Antiguamente, los escolares españoles aprendían y recordaban durante toda su vida la frase emocionante e inmortal del almirante Casto Méndez Núñez: más vale honra sin barcos que barcos sin honra. Parece que fue pronunciada ante amenazas inglesas y norteamericanas de destruir su escuadra en represalia por el ataque a Valparaíso durante la guerra del Pacífico y que la frase fue algo más larga de lo que se suele recordar: «la reina, el Gobierno, el país y yo preferimos más tener honra sin barcos, que barcos sin honra.
La valentía y la fidelidad al deber del almirante (que, por cierto, solo bombardeó Valparaíso después de asegurarse concienzudamente de que la población había salido de la ciudad) fueron de las pocas cosas buenas que podemos recordar de aquella absurda y malhadada guerra. En efecto, algo que podríamos y deberíamos aprender de los militares es que, tanto en la guerra como en la paz, hay cosas que son mucho más importantes que las demás y merecen los mayores sacrificios.
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