20/11/2024

San Francisco de Borja, élite de la corte imperial, de la Compañía de Jesús y la génesis de Lepanto

Canonizado en 1671 por Clemente XI, San Francisco de Borja pasaría a la historia por rodearse de la más alta alcurnia en la corte del emperador Carlos V, su infancia y juventud marcada por la nobleza y su abandono total de la riqueza por la evangelización y la misión en la India y las dos Américas, llegando a ser el tercer general de la Compañía de Jesús.

Bisnieto de Alejandro VI y Fernando el Católico

Nacido el 28 de octubre de 1510 en Gandía (España) Francisco pertenecía a una de las familias más influyentes de la época. Como bisnieto de Alejandro VI y del rey Fernando el Católico, su infancia transcurrió en un ambiente ampliamente marcado por la nobleza.

Desde joven, Francisco compaginó su carácter piadoso y devoto con su preparación para la vida en la corte, lo que se materializó con su nombramiento como paje de su prima Catalina, hermana del emperador, en 1522, con solo 12 años. Fue el inicio de una carrera que le llevaría a elevadas cotas de gobierno y mando, pero también a la cúspide de la vida religiosa y evangelizadora.

Virrey de Cataluña, al Servicio del emperador Carlos V

Fe y política no fueron obstáculo para su matrimonio con Leonor de Castro, primera dama de compañía de la emperatriz Isabel de Portugal, en 1529. Con solo 20 años fue nombrado marqués de Lombay por el emperador y en los diez años siguientes Francisco y Leonor tuvieron ocho hijos que educaron en estrecha relación con Carlos e Isabel hasta el fallecimiento  de la emperatriz en 1539. Fue entonces, durante la escolta del cuerpo hasta el sepulcro de Granada, cuando al contemplar a la difunta pronunció una de las frases por las que pasó a la historia:  «Nunca más serviré a un señor que pueda morir«.

Por entonces Francisco ya había sido nombrado virrey de Cataluña y se posicionó como una figura relevante en lo tocante a la administración del reino, pero la muerte de Isabel cambiaría su trayectoria por completo, llevándole a cuestionarse la vanidad del mundo y la fugacidad de la vida.

En la Compañía de Jesús

Con una renovada inclinación espiritual, Francisco permaneció en la corte junto a su esposa Leonor y sus ocho hijos. Pero al enviudar en 1546, el noble dio rienda suelta al pálpito que nació durante el entierro de la emperatriz y tras obtener el consentimiento de sus hijos y renunciar a sus títulos a favor de su primogénito, Carlos, decidió entregar su vida por completo a la oración y la evangelización.

Tras continuar en la corte por unos años, ingresó en la Compañía de Jesús, fundada años antes por San Ignacio de Loyola. Su entrada en la orden fue discreta, pidió no ser tratado de manera especial por su pasado nobiliario e inició su vida como jesuita con humildad, alejándose del poder y la riqueza que habían marcado sus primeros años. Emitió sus votos como jesuita en día 1 de febrero de 1548 y el 20 de agosto de 1550 obtuvo el doctorado en teología en la universidad fundada por él mismo.

Tercer General de la Compañía, evangelizador y misionero

No pasó mucho tiempo desde su ordenación sacerdotal hasta su rápido ascenso en la Compañía, motivado más por su dedicación absoluta que por su trayectoria o experiencia previas.

Tras predicar por todo España, Francisco cosechó una buena reputación como predicador y director espiritual que le convertirían en un referente dentro de la orden, pasando a convertirse en Comisario general de los jesuitas en España en 1554 y en 1565, Padre General de toda la orden, el tercero de la Compañía, sucediendo a Diego Laínez.

Durante su generalato, la Compañía asistió a un rápido crecimiento. Los colegios se multiplicaron por tres, pasando de 50 en 1556 a 163 en 1574, menos de 20 años después. También promulgó la primera Ratio Studiorum y muchas de sus fundaciones se dedicaron por entero a reforzar la causa católica, amenaza por entonces por la expansión del protestantismo, siguiendo muy de cerca la llamada Contrarreforma en Alemania.

La génesis de Lepanto, su última misión

Las misiones también prosperaron, enviando a multitud de evangelizadores al Nuevo Mundo, aún a riesgo de su exterminio y martirio protestante, como fue el caso de la expedición enviada por él a Brasil y masacrada en altamar el 5 de junio de 1570. La insistencia en la austeridad de la orden, la formación académica y la sólida educación para los jesuitas fueron constantes durante la dirección de Francisco en la Compañía.

La última misión de Francisco fue acompañar a España en 1571 al cardenal Michele Bonelli que trataba de asegurar que España ayudaría contra los turcos, poco antes de la batalla de Lepanto.

A partir de aquel año, el General sufriría frecuentes achaques y dolencias, por las que acabaría falleciendo a los 61 años, durante la noche del 30 de septiembre de 1572. Fue beatificado por el papa Clemente X en 1624 y canonizado por el papa Clemente XI en 1671.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»