Noemi Padilla llegó a Florida en 2001 sin imaginar que acabaría trabajando en un centro de abortos. Dieciséis años después, el recuerdo de un latido y la muerte innecesaria de un bebé la empujaron a salir de ese mundo. Hoy dedica su vida a acompañar a mujeres y ex trabajadores del sector en el camino de la sanación.
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