Hemeroteca Laus DEo16/06/2021 @ 19:00
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Como pueblo cristiano no siempre advertimos lo importante que ha sido y seguirá siendo para la historia de la salvación la presencia silenciosa y activa del que fuera padre adoptivo de Jesús.
Conocer las virtudes que San José adquirió por su fidelidad al Señor lleva al cristiano a imitar su ejemplo y rogar su protección.
Algunas de sus santas virtudes que lo hacen merecedor de tantos premios celestiales por la gracia de nuestro Señor son:
1. San José es modelo de desprendimiento
Ante el llamado de Dios, José actúa con prontitud. Todos los proyectos, los planes que tiene en su vida, ceden ante la misión a la que Dios lo invita. José acoge con alegría los planes del Señor, sabiendo que la grandeza de su vida no está en sus planes y logros humanos, sino en la grandeza de la causa a la cual sigue.
La docilidad con que acoge José las propuestas del Señor en cada circunstancia y la confianza plena en que Dios lo proveerá lo llevarán a desprenderse de sus proyectos, de sus humanas seguridades, y a entregarse con toda la generosidad de su corazón al seguimiento del camino que el Señor le plantea. Así lo vemos al acoger la invitación de Dios de ser el casto esposo de María; también al partir para Egipto, para regresar unos años después, viviendo el desapego a las comodidades, a la estabilidad de quien planea minuciosamente su vida, por la docilidad de aquel que obedece los designios de Dios.
2. San José es modelo de pureza y castidad
El horizonte al cual lo convoca Dios lo lleva a vivir la pureza y la continencia, así como la templanza. La vocación de custodio del Señor y de la virginidad de María, dentro del matrimonio, siendo padre y esposo, es una invitación a vivir también él una castidad perfecta, enmarcada en su relación de donación hacia Jesús y María.
San José renuncia por un amor virginal incomparable al natural amor que constituye y alimenta el matrimonio. En la castidad de san José, fundamentada en la generosa y total entrega a Dios, descubrimos el horizonte de la vida célibe, la cual es disposición y libertad de entregarse plenamente por amor a Dios y su Plan. Además, descubrimos el horizonte de la vida casta en el matrimonio; castidad que es donación, respeto a la otra persona, castidad plenificante que inscribe el amor de los esposos en el amor de Dios.
San José con su modelo de castidad nos señala a todos los hombres, cada uno según su llamado, el plenificante camino de la castidad que nos lleva a entregarnos, por amor, a Dios y a los hombres.
3. San José es modelo de auténtica paternidad
Ante el miedo experimentado por José al conocer el milagro de la anunciación-encarnación, y el deseo de apartarse para no entorpecer los planes del Señor, Dios lo confirma como esposo de María, y le encomienda la misión de ser padre putativo de Jesús, lo cual quiere decir que es considerado como padre, no siéndolo por la carne, sino por la caridad, tal como dice San Agustín.
San José es plenamente padre de Jesús, no sólo por ser el esposo de María, sino porque Dios le señala que ha de ponerle el nombre al niño por nacer, dándose con ello, según la costumbre judía, la responsabilidad paterna. Y asume de tal manera la responsabilidad de padre, que tal como nos narra san Lucas, «Para todos era hijo de José» (Lc. 3,23).
San José asume con total responsabilidad su vocación, cuidando de Jesús y de María, educando a Jesús, y manteniendo el hogar de Nazaret. Como dice el Papa León XIII, «José se convirtió en el custodio legal, administrador y defensor de la Sagrada Familia que estaba bajo su tutela. Y durante toda su vida cumplió plenamente con esas responsabilidades y deberes».
4. San José es modelo de padre trabajador
Vinculado al tema de la paternidad está el de sustentador del hogar. Por medio del trabajo hace lo necesario para el sostenimiento de la familia a él encomendada.
La vida cotidiana de San José en Nazaret estuvo dedicada al trabajo. La vivencia del trabajo de San José es modelo para todos los trabajadores; de ahí que sea considerado el patrono de todos ellos. En medio del trabajo tuvo la oportunidad de ejercitarse en múltiples virtudes como la humildad, la fidelidad en las cosas simples y pequeñas, adquirir la conciencia del origen divino de los bienes, así como la profunda reverencia hacia las personas para quienes trabajaba.
San José hacía de su vida cotidiana una liturgia continua; para él, el trabajo era una excelente ocasión para orar. En medio del trabajo y por medio de él se mantenía en una constante presencia de Dios. La profunda vida interior de San José se desarrolló en su vida cotidiana, en el hogar y en el trabajo.
En San José se muestra la dignidad del trabajo por más simple que sea, así como el horizonte de santificación en la vida cotidiana para todos los hombres, cada uno según la vocación particular a la cual ha sido llamado.
5. San José no hace juicios temerarios
Indiscutiblemente, San José durante toda su vida se vio enfrentado a situaciones que lo desbordaban, que no entendía por completo; sin embargo su actitud, lejos de ser soberbia es, por el contrario, humilde y reverente.
Si bien no comprende todo lo que está pasando, San José no hace juicios temerarios ni reproches; no recrimina nunca a Dios por no esclarecerle todo lo que estaba ocurriendo, no se siente con «derecho» de pedir explicaciones. Su actitud es más bien todo lo contrario: el santo varón CONFÍA, pues él sabe en Quién ha puesto su confianza.
Ante el hecho de la encarnación virginal de María, José no lanza juicios inculpatorios, su confianza en María es plena, cayendo más bien al inicio en la indecisión, en la sorpresa, en el desconcierto, antes de realizar algún juicio contra María. Busca la salida apropiada, pero no a costa de María, ni de su propia integridad, busca una salida justa, prudente en el juicio, y la objetividad.
San José es pues para todos nosotros un modelo de hombre prudente; no juzga las situaciones que no entiende, no da lugar en su interior a cavilaciones inútiles, ni trata de abarcar con su entendimiento todo lo que está ocurriendo. Y es que, indiscutiblemente, José no medía la realidad de acuerdo a los criterios del mundo; todo lo contrario, estaba siempre abierto al plan de Dios y confiaba plenamente en Él. Es modelo de respeto a la persona, a la honra ajena. Es un modelo para todos los hombres de hoy, en especial para los matrimonios que tan frecuentemente se ven sumergidos en tantas inútiles y no pocas veces absurdas luchas que resquebrajan y hieren la confianza y la dignidad de uno de los cónyuges.
6. San José es un hombre de fe ejemplar
Cuando nos acercamos a la figura de San José nos encontramos indudablemente ante un hombre de fe, un hombre que durante toda su vida confió siempre en el Señor.
Ante las palabras del Ángel, en lo que el Papa San Juan Pablo II llama la «anunciación nocturna», José no vacila, sino que, movido por su fe inquebrantable, se lanza a la inmensa aventura de hacer lo que Dios le pedía. San José es pues, al lado de nuestra madre María, un modelo de fe, que nos muestra como ésta es un camino de realización personal y de plenitud. Toda su vida y sus conductas se basan en esta virtud.
El santo varón nos enseña también cómo la fe es un don al que hay que acoger con reverencia; su cercanía al Señor Jesús y a Santa María lo van educando en la fe durante toda su vida, educación que el Santo custodio del Señor sabe acoger en su corazón mediante el silencio y la escucha reverente.
Profundizando en la fe de José, vemos que ésta no se queda en una mera adhesión teórica o racional, tampoco en un puro sentimiento, ni en un quehacer sin ninguna referencia a lo trascendente. La vivencia de la fe en San José nos muestra cómo la fe auténtica es una fe de mente, de corazón y de acción; por todo esto San José es pues, para nosotros los cristianos, un modelo de fe integral.
7. San José es obediencia paradigmática
San José, por encima de sus propios planes, busca entregarse totalmente al Plan de Dios, «extiende» sus manos y se pone en las manos del Padre.
La obediencia de San José es un modelo para todos nosotros: permaneciendo atento al plan de Dios, acoge lo que el ángel le anuncia y pronuncia su propio «sí». La obediencia lo lleva también a partir con prontitud a Egipto en medio de la noche y las dificultades, también la vivencia de esta virtud lo mantiene durante toda su vida fiel al Plan del Padre, atento a salir al encuentro de todas las necesidades de Santa María y del Señor Jesús.
José es pues, un modelo paradigmático de obediencia, de entrega sin medida a Dios, de donación total. San José nos muestra a los hombres de este siglo, instalados en falsas seguridades y cerrados sobre nuestros propios caprichos, que la obediencia vivida con prontitud y generosidad es un camino que plenifica y dignifica a quien lo sigue y que todos estamos llamados a recorrer.
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