28 de octubre, San Simón y San Judas.
El apóstol Judas aparece mencionado como tal en el Evangelio de San Lucas y en los Hechos de los Apóstoles como «Judas el de Santiago» (Lc 6, 16; Hch 1, 13), pues, como éste, era pariente de Jesús (Mt 13, 55; Mc 6, 3). El Evangelio de San Marcos de refiere a él como Tadeo (Mc 3, 18). Es él quien, en la Última Cena, pregunta a Jesús acerca de su manifestación al mundo, y Él responde: «El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él» (Jn 14, 23).
Es el autor de la breve Carta de San Judas, donde se presenta como «hermano de Santiago» (Jud 1, 1). San Judas escribe su Carta porque «se han infiltrado ciertos individuos cuya condenación está prescrita desde antiguo, impíos que han convertido en libertinaje la gracia de nuestro Dios y rechazan al único Soberano y Señor Jesucristo». Tras describir su maldad con gruesas palabras, recuerda lo que les espera poniendo como ejemplo el castigo de Dios a los ángeles desobedientes, a los judíos infieles en el desierto, a Sodoma y Gomorra. Y a los destinatarios de la Carta les pide confiar en «la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna«: Él «puede preservaros de tropiezos y presentaros intachables y exultantes ante su gloria».
Esta confianza en la misericordia de Dios para quienes se dejan proteger ya anunciaba el papel que iba a desempeñar San Judas Tadeo en la devoción de los cristianos. Pero ello no se manifestaría de verdad hasta el siglo XIV, cuando el propio Jesús, en sus revelaciones a Santa Brígida de Suecia, le sugirió que se dirigiese con confianza a dicho apóstol.
Fue así como la propia devoción a esta santa (que figura en el elenco de patronos de Europa declarados por Juan Pablo II) impulsó la de Tadeo, quien pronto confirmó su poderosa intercesión, tanto que el poeta Paul Claudel (1868-1955) le sitúa casi al nivel de la Santísima Virgen, cuando ya todos los recursos han fallado: «Que el que no se atreva a llamar a María o a algún célebre intercesor / nombre al menos al oscuro andarín que evangeliza en las tinieblas; / pues, aun siendo el último, Jesús también le hizo apóstol; / su cosecha es el grano perdido que desdeñan los demás. / Su jornada solo empieza al anochecer, él solo contrata en la hora undécima».
Es considerado, junto a Santa Rita de Casia, como el patrón de las causas desesperadas o perdidas.
‘San Judas Tadeo’ (detalle) de Sebastián Martínez Domedel (1665). Museo del Prado.
Su festividad se celebra el 28 de octubre junto con a otro apóstol, Simón.
[El 28 de octubre también se celebra a Santa Cirila, virgen y mártir.]
Según el texto apócrifo Pasión de Simón y Judas, ambos fueron martirizados juntos en Persia a golpes de maza, antes de cortarles la cabeza, cuando predicaban el Evangelio allí tras haberlo hecho en Mesopotamia.
Una de sus reliquias más veneradas es un trozo de hueso de un brazo que se conserva en la basílica de Salvatore in Lauro en Roma.
San Judas Tadeo suele ser representado con un retrato de Jesús sobre el pecho porque su parentesco le supone un parecido físico con Él, y con una llama sobre la cabeza, simbolizando que es uno de los apóstoles que recibieron al Espíritu Santo en Pentecostés.
Oración a San Judas Tadeo
Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo, aclamado por los fieles con el dulce título de abogado de los casos desesperados: hazme sentir tu poderosa intercesión aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro. Por el estrecho parentesco que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo, por la privaciones y fatigas que por Él sufriste, por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor, por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión, obténme del Dios de las misericordias y de su Madre Santísima la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti, Padre mío bondadosísimo, seguro de que me la obtendrás siempre que convenga a la gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea.
Glorioso Apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros. (Repetir 3 veces)
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Fuentes
-Carlos Pujol, La casa de los santos. Un santo para cada día del año. CEU Ediciones. Madrid, 2022.
-Lavinia Cohn-Sherbock, Quién es quién en el cristianismo. Acento. Madrid, 1998.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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