Casi cinco millones de personas visitaron la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona en 2023. La obra más emblemática del “siervo de Dios” Antonio Gaudí fue lo más visitado de toda la capital catalana. Para contextualizar: es como si la casi totalidad de la población de Noruega hubiese disfrutado de una auténtica catequesis visual.
Porque precisamente la Sagrada Familia de Gaudí no es sólo una sublime obra de arte sino una catequesis total y un reflejo de la belleza que conduce a Dios. Esto se muestra perfectamente en todos los trabajos realizados por el gran arquitecto que en estos momentos está en proceso de beatificación.
Un gran conocedor de la obra de Gaudí es Enrique Solana, arquitecto jubilado y expresidente del Centro Gaudí en Madrid, cuyo fin es dar a conocer a esta personalidad y promover su obra. Padre de 10 hijos, abuelo de 35 nietos y varios más en camino, este devoto católico lleva años mostrando esta cara catequética de Gaudí y la relación que tiene con la trascendencia.
En esta entrevista con Religión en Libertad, Enrique Solana habla de la propia fe de Gaudí, de su evolución y de la influencia que fue teniendo en sus creaciones:
– ¿Cómo se empezó a introducir de manera tan profunda en la obra de Gaudí? ¿Qué fue lo que más le sedujo para llegar a profundizar tanto en este gran personaje?
-La persona de Antonio Gaudí siempre me ha fascinado, en él se aúnan mis dos grandes pasiones, la fe y la arquitectura. Mi acercamiento a su figura ha sido muy paulatino y al mismo tiempo puedo asegurar que ha sido y sigue siendo providencial. Allá por los años 70, siendo estudiante de arquitectura, visité el Templo de la Sagrada Familia y, aunque entonces no existía mucho más que lo que Gaudí dejó en vida, me conmovió profundamente.
Enrique Solana, con Etsuro Sotoo, escultor de la Sagrada Familia
Después de su inauguración por el Papa Benedicto XVI, tuve ocasión de viajar a Barcelona por motivos profesionales, y una vez terminadas mis gestiones, me dirigí al Templo con la sensación de asistir a una cita muy personal que tenía concertada desde siempre. Quiso la Providencia que me encontrara en los alrededores con el escultor Etsuro Sotoo, que lleva trabajando en el Templo más de 40 años.
-¿Qué es lo que le sedujo?
-Nada más cruzar el umbral de la bellísima puerta de la caridad que Sotoo ya había colocado, quedé sobrecogido, aturdido por la belleza del interior, las proporciones, las formas, la altura, la luz, el color… antes de comenzar a recorrer su interior busqué donde sentarme y me quedé en silencio más de una hora rezando y llorando. La única síntesis que se me ocurre para expresar aquel fogonazo es que la belleza que allí se percibe no arranca de esas piedras, que no son sino el reflejo de la Belleza Suprema, Cristo Jesús.
Al poco tiempo, alguien me puso en contacto con el Presidente de la Asociación Pro Beatificación de Gaudí en Barcelona y padrino de bautismo de Etsuro Sotoo, Don José Manuel Almuzara, una bellísima persona.
-Hay arquitectos no creyentes que construyen iglesias y artistas que hacen obras religiosas sin tener fe, pero en Gaudí, ¿qué papel tiene la fe en su obra?
-Es imposible conocer a Gaudí fuera de la fe cristiana, esa fe vivida profundamente influye lógicamente en sus obras. Gaudí solía decir: ‘Nosotros construimos el Templo, pero al mismo tiempo, el Templo nos está construyendo a nosotros’. Esta expresión dice mucho de la actitud con la que Gaudí se enfrenta a las obras, en casi todas acaba mostrando aspectos diversos de la trascendencia. A mi juicio, las obras religiosas deben ir más allá del arte, deben desvelar la presencia de Dios, que al común de los mortales les pasa inadvertida. Sin fe, esto es imposible, porque el artista es el primero en desconocer ese mundo maravilloso y por tanto no puede mostrarlo. Cuando además de ser un artista, se tiene fe, se es consciente de la misión que el Señor encomienda, anunciar a Dios desde la belleza, el único resquicio del corazón que esta generación mantiene abierto para abrirse a la verdad. Belleza y verdad van de la mano.
La visita al templo de la Sagrada Familia aleja totalmente la idea de la religión como algo arcano y oscuro, sólo ideado para someter a los pueblos. El lenguaje de estas piedras hace presente una arquitectura traspasada por la belleza del misterio cristiano, ese es el sustrato que contagia cada uno de los espacios, los detalles, la luz, la atmósfera que se respira en el templo. Gaudí quiso que la belleza de este espacio no fuera sino el reflejo de la Suprema Belleza que él descubrió en la naturaleza y que transforma el espacio en un lugar santo.
– ¿Qué aspectos le llaman más la atención de la fe de Gaudí?
-La fe de Gaudí no es algo abstracto sino encarnado, conocer a Dios le lleva a conocerse también a sí mismo. No se anda por las nubes, dice: ‘He conseguido de todo menos dominar mi mal genio. Es muy provechoso echarse la culpa uno mismo aunque no se tenga, ya que el enemigo del buen hacer es el amor propio: es preciso dominarlo y rebajarlo’. De un hombre contemplativo de la naturaleza creada, Gaudí dirige la mirada cada vez más hacia el interior y pasa a ser un contemplativo del alma con la ayuda de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
Impresiona saber que este hombre genial por su extraordinaria capacidad, por su profunda intuición, por su exquisito arte y sus conocimientos técnicos, era al mismo tiempo un hombre familiar, entrañable, sensible a los problemas de los pobres y a las demandas de los enfermos y moribundos que le rodeaban.
Con el tiempo fue adentrándose cada vez más en la fe de la Iglesia Católica, asistiendo diariamente a la Eucaristía, y conociendo y viviendo a fondo la liturgia. Su obra es testigo de esta paulatina transformación de su espíritu; su enigmática arquitectura trasluce el misterio y la belleza de la presencia de Dios.
– En estos años ha ofrecido conferencias por distintos puntos de España e incluso ha escrito en ReL sobre la relación de Gaudí con Dios y la creación. ¿Cómo es este vínculo?
-Gaudí tenía la capacidad de ver en la naturaleza su auténtica belleza, no la mira de una forma sentimental, sino viendo en ella la mano del Creador. La naturaleza vista así, se convierte en la primera manifestación de la Divinidad. En muchas de sus obras, Gaudí hace de puente para que podamos descubrir el mundo maravilloso que se manifiesta en las cosas creadas por Dios.
Gaudí afirma que la naturaleza es su maestra, la antesala de la Revelación. La creación, para él no está cerrada, es un escenario abierto, continúa a través de las criaturas que colaboran con el Creador. Dios crea y el hombre recrea, y el que recrea mirándole a Él, continúa la obra del Creador. Para Gaudí, ser original es saber volver a los orígenes del acto creador.
-¿Nos podría ofrecer algún ejemplo?
-El templo de la Sagrada Familia está basado en la lectura de tres libros: el de la Naturaleza que es la creación que sale de las manos de Dios, el de la Revelación que es la creación que sale de su boca y un tercero que es el de la Liturgia que pone en contacto los dos anteriores. Gaudí quiere que todo en el Templo se base en la naturaleza que él mira intentando comprender su principio organizativo. Así, si la columna procede del árbol, Gaudí devuelve a la columna su forma original, la del árbol, que multiplica su tronco en los nervios ramificados que brotan de sus nudos (capiteles), buscando la trayectoria inclinada que establecen las leyes de su estabilidad. En la Sagrada Familia no se percibe una hilera de columnas que soportan la cubierta, sino un bosque de árboles que van ramificándose hasta las hojas entre las cuales entra la luz del cielo, todo en una continuidad asombrosa.
(Para más ejemplos de la obra de Gaudí y su relación con la Creación lea el artículo que publicó en ReL)
-En alguna ocasión le he oído explicar que en el trabajo de Gaudí no existe la casualidad, sino que todo tiene un por qué…
-Así es, todo en Gaudí es providencial, en el templo de la Sagrada Familia se ve muy claro. En 1881, la Asociación de devotos de San José consigue comprar un solar muy a las afueras de Barcelona, un lugar entre las cabras. Pues bien, hoy día ese solar se encuentra en el centro de la ciudad, equidistante entre el mar y la montaña, entre las desembocaduras de los ríos Besos y Llobregat, realmente providencial. Las obras dan comienzo el 19 de marzo de 1.882 con proyecto de un arquitecto famoso, experimentado, y profesor de la Escuela de Arquitectura, Francisco de Paula del Villar, alguien en quien se puede confiar una obra así. Pues bien, al año siguiente y por consejo del arquitecto Joan Martorell, amigo y asesor de Bocabella, fundador de la Asociación de los Josefinos, se propuso la sustitución del director de las obras por el joven pero ya conocido arquitecto Antonio Gaudí, que tenía entonces solo 31 años, y que hasta ese momento no había hecho más que unos muebles, unas farolas en la Plaza Real y una nave industrial en Mataró, todo un designio de Dios. Un templo expiatorio, como iba a ser éste, partía con presupuesto “0”, porque se iba a realizar solamente con limosnas, lo razonable hubiera sido realizar una capilla o una ermita pequeña. Pues bien, cuando José Mª Bocabella ve los primeros e impresionantes bocetos de Gaudí para el templo, en lugar de echarse para atrás, exclama: ‘La Providencia nos está mostrando que la obra será suya y no nuestra’.
Y así sucede en todos los detalles de su vida. Cuando es rechazado por las mujeres de las que se enamoró, Gaudí entendió que la Providencia le proponía como vocación el dedicarse en cuerpo y alma a construir un edificio que hiciera levantar los ojos al Cielo. Un padre de familia no habría tenido el tiempo necesario ni la libertad para llevar a cabo esta misión.
-Más allá de la belleza de sus obras, algo que ya evoca a Dios, ¿son catequéticas sus construcciones?
-Vamos a ceñirnos a la Sagrada Familia, su obra cumbre, una obra compatible en el tiempo con todas las demás y a la que dedicó toda su vida. Para explicarla, podríamos intentar hablar asépticamente de la historia del edificio, de su estructura, de su estilo, de sus proporciones, de la distribución, de la escultura que se le adosa, de su colorido, de su luz, intentando eludir la trascendencia que encubren. No entenderíamos nada, porque el edificio no es sino un compendio de la fe cristiana, de su liturgia, de sus oraciones, de los Novísimos (Muerte, Juicio, Infierno y Gloria), de sus santos y fundadores… hasta sus proporciones hablan de ello.
Sin nombrar la fe cristiana, la católica en concreto, es imposible entender este edificio que surge por y para transmitir esa fe, que el mismo Gaudí y tantos que trabajan en el templo han descubierto y siguen descubriendo hoy. Para desvelar las claves del edificio, suelo dar una conferencias que he titulado: Cuerpo y alma del Templo de la Sagrada Familia, dando a entender que hay algo enigmático en este templo y en su autor, Antonio Gaudí, algo que no se percibe a primera vista y que requiere de una mirada profunda. La materialidad de este Templo, su cuerpo, responde a un espíritu que constituye su esencia, sin la cual no se puede entender.
– Usted es padre de 10 hijos y abuelo de 42 nietos por lo que conoce muy bien lo que es una familia. La obra más emblemática de Gaudí es, sin duda, la Sagrada Familia, todavía inconclusa. ¿Qué representaba la Sagrada Familia de Nazaret y la institución familiar en sí misma para Gaudí?
–La familia es el mejor proyecto de mi vida, una familia en la que Dios ha tenido mucho que ver, o más bien todo.
El Padre Manyanet, fundador de las Escuelas de la Sagrada Familia, le hace ver a José Mª Bocabella, que la figura de San José adquiere su importancia cuando se le enmarca en la Familia de Nazaret, allí su figura se engrandece al aparecer como esposo de María y padre de Jesús. A partir de ahí, surge la iniciativa de dedicar el templo, no a San José sino a la Sagrada Familia. Conocedor de esta circunstancia, Gaudí coloca una imagen bellísima de la Sagrada Familia en el centro de la fachada del Nacimiento.
Escultura de la Sagrada Familia en la fachada del Nacimiento
Por eso en el Templo todo es múltiplo del número tres, tres fachadas, tres portadas en cada una, dieciocho torres, treinta y seis columnas, grupos escultóricos de seis ángeles tocando instrumentos y otros nueve cantando el Gloria in Excelsis Deo (estos ángeles son obra de Etsuro Sotoo).
La familia para Gaudí es fundamental, es consciente de haberlo recibido todo de ella. Sus cuatro hermanos mueren muy jóvenes, el padre tiene que vender la calderería para dar estudios a Francisco (el mayor) y a Antonio. Por eso, al final acaba haciéndose cargo de su padre y de su sobrina Rosa, con los que vivía en el Parque Güell.
Los trabajadores del templo son para Gaudí una gran familia, todos valen para algo y unos se complementan con el trabajo de los demás. Para Gaudí, los obreros son quienes realmente construyen la Sagrada Familia. Con frecuencia habla con ellos y les transmite su visión del Templo y de la vida. Piensa en las familias de los obreros construyendo unas escuelas que también llevarán el nombre del Templo, para que, mientras los padres trabajan, sus hijos reciban una conveniente formación bajo su protección.
Para su realización, Gaudí es el primero en poner todo su dinero, el espíritu de la Encíclica Rerum Novarum puesto en práctica. Casualmente, en los años en que se construyen las escuelas (1921) el papa Benedicto XV proclamó la fiesta de la Sagrada Familia como modelo de la familia cristiana, destacando en ella la figura de San José como emblema del trabajador cristiano en contraposición al socialista, marxista. Una vez más vemos que todo aquí es providencial.
Enrique Solana, con su mujer Matilde, con quien ha tenido 10 hijos y ya 35 nietos. Es también su inseparable acompañante en las conferencias y visitas relacionadas con Gaudí que realiza por España.
– ¿Nos podría contar cómo está en este momento la causa de beatificación de Gaudí?
-La inspiración de comenzar el proceso de beatificación partió del sacerdote Ignasi Segarra en la Semana Santa del año 1992 cuando predicaba en la localidad de Riudoms y en los ratos libres leía una biografía de Gaudí. La idea le entusiasmó y la transmitió al joven arquitecto José Manuel Almuzara, quien aceptó presidir la Asociación que junto a otras personas crearon.
El comienzo fue complejo y hasta abril del año 2000 no se inauguró el proceso propiamente dicho, presidiendo la sesión inaugural del Tribunal el cardenal Ricard María Carles, recibiendo el candidato el nombre de “Siervo de Dios”. En la actualidad, la Positio (declaraciones de testigos, historia de la causa, pruebas de la vida y virtudes del candidato) está presentada en la Santa Sede y cuando el Santo Padre, informado del resultado de los estudios, promulgue el decreto declarando que el Siervo de Dios practicó las virtudes cristianas en grado heroico, será llamado Venerable. A continuación, se habrá de reconocer un milagro por mediación de Gaudí para poder ser declarado Beato, y tras otro segundo milagro, el Beato será considerado Santo.
¿Cuándo se llegará al final del proceso? Ya decía Gaudí aquello de ‘mi cliente no tiene prisa’, las cosas que vienen del Cielo llegan cuando Dios lo dispone, nuestra misión no es otra que la de rezar, mirando no a Gaudí, sino hacia done él miraba, como muy bien dice Etsuro Sotoo.
(Artículo publicado originariamente en ReL en julio de 2021 y republicado con ligeras actualizaciones).
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
El Gobierno francés explora «posibilidades» de suicidio asistido para personas que no pueden «expresar físicamente» su petición
TRES TIPOS DE CATÓLICOS, ¿DE CUÁL ERES?
El misterio del «pozo de los deseos»: un sitio de devoción en honor a Santa Rosa