“Se le acercaban a Jesús niños”. Es uno de esos momentos donde sería deseable que esos hombres que todo lo racionalizan, y cuya dureza de su corazón a veces les impide ver en qué consiste no ya el cristianismo, sino la vida misma, la que Dios quiere que vivamos en la tierra, se pararan un momento para meditar toda la escena.
Debemos llevar una vida de comprensión, de cariño, de contemplación, de ternura entre todos; sí, con los niños, pero también con los que no son tan niños, es decir, con padres, hermanos, cónyuges, hijos; y también entre los “otros seres vivos” es decir, los animales y las plantas; que tratemos también con delicadeza y ternura, viéndolos como lo que son, es decir, como seres nacidos del querer de Dios, por su voluntad: animales y plantas hechos por Dios para su gloria y para recreo o ayuda del hombre.
Se nos muestra la humanidad de Jesús … ¡cómo será el corazón de Cristo! Quizá a veces nos paramos a pensar cosas que posiblemente son inútiles; pero en ésta vale la pena que nos detengamos con más frecuencia. Nos quedamos absortos y alabamos cuando algún familiar, o algún conocido o incluso aunque no lo conozcamos, ha hecho algo que ha reflejado cariño, que indica que ha sabido estar en los detalles, que manifiesta generosidad, entrega, que, incluso, le ha supuesto sacrificio personal, y hasta económico. A esa persona, ¿quién le ha dado ese corazón? ¿Quién ha puesto los más sublimes actos de amor en el hombre? … ¿Cómo será el Corazón del Autor de los corazones de los hombres?
Dice Jesús: “Del fondo del corazón del hombre salen los malos pensamientos, las maledicencias, las fornicaciones, los homicidios”. También Dios nos ha dado las manos, pero nadie tiene duda de que no nos las ha dado para matar, sino para trabajar, para acariciar, para bendecir, para arropar, para ayudar.
Los diez Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos: amar a Dios y al prójimo, y, por tanto, se resumen en uno: amar.
El Señor se enfada al ver que los discípulos creen que los niños molestan al Maestro; así, cuando los niños están intentando acercarse, nos dice el Evangelio que “los discípulos les regañaban”. Y añade: “al verlo, Jesús se enfadó”.
Jesús protege a quien acude a Él con la sencillez de un niño aunque sea un anciano.
La Virgen, al ver a su Hijo cuando era un niño, siempre se fijo en su sencillez, sinceridad y abandono.
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