El obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, pasó más de un año en las cárceles del régimen de Daniel Ortega, en Nicaragua, y antes varios meses de arresto domiciliario. En un juicio más que dudoso fue condenado a 26 años de cárcel, básicamente por criticar al régimen, pero en enero de 2024 fue expulsado del país junto con otros religiosos.
En los últimos años Daniel Ortega ha desmantelado casi todas las estructuras de la diócesis de Matagalpa y la de Estelí. Acosa a la Iglesia de distintas formas, confiscando universidades, apostolados, centros de caridad y de misioneros… Docenas de sacerdotes nicaragüenses, expulsados del país por el régimen, se forman en Italia, España o país hispanoamericanos.
Rolando Álvarez era un obispo muy popular, que recorría las calles y se subía a los autobuses a anunciar el kerigma y el amor de Dios. También escuchaba al pueblo que sufría bajo un régimen que se ha hecho cada vez más anticatólico.
El vídeo muestra cuando el obispo Rolando subía a evangelizar a autobuses, en 2017, años antes de empezar la persecución anticatólica del régimen de Daniel Ortega:
A su paso por Albacete (España), le ha entrevistado José Joaquín Tárraga, del servicio de prensa diocesano. Le acompañan algunos sacerdotes de su diócesis, Matagalpa, una zona rural de unos 600.000 personas. Albacete acoge algunos sacerdotes nicaragüenses que estudian en la Universidad Católica de Valencia.
Ejercicios a religiosas y animar a los seminaristas expulsados
«En Grecia he dado ejercicios espirituales a las dominicas de clausura. Después visité Toledo, donde hay tres seminaristas de mi diócesis. En Sevilla estuve con dos seminaristas y dos sacerdotes, con el objetivo de conocer cómo se encuentran y cómo se sienten. Desde allí viajé a Valencia para visitar a dos sacerdotes, y ahora estoy en Albacete, donde hay tres sacerdotes en Casas de Ves atendiendo la pastoral de las parroquias y, al mismo tiempo, viajando a Valencia para especializarse en teología. El 24 de diciembre volví a Roma para concelebrar en la misa del inicio del Jubileo», explica el obispo.
«Trato de estar cerca de mis sacerdotes. Para mí, esa es la principal tarea pastoral, incluso antes que cualquier otra opción preferencial. Ellos son mis hijos, mis hermanos, mis amigos y mis colaboradores más íntimos en la misión apostólica y evangelizadora que el Señor me ha confiado. Sin los sacerdotes, no podría trabajar. Dedico todo el tiempo necesario tanto a ellos como a los seminaristas, que representan el futuro del clero», explica. Agradece la carta del Papa a los nicaragüenses del 2 de diciembre, que anima a confiar en la Providencia y a mirar a la Virgen Inmaculada, que suscita una especial devoción en el país.
Al año nuevo, el obispo sólo le pide «hacer la voluntad del Señor. En ella se encuentra nuestra paz y nuestra esperanza. No me interesa más que hacer lo que el Señor quiera. Sólo le pido al Espíritu Santo discernimiento para descubrir la voz del Señor en mi interior, en los signos de los tiempos y en los acontecimientos de la historia. También en cada encuentro con los demás, mirándonos a los ojos sin miedo, sin humillaciones ni extrañezas, para que así nazca en nosotros la voluntad divina».
Es la paciencia confiada de quien conoce la experiencia de esperar en la cárcel día tras día y ponderar en ella la voluntad de Dios.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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