QUE EN TODO SE DEBE BUSCAR LA MAYOR GLORIA DE DIOS – MEDITACIÓN. P. JEAN CROISSET. Sacerdote de la Compañía de Jesús.
Considera que Dios Crió a todo este vasto universo ya todas las criaturas que se comprenden en él únicamente para su gloria. Cuando las sacaron de la nada, no se podía proponer otro fin. Luego que determinó Dios criar una criatura racional, esto es capaz de conocerle y amarle, no pudo menos de querer que esta criatura lo refiriese todo a la gloria del Criador; es decir, que su entendimiento conociese aquel Ser infinitamente perfecto; aquel Ser soberano, independiente y todopoderoso, aquel Ser, principio y fin de todos los demás seres, y que su corazón le amase como a su único y supremo bien; que ese entendimiento y ese corazon, caminando siempre de acuerdo y por este motivo de religión, no se movieen sino para hacer aquello que agrada a Dios; que nada deseasen tanto como ver santificado y glorificado su nombre, en todo y por todo, y ser extendido por todas partes el número de sus verdaderos fieles y de sus verdaderos adoradores.
De este conocimiento y este amor de Dios resulta necesariamente el respeto y la adoración que se deben a este soberano Ser, objeto único y necesario de su admiración, de su veneración, de su consagración y de su culto, único objeto capaz de contentar y de Saciar su corazón, y único principio de la felicidad aun desde esta vida.
No hay criatura en el cielo, no la hay en la tierra, que no nos esté gritando y advirtiendo este fin. Tienen los cielos su lengua, y con ella publican incesantemente la gloria del Criador, Ni es menos elocuente la tierra. No hay flor, no hay fruto, no hay planta, no hay yerbecilla que no nos anuncia la incomprensible habilidad, la infinita sabiduría y la omnipotencia del que la crió.
¿Qué hombre, qué ingenio pudo, ni podrá jamás hacer el más imperceptible mosquito, el más vil insecto? La planta más despreciable: la hoja más mínima confunde y desespera toda la industria, toda la habilidad del más diestro artífice.
¡Oh Dios mío, cuántos objetos publican nuestra nada, y nos predican nuestra obligación cuando nos ponen a la vista tu infinito poder! Todas las cosas nos están gritando que solo fuimos criados para glorificaros; es decir, todas las criaturas nos deben mover a conoceros, a amaros ya bendeciros sin cesar. Todas nos claman que solo nos disteis el uso de estas criaturas con la precisa condición de que nos habían de servir de medio para reconocer vuestra bondad en tantos beneficios, y para obedecer vuestros preceptos. Usar en otra conformidad de estos beneficios es impiedad, y por decirlo así, es injusticia; Todo nos debe llevar a Dios, ya Dios debemos referirlo todo, así que pena de trastornar con culpable abuso el orden que Él mismo inició cuando nos crió. Bienes, talentos, salud, la vida misma, cuanto tenemos, cuanto somos, todo debe ser únicamente para gloria nuestro de Dios. Cuanto hacemos, cuanto emprendemos, cuanto deseamos, no debe tener otro motivo que esta divina gloria. Esta fue la principal devoción de todos los santos, y singularmente de San Ignacio de Loyola.
Pero darte mayor gloria Señor. ¿Es nuestra verdadera meta? ¿Somos todos siervos de Dios? ¿Trabajamos únicamente por este soberano Dueño? ¡Ah Señor, con que pocos siervos fieles cuentas! ¿Mereceremos nosotros este augusto título? Medita…
“AÑO CRISTIANO”
AÑO 1864
PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD
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