Al llegar la Navidad y el fin de año, muchas personas, y más entre los cristianos, se plantean buenos propósitos. Muchos católicos se confiesan en Adviento, y se replantean cómo organizar mejor su vida, salir de dinámicas dañinas y servir mejor a Dios.
Quizá se plantean un servicio en la parroquia, en una ONG o apostolado, en una asociación provida , profamilia o educativa. Quizá quieren mejorar su vida de oración, rezar cada día, leer un poco de Biblia, visitar enfermos o ancianos, llamar a antiguos amigos…
Otras personas simplemente recapacitan sobre el año que acaba, lo que funcionó bien y lo que no, y fantasean -o planean seriamente- nuevas iniciativas.
Por supuesto, hay un gran riesgo de que muchos de estos buenos propósitos se queden en meros planes imaginados sin realizar. Mucha gente enseguida queda atrapada de nuevo en su rutina diaria y no emprende sus nuevos planes.
El cardenal Cantalamessa explicaba que si los buenos propósitos no se llevan a lo concreto «Jesús es concebido pero no llega a nacer«. El cardenal Spídlik dice que los buenos propósitos son oportunidades.
Miguel Navarro es el fundador y principal formador de Productividad Feroz , una plataforma online que imparte cursos sobre hábitos y formas de mejorar la productividad. Él enumera 10 pasos que, en su experiencia, ayudan a aumentar la fuerza de voluntad y a cumplir los propósitos.
1. Hazte mejores preguntas
Para cambiar de hábitos nuestro cerebro tiene que pensar diferente, y eso se hace con nuevas y mejores preguntas. Por ejemplo, ¿cómo podría hacer una tarea o una actividad en la mitad de tiempo que el promedio de personas? Esta pregunta que puede parecer muy inocente, ayuda a enfocar lo necesario para que el cerebro empiece a pensar, a innovar e incluso crear de manera distinta.
2. Acepta y gestiona cierta incomodidad
El hecho de encontrarse con una sensación de nerviosismo, de incertidumbre o de tener un reto entre manos, es señal de se está siguiendo el buen camino. Es imprescindible acostumbrarse a gestionar y a trabajar de forma cómoda en la incomodidad, aunque parezca una paradoja. La calidad de vida depende de la cantidad de incomodidad o incertidumbre que se puedan asumir de forma cómoda.
3. Haz una cuenta atrás desde cinco: 5, 4, 3…
Esta regla la creó Mel Robbins y consiste en que cuando exista pereza por realizar una tarea, hay que imaginar en la mente una cuenta atrás (5, 4, 3, 2, 1…), porque el cerebro está programado para ponerse en funcionamiento después de esto.
4. Nuevo hábito: empieza con 5 minutos al día, pero hazlo
Siempre que se inicia un cambio de hábitos, es preferible realizar la tarea a diario durante 5 minutos para generar adherencia. Empezar un nuevo hábito con pequeñas dosis de tiempo y después prolongarlo ayuda a que tanto el cuerpo como la mente se acostumbren de forma gradual.
5. ¿Tu ‘yo ideal’ lo haría? ¡Adelante!
Todo el mundo tiene una visión de quién es su “yo ideal”. Ayuda mucho preguntarse cómo actuaría ese “yo ideal”, ya que incluso puede ayudar a tomar decisiones más difíciles o complejas, y a enfocar los objetivos del nuevo año.
Amigo, toma ya una decisión y actúa, o te quedarás helado y no harás nada (foto de Marcos Paulo Prado para Unsplash).
6. Decide pasos a realizar en 24 horas… ¡y a por ellos!
Por cada meta a alcanzar, es necesario comprometerse a realizar una pequeña acción en las próximas 24 horas. Es importante que algo suceda y que no se quede en el aire, va a ayudar a ser mucho más disciplinados y conscientes.
7. Pon tu nuevo hábito junto a otro que ya tenías
Cuando se quiere incorporar un nuevo hábito, la manera más sencilla es acumularlo antes o después de una costumbre que ya se tenga. Por ejemplo: una persona quiere iniciarse en el hábito de la lectura, y ya posee el de tomarse un café cada mañana. Pues en lugar de leer en cualquier momento del día, es preferible que lo haga antes o después del momento del café. Al ir ligado con otra costumbre, de forma inconsciente será mucho más fácil de incorporar en la rutina diaria. Esto mismo vale para la misa diaria, la oración, el deporte, etc…
8. Haz listas y vete tachando los objetivos alcanzados
¿A quién no le produce cierto placer tachar una tarea de “Lista de Cosas Pendientes”? Este paso está muy relacionado. Consiste en que cada vez que se consigue realizar un objetivo de forma diaria, se recurre a este listado para hacerle un check. La satisfacción conseguida al realizar este pequeño hábito provocará más compromiso para seguir repitiéndolo. Equivale a una recompensa.
9. Busca un socio o un aliado
Encontrar una persona del entorno personal que quiera iniciar el mismo hábito va a generar un vínculo muy potente. Las dos personas tendrán que ayudarse para poder cumplirlo con consistencia y fortaleza. Esto generará un doble compromiso, con la persona aliada y con uno mismo. Esto Jesús lo tenía claro y por eso envió de dos en dos a los Doce (en Marcos 6, 7-13) y a los 72 discípulos (en Lucas 10). En Eclesiastés 4,12 leemos: «Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!»
10. Mejor mal hecho que perfecto, pero sin hacer
¿Cuándo es el mejor momento para empezar a hacer algo? Procrastinar y dejar los propósitos de año nuevo para la siguiente semana es lo más común, pero es preferible realizar una acción mal que no hacerlo. Por ejemplo, si un propósito es empezar a ir al gimnasio, es mejor ir y estar 20 minutos que no ir en absoluto. Esos 20 minutos se pueden convertir en una hora con el tiempo.
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Cambiar de hábitos y ejercitar la fuerza de voluntad puede parecer muy complicado, pero con los consejos adecuados y con buenas prácticas, cualquier persona es capaz de cumplir sus objetivos.
Productividad Feroz, como escuela online, ofrece talleres y masterclass online dirigidas especialmente a cambiar de hábitos y aumentar la productividad , acabar con la procrastinación (dejarlo todo para más tarde) y mejorar el rendimiento.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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