San Francisco Javier (1506-1552) es, sin ningún tipo de dudas, uno de los santos más universales de la Iglesia. Proveniente de Occidente prendió el fuego del Evangelio por todo Oriente, desde la India hasta Japón, aunque no pudo llegar a cumplir su sueño de evangelizar China, en cuyas puertas falleció con tan sólo 46 años. Fue el primer misionero jesuita y gracias a sus cartas desde Oriente sirvió de inspiración a multitud de futuros sacerdotes y misioneros. Fue además uno de los siete religiosos que fundarían la Compañía de Jesús. Es desde 1927 patrono universal de las misiones.
¿Quién es San Francisco Javier?
¿Cómo conoció San Francisco Javier a San Ignacio de Loyola?
¿Por qué es patrono universal de las misiones?
¿Dónde murió San Francisco Javier?
¿Dónde está enterrado San Francisco Javier?
¿Está incorrupto el cuerpo de San Francisco Javier?
¿Hizo en vida milagros San Francisco Javier?
San Francisco Javier, protagonista de la canonización más importante de la historia.
¿Por qué se representa a San Francisco Javier con un corazón ardiente?
¿Qué es la Novena de la Gracia en honor a san Francisco Javier?
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¿Quién es San Francisco Javier?
Francisco nació en el castillo familiar de Javier, en Navarra, en el norte de España, y allí aprendió las primeras letras, en el seno de una buena familia. En 1525 se trasladó a París para sus estudios universitarios en el Colegio de Santa Bárbara. Allí tuvo como compañero de habitación a Pedro Fabro (futuro beato jesuita) y más adelante a San Ignacio de Loyola, un compañeros mucho mayor que ellos.
Francisco Javier era un joven líder, talentoso, deportista, aventurero, atractivo, conquistador y con mucho arrojo; se dice que también era un joven arrogante, vanidoso y un tanto orgulloso. Se cuenta que, antes de su conversión, no soportaba la presencia de Ignacio y muy a menudo se burlaba de él, de su edad y de su cojera. «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”, le repetía Ignacio, algo que no le gustaba a Javier. Pero poco a poco fue calando en él hasta que logró que Francisco hiciera lo que hoy se conoce como “ejercicios espirituales”.
Francisco Javier e Ignacio de Loyola forjaron una gran amistad y comenzaron a estudiar teología en1534. Dos años más tarde partieron a Venecia con el objetivo de poder viajar a Tierra Santa. En la península itálica serían ordenados sacerdotes ellos dos más sus cuatro compañeros. Más tarde se trasladaron a Roma para ponerse a servicio del Papa. Javier sería enviado a la colonia portuguesa de la India junto a su compañero Simón Rodríguez a petición del rey de Portugal.
Según explica la Compañía de Jesús, Javier y Rodríguez dejaron Roma el 15 de marzo de 1540 y llegaron a Lisboa a fines de junio. La flota había zarpado ya, de modo que los dos sacerdotes tuvieron que quedarse en Lisboa hasta la primavera siguiente. Se dedicaron a predicar y a asistir a los presos. Al rey le entusiasmó tanto su trabajo que pidió que uno de ellos se quedase y diese comienzo a un colegio. El elegido fue Rodríguez, haciendo así que Javier partiese como primer jesuita misionero. Cuando Javier se estaba embarcando en la nave Santiago, un mensajero real le entregó una carta en la que el Papa le nombraba nuncio apostólico, lo cual le daba autoridad sobre todo el clero de Goa.
La nave partió el 7 de abril de 1541, el mismo día en que Javier cumplía 35 años y tardó 13 meses en llegar a Goa. Nada más llegar comenzó a predicar a los portugueses, visitando las cárceles y sirviendo a los leprosos. Los habitantes del lugar eran conversos al cristianismo, pero no tenían sacerdotes, de modo que Javier tuvo que volver a instruirles en la fe, bautizar a los que estaban preparados, y preparar catequistas para que se quedaran con ellos mientras él pasaba de un poblado a otro.
A finales de 1544 alcanzó la costa occidental de la India en Travancore; entre noviembre y diciembre de aquel año se tienen noticias de que bautizó 10.000 personas. Siguiendo hacia el norte llegó a Cochín, y luego navegó hasta la ciudad portuguesa de Malaca en Malasia, desde donde se dirigió hacia el que era su objetivo, las Molucas o islas de las especias, a donde llegó el 14 de febrero de 1546. Hizo una visita a los poblados cristianos y bautizó más de 1.000 personas en Serán. Emprendió luego una expedición de reconocimiento a las islas de Ternate y del Moro, conocidas por sus cazadores de cabezas. Volvió a Malaca en julio de 1547 y tomó medidas para que otros dos jesuitas ocuparan su puesto.
Un noble japonés, de nombre Ajiro, que quería ser cristiano, le habló de Japón. Pero antes de ir allí tuvo que volver a Goa. Pero finalmente partió para Japón en 1549. Llegó de nuevo a Malaca, pero no encontró un capitán que estuviera dispuesto a arriesgarse a surcar aguas desconocidas. Javier, pues, contrató a un pirata para que los llevase. Partieron en junio de 1549 y arribaron el 15 de agosto a Kangoshima, al sur del Japón. La tarea en Japón no fue nada sencilla, pero aunque le costó muchos esfuerzos finalmente pudieron abrir una brecha en la evangelización del Japón.
Francisco Javier partió en septiembre de 1551 y logró un barco que iba a Malaca. Esperaba poder volver a Japón al año siguiente, pero el barco fue presa de un tifón que lo desvió de su ruta unas mil millas. El 17 de diciembre la nave entraba en el puerto de Cantón y echaba anclas ante la isla de Sancian. Cuando Javier vio China tan cercana, sintió que aquel continente le llamaba. Los dos jesuitas pudieron subir a un barco que se dirigía a Singapur, a donde llegaron a fines de aquel mes. Allí encontró Javier una carta de Ignacio que le nombraba provincial de “las Indias y países más allá de ellas”.
En enero de 1552 estaba de vuelta en la India, donde encontró otra carta que le pedía que volviese a Roma para informar de la misión. Creyó que esta visita podía esperar hasta que regresara a China. Javier dejó la India en abril de 1552, y llegó a la bahía de Cantón en septiembre. Desembarcó en la isla de Sancian, que era a la vez un refugio de contrabandistas chinos y una base para los mercaderes portugueses. No hubo ninguno de los contrabandistas que quisiera arriesgarse a trasportar a aquel jesuita hasta China; uno que se ofreció se llevó el dinero de Javier y desapareció. El 21 de noviembre cayó con fiebre y no fue capaz de dejar su choza en la playa de la isla. Siete días después caía en coma, aunque el 1 de diciembre recuperó la conciencia y se entregó a la oración durante las horas de vigilia. Falleció la mañana del 3 de diciembre y fue enterrado en la isla, pero sus restos fueron llevados más tarde a Malaca y desde allí a Goa, donde recibieron sepultura en la iglesia del Buen Jesús. En 1622 fue canonizado y en 1927, nombrado patrón universal de las misiones.
Milagro de San Francisco Javier, obra del genial pintor Rubens
¿Cómo conoció San Francisco Javier a San Ignacio de Loyola?
San Francisco Javier, navarro, y San Ignacio de Loyola, vasco, no se conocieron en España, sino que fue en París, donde ambos estudiaban donde se concretó una amistad que acabaría cambiando la historia del mundo y de la Iglesia.
En 1525, con poco más de 18 años, fue a París para comenzar sus estudios universitarios en el Colegio de Santa Bárbara. Allí tuvo como compañero de habitación a Pedro Fabro, beato y que también sería jesuita. Cuatro años más tarde todo cambió con la llegada de un estudiante mayor que ellos, Ignacio de Loyola (Iñigo López de Loyola), un fracasado cortesano vasco que ahora se dedicaba a la oración. Loyola despertó pronto en Fabro el deseo de ser sacerdote y de trabajar por la salvación de las almas, pero Javier tenía aspiraciones de hacer carrera en el mundo y no sentía ningún interés por ser sacerdote. Obtuvo el título de licenciado durante la primavera de 1530 y comenzó a enseñar Aristóteles en el colegio de Dormans-Beauvais. En ese tiempo siguió compartiendo habitación con Fabro y Loyola. Aprovechando la ausencia de Fabro, que había ido a visitar a su familia en 1533.
Al principio Francisco había rehusado la influencia de Ignacio, que le repetía continuamente: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?». Poco a poco fue calando en él hasta que San Ignacio logró que Francisco se apartara un tiempo para hacer un retiro especial, los hoy conocidos como “ejercicios espirituales”. Y así fue como Javier comprendió las palabras de Ignacio: «Un corazón tan grande y un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que dura eternamente».
¿Por qué es patrono universal de las misiones?
San Francisco Javier fue proclamado en 1927 junto a Santa Teresita de Lisieux como patrono universal de las Misiones. Ya en 1748 la Santa Sede le había nombrado patrón de Oriente, y en 1904 de la Obra de Propaganda Fide.
San Francisco Javier fue el primer misionero jesuita y el prototipo que sirvió de inspiración para que muchos entraran en la Compañía de Jesús y evangelizaran naciones lejanas. A través de sus cartas en las que hablaba de manera arrolladora sobre las misiones muchos jóvenes sintieron la llamada a la misión, propiciando que un ejército de misioneros recorriera el mundo teniendo como ejemplo a San Francisco Javier, incansable evangelizador, amante de aquellos a los que evangelizaba e incansable haciendo el bien.
¿Dónde murió San Francisco Javier?
Como no podía ser de otro modo, San Francisco Javier dio su vida por entero por la evangelización. Tras haber llevado el Evangelio por las Indias, distintas islas y a Japón, Javier soñaba con evangelizar China. Tras fracasar una embajada portuguesa para facilitarle el acceso al emperador de China, se hizo trasladar a la isla Sancián, a fin de tratar de alcanzar secretamente la playa de Canton. Pero el 3 de diciembre de 1552, con tan sólo 46 años, fallecía debido a una pulmonía en esta isla (conocida como Shangchuan), que hoy pertenece a China y que se encuentra situada a frente a la costa de este país asiático a escasos kilómetros de Hong Kong. En su vida había recorrido 120000 kilómetros, tres veces la tierra, anunciando a Cristo.
En cuanto murió, rápidamente llegaron los portugueses del barco de «Santa Cruz». Junto a su compañero en la misión, la tripulación introdujo el cuerpo en una caja de madera y la llevaron en una barca al otro lado del puerto. Introdujeron cal en el ataúd para que se pudriera pronto la carne y se pudiera llevar más fácilmente el esqueleto. Pasaron tres meses y el navío «Santa Cruz» se preparaba a volver a Malaca. Cuando desenterraron el cuerpo se quedaron admirados porque no estaba descompuesto, por lo que lo metieron en una caja mejor que untaron de brea y lo llevaron hasta Malaca (Malasia) Allí le recibieron con gran entusiasmo, pues el santo había evangelizado allí en vida. Cesó en la ciudad la gran mortandad que había. Un enfermo le besó y quedó curado. Y más adelante llegó a Goa, donde le hicieron un gran recibimiento.
¿Dónde está enterrado San Francisco Javier?
A diferencia de la inmensa mayoría de los santos de su época, los restos de san Francisco Javier reposan todavía hoy en el lugar donde realizó gran parte de su misión. El santo está enterrado en la basílica del Buen Jesús en Goa, en la India, en la costa occidental del país asiático. Millones de personas van cada año en peregrinación, incluso no católicos.
Goa fue la primera escala que realizó en su misión a Oriente. Allí hizo una enorme labor apostólica y al morir el santo a las puertas de China, intentando cumplir su gran sueño de evangelizar a este gigante, sus compañeros trasladaron su cuerpo hasta Goa, en esos momentos capital de la India portuguesa.
Sin embargo, no todos sus restos se encuentran entregados en Roma. La gran reliquia del santo, su brazo incorrupto, se encuentra en la iglesia jesuita del Gesú de Roma, donde se encuentra expuesta en un bello relicario, por lo que todos los devotos del santo que no pueden viajar hasta Goa para venerarlo tienen en Roma una gran reliquia suya.
Cuerpo incorrupto de San Francisco Javier expuesto en la catedral de Goa (India).
¿Está incorrupto el cuerpo de San Francisco Javier?
Efectivamente. El cuerpo de San Francisco Javier se conserva incorrupto, a pesar de que tras su muerte sus restos fueron cubiertos de cal para que se descompusiera y así poder trasladarlo. Este es un signo que muestra la santidad del santo navarro, y que se puede ver Goa, donde cada diez años las reliquias del santo son expuestas públicamente en la catedral para su veneración, percibiéndose la conservación del cuerpo del santo jesuita.
Este hecho tan llamativo sobre su cuerpo también puede percibirse en su brazo derecho incorrupto -con el que no se cansaba de bautizar-, y que se expone en un relicario de plata en la iglesia del Gesù, de Roma; concretamente, en la capilla de San Francisco Javier.
¿Hizo en vida milagros San Francisco Javier?
San Francisco Javier fue un incansable evangelizador y enamorado de Jesucristo que se acabaría convirtiendo en el gran apóstol de las Indias y del Japón. Siguiendo la misión de “prender” el mundo a su paso con el fuego del Evangelio bautizó a millares y propició la conversión al catolicismo de extensas zonas que no conocían a Jesús, y las crónicas sobre su vida rescatan numerosos milagros que habría realizado a su paso en vida por lo que hoy es Asia y Oceanía. Los más llamativos, recogidos por el padre Guillermo Ubillos, son la resurrección de más de veinte personas. Uno de ellos había sido enterrado en la iglesia de Coulán. El santo navarro ordenó que fuera desenterrado, mostró el cadáver descompuesto, rezó y le devolvió a la vida. En ese instante, una multitud pidió ser bautizada. En otra ocasión un niño había muerto ahogado en un pozo, y Javier compadecido cuando su madre se lo llevó entre lágrimas lo revivió.
Estas crónicas dejaban de manifiesto igualmente un gran don de profecía. Durante una misa afirmó: «Juan de Araujo ha muerto y he ofrecido la misa por él. Os recomiendo que lo recéis por él». En realidad, esta persona residía a 500 kilómetros de donde vivía Javier y la noticia tardó un par de semanas en llegar.
Incluso el don de lenguas habría sido uno de los regalos que recibió San Francisco Javier. Los que lo acompañaban aseguraban que era materialmente imposible que aprendiera un idioma en tan poco espacio de tiempo como él hacía. Pero incluso lo que predicaba era comprendido por personas de lenguas diferentes, lo que dejaba boquiabiertos a los allí presentes.
San Francisco Javier fue canonizado el 12 de marzo de 1622 en la considerada como una de las canonizaciones más importantes de la historia. En la imagen de izquierda a derecha: Santa Teresa de Jesús, San Ignacio, San Isidro Labrador, San Francisco Javier y San Felipe Neri.
San Francisco Javier, protagonista de la canonización más importante de la historia.
San Francisco Javier fue canonizado en 1622 en una ceremonia que pasó a la historia y que todavía hoy puede considerarse como la canonización más importante de la historia. Aquel 12 de marzo subieron a los altares en Roma cinco santos, en una ceremonia sin parangón, pues era algo inédito que fueran varios los protagonistas de esta ceremonia. Se trataba de San Isidro Labrador, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Felipe Neri y el propio San Francisco Javier. Cuatro siglos después siguen siendo algunos de los santos más queridos y conocidos de la Iglesia. Para saber más de esta canonización, histórica y todo un logro de la diplomacia puede leer el siguiente artículo: 1622, una canonización para la historia: ¿triunfo de la Reforma católica o del poderío de España?
¿Por qué se representa a San Francisco Javier con un corazón ardiente?
Tradicionalmente se ha representado en el arte a San Francisco Javier con un corazón ardiente en su pecho, con una llama de fuego brotando de su corazón. Simboliza, tal y como quedó patente en su vida y así se fue transmitiendo durante generaciones, el gran amor que tuvo a Dios y a tantas almas a las que anunció el Evangelio. Ignacio de Loyola le dijo al enviarle a Oriente: “Prende fuego al mundo”. Y lo hizo con este ardiente corazón lleno de amor.
Oraciones de San Francisco Javier.
Estas son algunas oraciones compuestas y atribuidas al propio san Francisco Javier
A las cinco llagas
Señor mío Jesucristo, en cuya mano están todas las cosas, y no hay nadie que pueda resistir vuestra voluntad, que os habéis dignado nacer, morir y resucitar: por el misterio de vuestro Santísimo Cuerpo, y por las cinco llagas, y el derramamiento de vuestra preciosísima sangre, compadeceos de nosotros, como vos sabéis lo necesitamos en nuestras almas y en nuestros cuerpos; libradnos de las tentaciones del demonio y de todo lo que veis que nos aflige; y conservadnos y fortalecednos hasta el fin, en vuestro servicio, y dadnos una verdadera enmienda, y espacio de verdadera penitencia, y el perdón de todos los pecados después de la muerte; y haced que amemos a nuestros hermanos, hermanas, amigos y enemigos; y que con todos los Santos gocemos eternamente en vuestro reino, que con Dios Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis, Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Afectos de amor
Para serviros, Dios mío, no me mueve el terror de vuestra mano arrojando rayos, ni el horror del fuego del infierno ardiendo eternamente: Tú me mueves, Dios mío, por ti mismo: Tú, Jesucristo, atravesado, me atraes, la Cruz me obliga, y me enciende, oh Jesús; la sangre que brota de tus llagas. Si no existiese el fuego del infierno y se quitase la esperanza de la gloria, yo, sin embargo, oh Criador mío, prendado de vuestras bondades, admirando vuestra sublime divinidad, santa y próbida, proseguiré en el amor ya comenzado. A ti, Jesús, Hijo de Dios, a ti, Hijo de la Virgen, manso, fuerte, inocente, que te dignaste morir por nosotros, que todo lo mereces, te amaré sin recompensa.
Acto de amor
¡Oh Dios mío! Yo os amo; y no os amo porque me salvéis, o porque castiguéis con fuego eterno a los que no os aman. Vos, vos, Jesús mío, habéis abrasado todo mi ser en la Cruz; sufristeis los clavos, la lanza, las ignominias, innumerables dolores, sudores, angustias, y la muerte: y esto, por mí y por mí pecador. ¿Por qué, pues, no te he de amar, oh Jesús amantísimo? No porque me lleves al cielo, o porque me condenes al infierno, ni por esperanza de algún premio; sino así como vos me amasteis, así os amo y os amaré: sólo porque sois mi Rey y sólo porque sois mi Dios. Amén.
¿Qué es la Novena de la Gracia en honor a san Francisco Javier?
La web católica de Javier explica esta antigua y extendida devoción relacionada con el santo y que tiene su origen precisamente en un milagro por intercesión del propio San Francisco Javier.
Con ocasión de adornar un altar en Nápoles para una fiesta de la Inmaculada Concepción en 1633, cayó desde los andamios un martillo de dos libras de peso que hirió gravemente al Padre Marcelo Mastrilli, de la Compañía de Jesús, destrozándole el parietal derecho. Llegó a agravarse tanto su enfermedad, que iban a darle ya la extrema unción, pues era imposible administrarle el Viático, por no poder el enfermo ni tomar una gota de agua. Pero cuando estaban pensando en esto el sacerdote se levantó totalmente curado. La herida había desaparecido, la cicatriz no se notaba y el religioso jesuita se sentía restablecido de repente.
Rápidamente subió al púlpito, y por su propia voz explicó al pueblo de Nápoles el secreto. Viéndose herido y sin esperanza de vida, había hecho voto en honor de San Francisco Javier de ir a las misiones de Indias, si le concedía la salud. La noche última se le había aparecido el santo animándolo a cumplir su voto y recibir el martirio en el Japón (como así sucedió). Mastrilli prometió la especial ayuda del santo a cuantos le invoquen y también recomendó hacerle una novena. Más tarde, el P. Alejandro Filipucci, también curado por el santo en 1658, compuso la novena y fijó como fecha para su realización del 4 al 12 de marzo (aniversario de su canonización), aunque puede hacerse en cualquier época del año. Desde entonces, esta devoción se ha divulgado rápidamente por todas partes. Se la conoce con el nombre de Novena de la Gracia «por su grande y comprobada eficacia en las necesidades de la vida presente» (S. Pío X). Los Romanos Pontífices han concedido una indulgencia plenaria si se cumplen los siguientes requisitos:
Así se realiza esta novena:
-Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo…
ORACIÓN
-Amabilísimo y amantísimo Santo, adoro con Vos, humildemente, a la Divina Majestad y le doy gracias por los singulares dones de gracia que os concedió en vida y por la gloria de que ya gozáis. Suplicoos, con todo el afecto de mi alma, me consigáis por vuestra poderosa intercesión, la gracia importantísima de vivir y morir santamente. Os pido también me alcancéis… (aquí se hace la petición espiritual o temporal) Y si lo que pido, no conviene a mayor gloria de Dios, y bien de mi alma, quiero alcanzar lo que para eso fuere más conveniente. Amén.
(Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
Oración que compuso y decía el Santo:
-Eterno Dios, Creador, de todas los cosas, acordaos que Vos creasteis las almas de los infieles, haciéndolos a vuestra imagen y semejanza. Acordaos, Padre Celestial, de vuestro Hijo Jesucristo que, derramando tan liberalmente su sangre padeció por ellas. No permitáis que sea vuestro Hijo por más tiempo menospreciado de los infieles, antes aplacado con los ruegos y oraciones de vuestros escogidos los Santos y de la Iglesia, Esposa benditísima de vuestro mismo Hijo; acordaos de vuestra misericordia y, olvidando su idolatría e infidelidad, haced que ellos conozcan también al que enviásteis Jesucristo, Hijo vuestro, que es salud, vida y resurrección nuestra, por el cual somos libres y nos salvamos, a quien sea dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
-Oh, Dios, que quisiste agregar a tu Iglesia las naciones de los Indias por la predicación y por los milagros de San Francisco Javier. Concédenos que, pues veneramos la gloria de sus insignes merecimientos, imitemos también los ejemplos de sus heroicas virtudes: Por Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en los siglos de los siglos. Amén.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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