En una de las películas más premiadas del cineasta italiano Ermanno Olmi, El árbol de los zuecos (1978), se escenifica de modo magistral la vida campesina de finales del Novecento en la campiña bergamasca, al norte de Italia. Una vida dura y sacrificada, pero con una honestidad llena de la hermosa dignidad tanto humana como cristiana.
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