17/11/2024

Tras veinte años budista, vio que su principio esencial (mi Dios soy yo) le endurecía el corazón

Tras veinte años de mantras, reiki y sesiones de psicoterapia que rayan el espiritismo, Federica Tognacci, una experta en comunicación, se convirtió y ahora reza el rosario a través de las redes sociales. Raffaella Frullone habla con ella en el número 244 (noviembre de 2024) del mensual católico de apologética Il Timone

«Federica, diario de una new entry en Cristo: veinte años en la Soka Gakkai y luego ¡bum! Jesús vino a buscarme». Federica Tognacci, nacida en 1980, de la región de las Marcas de nacimiento y boloñesa de adopción, se presenta así en Instagram, donde es conocida por el apodo de @fede_prega_il_rosario, porque después de haber estado en una psico-secta budista durante más de dos décadas, hoy esta redactora divulga la oración mariana más suave, en italiano y también en latín. Nos ponemos en contacto con ella por teléfono y empezamos aquí mismo a contar su historia.

«La página nació porque cuando me convertí estaba completamente sola, no conocía a ningún católico. En un momento dado me acordé de que cuando era pequeña, en el campo, delante de los tabernáculos de la Virgen, en mayo, había gente rezando el rosario por las tardes, así que decidí ir a la iglesia para ver si eso seguía existiendo. Y me di cuenta de que la gente sí que rezaba, pero la media de edad de los presentes era altita y yo quería conocer a gente de mi edad, así que decidí probar con Instagram, ya que trabajo en comunicación y mi edad está perfectamente en target«.

-¿Cómo es posible que estuvieras completamente sola?

-Mis conocidos siempre han estado en el mundo de la New Age, los católicos que conocía se remontaban a mi época de la escuela primaria, sólo tenía amigos budistas

-Cuando dices que estabas en el mundo New Age, ¿a qué te refieres exactamente y cómo llegaste allí?

-La mayoría de la gente vive inmersa en los cultos de la New Age pero no lo sabe, es parte de nuestra cultura neo-gnóstica. Yo era una chica con cierta sensibilidad y me encontraba en una búsqueda, me hacía preguntas sobre el sentido de la vida y las respuestas que ahora tengo de la Iglesia estaban entonces fuera de mi radar, diría que escondidas, mientras que las del mundo se me presentaban constantemente, por todas partes: esta sociedad neopagana te las ofrece en bandeja de plata.

»Era atea cuando, a los 19 años, me trasladé de Osimo, en la provincia de Ancona, a Bolonia; un día, a los 23, un amigo me invitó a una reunión budista, y ese fue el principio. Lo que encontré en esta práctica -considerada laica, pero que es de todo menos laica– respondía a mis valores de entonces: en el centro se ponía el ego.

»El principio básico es sencillo: mi dios soy yo, yo decido sobre mi vida, me fijo unos objetivos y los logro. Luego los voy tachando. No hay moral, todo vale, matrimonio entre dos mujeres o dos hombres, divorcio, fluidez sexual, gestación subrogada. El lema es hacer lo que la persona siente en ese momento. Esto se declinaba en una serie de prácticas: meditación con repetición de mantras, psicología llevada a un nivel que raya el espiritismo, la medicina alternativa, la cristaloterapia, el reiki.

-¿Cuándo despertaste del hechizo?

-Cuando empecé a ver que me estaba derrumbando, sobre todo en la relación con mi marido, con el que me casé hace diez años. Básicamente, en algún momento empecé a darme cuenta de cuál sigue siendo el aspecto sobre el que estoy intentando que Cristo me ablande el corazón, que es el egoísmo. Empecé a darme cuenta de que anteponer siempre el ego a todo, los propios objetivos al resto, avanzando como un tren, me estaba llevando a descarrilar.

Federica, junto con su marido.

»Hay que tener en cuenta que mi marido no me siguió en este camino, siempre ha sido católico, y esto no «ayudaba a mi evolución» según los que promueven esta forma de pseudo-budismo, y en un momento dado empecé a entrar en crisis, también por lo que veía a mi alrededor. Casi todo el mundo en mi círculo acudía a un psicoterapeuta, mis amigas al cabo de un año empezaron a separarse de sus maridos. A mí me pasaba lo mismo. Incluso me fui de casa. Y me impresionó mucho su reacción. Se mantuvo firme en su matrimonio, siguió llevando la alianza, tenía una gran dignidad sentimental y me dijo: «Este es tu sitio, te espero»; fue un momento fundamental en mi conversión.

-¿Hubo otros pasos?

-Muchísimos. Una vez, de repente, me acordé de mi abuela materna, que tenía tres características: una ética fuerte, orgullo y un buen corazón. Y sentí la necesidad de transformar mi corazón, de convertirlo en más parecido a Jesús. No sé de dónde venía esto, ya que hasta entonces el orgullo siempre me había parecido algo bueno; pero luego, al comprender lo que era el combate espiritual, me di cuenta de que era algo sobre lo que tenía que trabajar. Mi abuela no había dejado que el orgullo convirtiera su corazón en egoísta y sentí que ese era el camino que yo también tenía que emprender: convertir mi corazón.

-Con la página de Instagram, sin embargo, se te ha abierto otro tipo de mundo…

-Fue casual, porque cuando murió el Papa Benedicto, mientras hacía scroll, me topé con un post que se había hecho viral: era del grupo Mienmiuaif, que yo no conocía.

Mienmiuaif: un matrimonio católico que comparte su fe en la red y difunde sus canciones, como ésta dedicada al Padre Pío.

»A partir de ahí se me abrió una visión del mundo católico on line. Me di cuenta de que era gente que se relacionaba de otra manera, que había ganas reales de conocerse y encontrarse. Conocí a mujeres de mi edad que se reunían para rezar el rosario, luego descubrí la realidad del Monasterio Wi-Fi de Costanza Miriano y asistí al capítulo romano el año pasado: las catequesis fueron una propuesta absolutamente nueva para mí, lo cual me hizo enfadar mucho porque estoy convencida de que un chico joven necesita desesperadamente escuchar esas palabras. A partir de ahí descubrí que la Iglesia también estaba presente en Bolonia -evidentemente- y que había una Iglesia viva, rica, de la que antes no sabía nada y que puede aportar muchísimo.

Sí, a veces lo virtual se convierte en real. Y sí, la fe también pasa por Instagram. Y reza el Rosario.

Traducción de Verbum Caro.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»