, un 10% de etnia húngara), se encuentra la Concatedral de la Asunción de la Virgen María.
Según un sondeo de 2015 del Centro Razumkov, en Transcarpatia (región, no oblast) el 70% de la población se declaraban ortodoxos, el 20% grecocatólicos y un 7% católicos latinos (sobre todo de etnia húngara, eslovaca y polaca).
El nuevo obispo y el contexto de la guerra
Transcarpatia es la región ucraniana más alejada del frente y de la guerra. Allí llegan pocas bombas, pero sus comunidades acogen cientos de miles de desplazados llegados de las zonas más golpeadas.
Las parroquias, casas de colonias, hogares de acogida, están llenos de ucranianos llegados de la otra punta del país, o colaboran en la recogida de materiales de ayuda.
Teodor Matsapula declaró a la agencia Aciprensa que él y los fieles de la región comparten el dolor de la guerra, «porque sí hay gente a la que le toca ir a morir, soldados, y por eso recibimos muchos desplazados». «Llegan desde la zona de la guerra, también porque estamos cerca de países limítrofes como Hungría, Eslovaquia, Polonia y Rumania», precisó.
Teodor Matsapula nació el 21 de agosto de 1981 en Krylos, en la adyacente región de Ivano-Frankivsk (Ucrania). En 2001 ingresó al noviciado del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). Estudió en el Seminario Internacional de San Vitaliano, en Segni (Italia), y luego en el Centro de Altos Estudios San Bruno Vescovo (2002-2008). El 25 de agosto de 2007 hizo sus votos perpetuos y fue ordenado sacerdote el 10 de febrero de 2008.
Entre 2008 y 2013 desarrolló su servicio pastoral para los fieles católicos de rito bizantino fuera de Ucrania. Al volver a su país, siguió su ministerio en la eparquía de Mukachevo. Entre 2013 y 2019 fue superior provincial del IVE en Ucrania. Desde 2017 sirve a los religiosos en la eparquía de Mukachevo.
Tiene un título en Letras de la Universidad Nacional de Transcarpatia, y una licenciatura en Teología Pastoral de la Universidad Católica de Ucrania. Habla ucraniano, ruso, italiano, español y polaco.
Más sobre la Iglesia rutena en Mukachevo en este artículo sobre el santuario de las apariciones de Jublyk.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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