El arzobispo de Poznan, Stanislaw Gadecki, presidente de la conferencia episcopal polaca desde 2014, ha hecho una valoración de la primera parte del sínodo de la sinodalidad que tuvo lugar en octubre.
En una entrevista de Catholic World Report, se muestra crítico con algunos aspectos de lo vivido allí, en cuanto al método y en cuanto a los contenidos abordados.
Equilibrios en los límites de la ortodoxia
En la preparación del sínodo, «se invitó a participar a todo el mundo, independientemente de su actitud hacia la fe y la Iglesia católica. Como resultado, en ocasiones se oyó más la voz ‘no católica’ que la ‘católica’. Pero buscar la voluntad de Dios no consiste en eso».
Esa «diversidad de opiniones» y ese «hacer equilibrios en los límites de la ortodoxia» también se escuchó en Roma, «lo que quedó parcialmente reflejado en el documento final». Como todos los participantes estaban sometidos a una cláusula de confidencialidad, todo eso no trascendió, «con la excepción de James Martin» -el hombre del Papa para la relación con el lobby LGTBI-, «quien rompió esa norma en un encuentro con los embajadores de la Unión Europea».
Gadecki lamenta el formato de celebración del sínodo, en grupos pequeños «donde no hubo oportunidad para una auténtica conversación», dado que se exigía «escuchar sin prejuicios» y «no entrar en polémica»: «Es una experiencia interesante, pero no sirve al diálogo, esto es, a la búsqueda racional de la verdad«, afirma, aun celebrando el buen ambiente que hubo en su grupo.
«Además», precisa, «a cada mesa se le asignaron previamente asuntos concretos, con lo cual estar asignado a un grupo concreto equivalía a ser excluido de la conversación sobre otros temas«. En las sesiones plenarias, donde podría haberse paliado ese problema, apenas se disponía de dos o tres minutos por intervención: «Se nos animó a enviar opiniones al secretariado pero no parece que nadie las haya leído«.
Un momento del reciente sínodo de la sinodalidad.
El presidente de los obispos polacos también menciona la peculiar naturaleza de la propia asamblea, que al contar con la participación con derecho votos de laicos no encajaba ni en la tradición de la Iglesia ni en el sínodo de obispos tal como lo define el Código de Derecho Canónico.
Sobre la representatividad de los laicos presentes, en Polonia, como en todos los países, la participación no llegó ni al 1% de los católicos: «De ahí la cuestión sobre la representatividad de las opiniones recogidas» durante la fase preparatoria, a lo que se añade que «el grupo de los no-obispos era muy diverso, y la forma en la que fueron designados hace cuestionable si sus opiniones son representativas de una diócesis o parroquia determinada».
El prelado valora con «entusiasmo» el contacto con todos esos laicos y su sentido de corresponsabilidad, pero no es nuevo, «o no tendríamos figuras como Santa Catalina de Siena, Santo Tomás Moro o el Beato Carlo Acutis«.
Una Iglesia enferma que puede contaminar a la demás
Gadecki hace una severa valoración del sesgo introducido en el sínodo por la Iglesia occidental. En Europa el catolicismo se encuentra «en grave crisis», pero es un «fenómeno local» y «en otras partes del mundo se sorprenden con nuestros problemas«. De ahí la importancia que él concede a poder tener el contraste de las Iglesias orientales y de las «Iglesias mártires».
«Nosotros tenemos problemas propios de Iglesias saciadas», abundó: «Los principales asuntos propuestos por las Iglesias occidentales, incluido el camino sinodal alemán [Synodale Weg], son los propios de una civilización consumista en la cual la gente se ha acostumbrado a no tener que renunciar a nada. En los países en vías de desarrollo, las iglesias suelen tener carencias materiales, pero no les falta fe ni testimonio de vida«.
Y hace una advertencia muy severa: «Hemos reunido a Iglesias de la ‘abundancia’ con Iglesias de la ‘escasez’. Por supuesto, estas últimas tienen sus propios problemas. La amenaza de desperdiciar los logros de dos milenios de cristiandad nos está estallando en la cara a los representantes de Occidente. Así como, en tiempos, Europa compartió su fe, hoy puede empezar a compartir su falta de fe, lo que está destruyendo las Iglesias en otros lugares del mundo. De ahí la cuestión: ¿será el sínodo un lugar para la transmisión de la fe o, más bien, de la increencia?». Y lamenta que los cristianos de Occidente, «para no ser rechazados, intenten ocultar esa parte de las enseñanzas de Jesús a la que el mundo podría oponerse, y solo exponen aquella que el mundo comparte».
En cuanto a la Iglesia polaca, Gadecki afirma que los laicos que participaron en el proceso sinodal esperan de la Iglesia que «descubra nuevas formas de proclamar el Evangelio sin compromisos doctrinales, permaneciendo fiel a Cristo y al Evangelio«.
¿Un sínodo fagocitado por el camino sinodal?
Nada que ver con la Iglesia alemana, que se enfrenta «a su mayor crisis desde la Reforma» e «intenta diseminar por toda la Iglesia los problemas alemanes«, a base de «teología protestante» y de «un lenguaje propio de la política moderna».
Tras sostener y explicar los diversos puntos en los que el camino sinodal alemán niega la doctrina católica (bendiciones a parejas del mismo sexo, diaconisas como paso previo al sacerdocio femenino, celibato sacerdotal, estructura jerárquica de la Iglesia), el arzobispo Gadecki concluye reiterando su temor a que esas tendencias acaben fagocitando al sínodo en su segunda sesión, en octubre de 2024.
Cita al obispo Georg Bätzing, presidente de la conferencia episcopal alemana y cabeza de su sector más identificado con el Synodale Weg, quien dijo que intentaría incluir todos los postulados alemanes en el borrador de documento final del sínodo: «Así pues, existe el riesgo de que los padres sinodales, al votar el documento final el año que viene, aprueben de hecho las exigencias del camino sinodal alemán, aunque sea con un lenguaje ligeramente distinto«.
Por todo ello, «los fieles necesitan claridad en materias de fe y moral. La clave es que el Papa exprese su posición claramente, no haciendo ‘guiños’ a derecha o izquierda».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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