«Nos están arrinconando. A ti y a mí«. Con estas palabras, el empresario, abogado y divulgador Raúl Mayoral comenzaba este martes su séptimo «pregón de combate» de Libercast, un incipiente canal de YouTube centrado en la batalla cultural por el «rearme moral y la defensa de la libertad». En pocos minutos, Mayoral advierte de los peligros de excluir a Dios de la vida pública, desvela las contradicciones del laicismo y renueva su llamado a los católicos a la movilización con una consigna: «No escondas tu fe, hazla presente en la vida pública, porque Jesucristo vive, resiste, insiste y existe».
Mayoral goza de una amplia y polifacética trayectoria como directivo en prestigiosas instituciones empresariales, educativas y culturales. Desde hace años, su mayor hobby y pasión es librar la batalla cultural como católico, lo que también ha hecho en cientos de artículos publicados en medios como ABC, La Razón, El Mundo o El Imparcial, entre otros.
Habla con Religión en Libertad sobre Libercast, la batalla cultural en clave de fe y ofrece medidas prácticas a los católicos para «no perder esta guerra por incomparecencia».
Mayoral comienza definiendo este fenómeno como algo indisolublemente unido a la cosmovisión cristiana. Se trata, dice, de «una ofensiva» que se libra en todos los ámbitos -educativo, en medios, editoriales, radios, universidades, laboratorios-, con el objetivo de «crear un hombre nuevo y deshacerse de los valores occidentales».
La Iglesia, «defensora de la fortaleza» en la batalla cultural
«La batalla cultural pretende suplantar la forma de vida milenaria de Occidente, que fue llamado Cristiandad, y desbancar el statu quo. Es otra cosmovisión, hostil a la católica, que pretende acabar con ella», explica.
Lo define de forma gráfica hablando de un «caballo de Troya», el de «la corrección política, la manipulación informativa o el pensamiento único», sustentado a su vez por tres arietes, «la memoria histórica para cambiar el pasado, el género para cambiar a la persona y destruir a la familia y el cambio climático para atemorizar con el apocalipsis. Y la Iglesia es quien defiende la fortaleza«.
Solo así se entiende que se hable de una persecución al catolicismo y la Iglesia en Occidente, pero no como la de países como Nigeria. La define como «el umbral de un totalitarismo que no es el agresivo e implacable de los gulags rusos. Es más suave, de terciopelo, que sutilmente te va arrinconando hasta la censura o el acoso«.
«No hay una persecución cruenta, pero sí un intento de acallar a los católicos. Nos quieren en la sacristía rezando, no quieren que la religión católica tenga presencia en la vida pública ni que condicione la vida cotidiana», explica.
Más que batalla, precisa, lo que estamos sufriendo es una «ofensiva», pues «los católicos no estamos librando la batalla, sino de brazos cruzados».
Libercast surgió cuando se resignó a «perder la batalla por incomparecencia». Concretamente dio el paso leyendo las medidas para crear un medio de comunicación libre recogidas por Álex Rosal en Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida’ (Libros Libres).
Consigue aquí `Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida´ (Libros Libres).
Desde entonces plantea su proyecto como «una misión» que hasta ahora se ha plasmado en siete «pregones de combate«, a lo que pretende agregar próximas entrevistas y publicaciones.
Escucha aquí los siete pregones.
«Hay que dar la batalla en los medios, en las redes. Yo lo que hago es salir a este océano, en el que no sé dónde voy a llegar, pero en el que quiero que se oiga la voz católica. Tenemos en las nuevas tecnologías una revolución en bandeja para defender nuestra forma de vida y librar esa batalla que ha empezado. ¿Por qué permitir que gane terreno el adversario si puedo estar ahí?», plantea.
A su amplia experiencia laboral y en medios, Raúl Mayoral agrega ahora la dirección de Libercast, `un espacio donde librar la batalla de las ideas por el rearme moral y la defensa de la libertad´.
La presencia de la fe en la vida pública es uno de los leitmotiv en la vida de Mayoral. Por eso, también llama a que, en la batalla cultural, lejos de quedarse en lo puramente material, los católicos representen «la palabra del Evangelio», logren «que su voz sea escuchada y denuncien las prácticas totalitarias para acallarlos».
Complejos y falta de formación, «trincheras» pendientes
Mayoral también hace hincapié en que si la batalla cultural está perdiéndose por incomparecencia de los católicos, se debe en buena medida a que esta «no se ha librado por complejo en unos casos y falta de formación en otros. La formación nos ha hundido», lamenta.
Por ello, «ofrecer criterios sólidos» a sus seguidores, conocidos y familiares será otra de las pretensiones de Libercast.
Se refiere incluso a aspectos y ejemplos concretos como lo woke, el transhumanismo o lo queer, que hace dos décadas podrían ser ignorados por la gran mayoría de fieles.
Por extraños o novedosos que parezcan, sitúa a la lectura de los clásicos y especialmente de la Doctrina Social de la Iglesia como un «mensaje perenne, que no caduca, sino que es una brújula» capaz de «enfrentar lo que venga». Continúa la lista aludiendo a la importancia de conocer la ciencia y sus evidencias que «derriban la ideología de género» y doctrinas similares.
La importancia del testimonio en la batalla cultural
Menciona en último lugar el testimonio cristiano como algo «clave». «Si no damos la batalla es porque no damos testimonio. En una comunidad, un católico debe ser reconocido como una persona buena, honesta y si otro católico no sabe de ti es que no estamos funcionando», menciona.
Dice que la formación, los canales, la doctrina y las buenas lecturas «ayudan y mucho», pero «dar testimonio es lo básico. Para ser buena persona no hace falta leer, basta con agarrar la cruz, la oración, los sacramentos, la asistencia a misa y vivir la fe en comunidad. Es fácil ser católico en casa, lo difícil es serlo y saber estar en la plaza pública, con gente hostil».
Concluye con un mensaje de optimismo ante la batalla cultural: «Hay que ir con alegría, esperanza y con mucho humor, sin hacer el payaso, pero sin violentarnos. La Iglesia permanecerá eterna, no la derrotará el mal. Tenemos la victoria«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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