Jesús Cotta Lobato, de Cártama (Málaga), es profesor de griego en el instituto público mas antiguo de Sevilla y también es poeta. Como profesor, trabaja «con chavales que empiezan a acercarse a la vida adulta, que aún no han perdido la capacidad de asombro y de maravilla, que aunque van un poco perdidos, son como esponjas».
En el Observatorio de lo Invisible, un retiro de 6 días de arte y fe en la Santa Espina, cerca de Valladolid, a finales de julio, ha sido el profesor del taller de poesía. Además de por su poesía, algunos lectores de ReL pueden conocerlo por su libro Rosas de Plomo, sobre la amistad entre el poeta García Lorca y el político José Antonio Primo de Ribera.
No a la dopamina barata: siéntate, escucha…
«La poesía requiere ponerse en modo tranquilo, y los jóvenes van en modo apresurado. Yo digo que están acostumbrados a la dopamina barata, en vez de sentarse a meditar o orar. Quieren su descarga de dopamina del móvil. Sólo puedes disfrutar de un poema si te detienes y dejas la prisa», explica.
Por lo tanto, si el primer mandato de Israel es «escucha, Israel», el primer mandato del poeta y de su pueblo sería «párate y escucha». Hay que empezar por hacer que resuene la palabra proclamada.
«Yo les digo: vamos a leer en voz alta la muerte de Héctor en el canto 22 de la Ilíada. No se puede hacer nada más que oír, media hora, sin apuntes. Y lo hacen. Sí, no están acostumbrados a que un orador proclame media hora sin efectos especiales, pero ¡Homero les va envolviendo!»
La Biblia, y toda la tradición cristiana, están llenas de poesía. Y Cotta, amante y conocedor de los clásicos antiguos, cree que es distinta a la poesía previa.
Redimir lo pequeño e insignificante
«A partir de Cristo se abre un camino nuevo a la poesía: rescatar y redimir las cosas de su aparente insignificancia, como decía María Zambrano. Cristo hace milagros y los poetas hacen poemas. La Nana de las Cebollas, de Miguel Hernández, es de un poeta que hace lo que puede por su hijo, enternecido. El poeta trata de salvar el mundo con las palabras, y rescatar también las cosas pequeñas. Yo digo que muchos poemas tienen vocación de milagro, que la poesía redime y salva».
El poema bíblico que más le ayuda, dice, es el Salmo 23, que es el más breve y el que más personas pueden memorizar: «El Señor es mi pastor, nada me falta». «Rezo con él cuando estoy hundido, es luminoso», explica.
Jesús Cotta es contundente: «Si Dios no existe, ¡nada del mundo significa nada! Entonces, ¿cómo alguien dice que es poeta sin buscar el significado de las cosas? Porque un salmo, la buena poesía, ilumina. Y permite celebrar, incluso en la oscuridad».
«El Gran Poeta es Dios, y nos pone a otros como poetas para que sigamos cantando y creando. Nosotros hacemos poemas nuevos, y eso a Él le gusta. Recordemos que poesía viene del griego ‘poietes’, del verbo hacer, distinto al de las artesanías que replican un modelo, es la hechura de creación divina, de hacer algo nuevo, crear con la palabra poniendo nombres, ¡lo que hace Dios!», añade.
Jesús Cotta, poeta y profesor de Clásicas, disfrutó en la entrevista con ReL en el Observatorio de lo Invisible 2024 (foto de T. Fedótova).
¿Te aburre? Cambia el enfoque: ¡báilalo!
Como profesor y tallerista, sabe que hay personas que creen tener poca sensibilidad hacia la poesía, o el arte, pero él propone cambiar el enfoque. «Haz algo distinto con ese poema. ¡Báilalo! Añádele acordes, ecos, voces. Lo hemos hecho en un taller, con el músico Ignacio Yepes: compuso piezas improvisadas con lo que escribían los chavales. Los del taller de teatro clásico van a interpretar poemas místicos teatralizados. La poesía tiene la vocación de ser proclamada en voz alta, y si hay coro, mejor», comenta. También la Iglesia dice que el Salmo en la liturgia debería ser cantado, o al menos la respuesta.
«Ahí están los poetas místicos clásicos. ‘Qué tengo yo, que mi amistad procuras’... eso ha tocado muchísimos corazones, tiene unción religiosa. Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz nunca van a pasar de moda. Teresita de Lisieux también tiene un lenguaje poético, delicado. Pero la poesía no busca explicar las cosas, mientras que en Historia de un Alma Teresita sí busca explicar. Es otro género. En poesía no hay que explicar, porque entonces intentas dominar demasiado y el texto pierde su lumbre«, añade.
Jesús Cotta sospecha que «entre los poetas debe haber más creyentes que entre novelistas y ensayistas. Pero el poeta ha de honrar el misterio y conectar lo pequeño y grande. T.S. Elliot decía que tienes que encontrar fuera de ti las cosas que expresen lo que quieres decir. También has de evitar lo trillado, lo rebuscado y lo incomprensible. Hay hechos externos que hablan por ti. Un poeta que habla de lirios o golondrinas hace que las cosas hablen por él».
La tradición, refinando, nos ha dado lo mejor
En nuestra época de influencers y adanismo, de ignorancia y desprecio del pasado, buena parte del trabajo de un profesor es reconectar a los jóvenes con la tradición.
«Recalco a los chavales que no pueden despreciar la tradición, que no es un invento de gente muerta que puedas ignorar. Es el fruto inmenso de mucho trabajo, muy refinado, que, en poesía, ha sacado al idioma español lo mejor. Con el adanismo de creer que eres el primero, de decir lo que te venga en gana, sólo dirás tonterías, es decir, cosas que ya se han dicho, y se han dicho mucho mejor. Antes de superar esas herramientas, las tienes que conocer. Este adanismo nos llegó por una mezcla de romanticismo y de las vanguardias. ¡La poesía implica inspiración y oficio! Te dice un novato: ‘con la métrica, me siento encorsetado’. Claro, ¡porque no dominas el metro! Cuando domines esa métrica serás mas libre», añade.
«Muchos piensan que originalidad es decir lo que nadie ha dicho. No, originalidad es ir al origen para encontrar tu voz. Virgilio no habría escrito su Eneida si no conociera bien la Ilíada. Y el que no tiene formación, enseguida repite siempre lo mismo. Cabanillas dice que cuanto más mediocre es un poeta, antes considera cerrada su etapa de formación», añade.
De poetas anteriores, dice que Lorca es su poeta preferido y lo lee con toda simpatía. «Lorca sería un un pecador, pero no era un corrupto, lloraba ante la Virgen y nunca escribió contra Dios», detalla.
Pero ¿qué pasa cuando alguien corrupto y perverso logra hacer una gran obra de arte? Jesús Cotta no lo tiene claro, pero lanza una hipótesis: «Quizá esas obras son una oportunidad que Dios le concede al autor para mostrar que Él también puede brillar en los bordes del infierno«.
La poesía de autores actuales que Jesús Cotta propone y defiende, él considera que es heredera de Bécquer porque cumple sus tres condiciones con «ce»: poesía comprensible, cautivadora (con encanto) y conmovedora.
«Eso marca la pauta de los poetas que admiro: José Julio Cabanillas, Miguel d’Ors, Luis Alberto de Cuenca, Vicente Gallego… Es una poesía sencilla, que evite lo trillado, pero también lo rebuscado. Es como espontaneidad bendecida, que parezca que se te acaba de ocurrir, pero que no se pueda decir mejor, porque en realidad no es espontaneo. Como los milagros de Jesús: tienen esa espontaneidad, parece que se le acaben de ocurrir: la niña parece muerta y dice “no está muerta, está dormida”. Y caminar sobre el agua, ¿no es milagro que esperarías de un niño?»
Volviendo a los jóvenes, Cotta señala que les gustan los aforismos (él tiene bastantes). «Hoy somos adictos a las experiencias, a probar cosas, y un aforismo es como una mini-experiencia. Lo que ellos leen de poesía es poesía de famosos en redes sociales. O sea, prosa en renglones rotos. Pero García Máiquez dice que la poesía en verso libre ¡es más larga y eso es sospechoso! Bueno, al menos esta poesía de famosos actuales no se enseña en los institutos».
¿Hacer poesía satírica y ser buen cristiano?
Preguntamos a Jesús Cotta si es posible hacer poesía satírica y ser un buen cristiano. «Sí, si no faltas a la caridad. Puedes hacer poesía irónica, al menos. Chesterton lo hacía. Hay una forma cristiana de escucharse y leer unos a otros», responde.
Como consejo para artistas, propone tener un grupo de «buenos amigos entendidos, que te quieran pero no te halaguen, a los que presentar tus obras. ¿Quién se atrevía a decirle a Nerón que era un pésimo poeta? Han de ser sinceros. Y has de aceptarlo, porque duele la crítica, y no necesariamente es vanidad. Puede ser, simplemente, que te salió un poema feo. Le pasé uno a Cabanillas y a mi hermano, también poeta, y los dos me dijeron: ‘es malo’. Tener oficio no impide que a veces hagas poemas malos. Este misterio debería evitar que te hagas vanidoso».
Para los preocupados por la calidad y la posterioridad, más que por la fama, dice: «Si tu obra sobrevive, y tu nombre no, es que la obra se sostiene por sí misma, porque es buena».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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