La Iglesia celebra cada nueve de octubre la fiesta de John Henry Newman. Nació en 1801, fue niño durante las guerras napoleónicas y tenía 28 años cuando la ley inglesa, por fin, permitió a los católicos tener una profesión liberal o ser parlamentario en Inglaterra.
Ser católico en el país significaba ser un pobre inmigrante irlandés o un extranjero de los retrasados países mediterráneos o, en cualquier caso, ser mirado con suspicacia, cuando no desprecio.
Newman era un prestigioso clérigo e intelectual anglicano cuando en 1845, con 44 años, lo dejó todo y se hizo católico. En muy pocos años, unos 300 ingleses más, incluyendo varios de alto nivel social y cultural, adoptaron el catolicismo. Y en los siguientes 120 años lo harían miles más, a menudo leyendo sus obras y argumentaciones.
Pero ¿cómo puede ser relevante su figura a un católico de hoy en cualquier país o situación?
Ryan J. Marr ha expuesto en un artículo en la revista America (de los jesuitas de EEUU) al menos “5 razones por las que John Henry Newman es un santo para nuestros tiempos”.
1. Dio prioridad a la educación de los laicos
Siempre quiso que las argumentaciones y razones de la Iglesia las conocieran no sólo clérigos, sino sobre todo los laicos. Por eso, es el santo patrón de muchos ministerios católicos en universidades. En Estados Unidos, muchos estudiantes han pasado por los Newman Centers en universidades y han profundizado mucho en su fe.
2. Newman era un fabricante de comunidad
Un católico en la Inglaterra de Newman formaba parte de una minoría diminuta y mal vista. Necesitaba una comunidad que le apoyase. Y también en nuestra época eso es necesario. Newman era célibe pero tenía muchos amigos, escribía infinidad de cartas, generaba redes de amistad y fe. Hoy vemos que esas amistades ayudaron a muchos a avanzar en la fe.
3. Defendía la verdad
Newman siempre defendió que la conciencia le obligaba a adherirse a la verdad, al coste que fuese. Llevaba veinte años ordenado como clérigo anglicano cuando entendió que la Iglesia Católica unida al Papa era la fundada por Cristo como Arca de Salvación y se unió a ella, aunque así perdió amistades, contactos y beneficios.
Fue valiente frente a los anglicanos, y también frente a los católicos. La doctrina de la infalibilidad pontificia tal como se formuló en el Concilio Vaticano I (con Pio X, en 1869 y 1870) le planteaba dificultades, y las exponía con valor y rigor. Recibió muchas críticas de sectores católicos por ello. Todos podemos aprender de su valentía para hablar.
4. Valoraba la cabeza y el corazón
Era un gran pensador, pero también un pastor compasivo y un gran amigo, explica Ryan J. Marr. Tenía buenos argumentos y razonamientos para defender su postura, pero sabía que las emociones y los lazos personales eran importantes en el trato con la gente y para acercar las personas a Dios.
5. Reimaginó la relación entre doctrina e historia
El cristianismo es una religión que se basa en lo histórico, en lo que de verdad, realmente, hizo Cristo en tiempos de Poncio Pilato, y no en meras simbologías de épocas míticas o fantasiosas. Esto siempre fue así. Pero “Newman fue el primer teólogo católico en articular una teoría completa sobre el desarrollo de la doctrina”.
Muchos teólogos creían que la Iglesia lo que tenía que transmitir era “verdades proposicionales precisas”, las pronunciadas por Cristo. Pero Newman, con su “Ensayo sobre el Desarrollo”, explicó que la Iglesia gana con los años mayor entendimiento al reflexionar sobre las verdades de la fe. Tiene autoridad para ello, y el acompañamiento del Espíritu Santo.
No hace falta ser un exanglicano, erudito célibe o teólogo historiador para aprender del cardenal Newman. Su capacidad y ejemplo para educar, inspirar valor y amar la verdad pueden edificarnos a todos.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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