22/12/2024

Un año ya presos de los rusos: el padre Iván, capellán en Cataluña, y el padre Bohdán, con diabetes

China, Nicaragua y la parte ucraniana ocupada por Rusia, son los tres países con curas católicos secuestrados o encarcelados sin juicio y sin que se sepa donde están.

El 16 de noviembre se cumplió un año desde que tropas rusas detuvieron a los dos sacerdotes ucranianos grecocatólicos de Berdiansk, Ivan Levytsky, que sirvió en Barcelona y Tarragona de 2008 a 2012, y Bohdan Geleta, que tiene diabetes.

A otro sacerdote de la región, pero de otra parroquia, Petro Krenitsky, le hicieron recoger escasas pertenencias en una maleta, le pusieron una bolsa en la cabeza, y lo llevaron en coche hasta el lado ucraniano del frente. Quizá le protegió ser de nacionalidad eslovaca. Pudo contar los últimos días de las parroquias de Berdiansk, ya cerradas.

En la zona de Ucrania que controlan los rusos hace un año que no queda ni un cura católico. Los fieles a veces consiguen contactar con sus párrocos deportados por móvil o whatsapp para hacer oración online.

Hablan al Papa de los dos curas secuestrados

Hace dos meses, los obispos ucranianos entregaron al Papa Francisco recuerdos de los dos sacerdotes de Berdiansk: una cruz misionera, un libro de oraciones y un rosario. Y también fotos de dos sacerdotes. Más o menos por esa fecha, los parientes del padre Iván recibieron confirmación oficial de que estaba preso de las autoridades rusas, porque antes, durante diez meses, solo se tenían rumores.

El Arzobispo Mayor Shevchuk entregan al Papa Francisco objetos de los dos curas secuestrados por los rusos en Berdiansk.

Volodymyr Boreyko, de la Iglesia Grecocatólica, explica que no se sabe nada del padre Bohdán. En realidad, de ambos sacerdotes «se desconoce dónde se encuentran exactamente, en qué condiciones, juntos o por separado, en el territorio ocupado de Ucrania o en Rusia».

«No se sabe en qué situación se encuentran, ni sin son prisioneros de guerra ni si les acusan ​​en causas penales», protesta el padre Boreyko. Las organizaciones de derechos humanos no han tenido acceso a ellos. La Iglesia, dice, intenta discretamente hacer «un trabajo diplomático con las autoridades estatales y a nivel internacional con la comunidad eclesial». No está claro qué significa eso: quizá significa que la diplomacia vaticana intenta que alguien de la Iglesia Ortodoxa Rusa (o católicos rusos) accedan a los curas secuestrados.

Boreyko no es suave: «Conocemos la crueldad del enemigo, y se trata de la salud y posiblemente de la vida de nuestros sacerdotes». Recuerda que Bohdán, de más edad, tiene diabetes y antes de la invasión fue sometido a una operación de corazón. «Rezamos y esperamos que aguante», añade.

Ivan Levytsky, cuatro años en Cataluña

En 2010, en La Vanguardia, Ivan Levytsky, contaba sus experiencias como capellán con los ucranianos católicos en Barcelona y Tarragona, a los que atendía desde septiembre de 2008. Les acompañó en el santuario redentorista del Perpetuo Socorro, en la barcelonesa calle Balmes; en Santa Mónica, la parroquia de las Ramblas; y en Tarragona, en la parroquia de Sant Pau. Con los de Tarragona además jugaba al fútbol. Los miércoles, rosario en ucraniano en el Perpetuo Socorro.

Sabemos que de vuelta a Ucrania, enviado a Berdiansk, seguía hablando de España a menudo, porque lo dice su feligresa Lyudmila, de la cercana ciudad de Primorsk. «El padre hablaba a menudo de España, porque sirvió allí durante 4 años», explica en un reportaje web de la Iglesia Grecocatólica.

En realidad, ni Iván ni Bohdán son de esa zona, que tiene pocos católicos, sino que venían de la otra punta del país, de las regiones con más católicos, las que antaño pertenecían al Imperio Austrohúngaro: Iván es de Leópolis, u Bohdán de Ivano-Frankivsk. Estaban en Berdiansk creando pequeñas comunidades para los católicos y su plan era volver al oeste de Ucrania a finales de 2022.

Fundaron la capilla de Primorsk

Lyudmila y su marido, grecocatólicos de Primorsk, a 20 kilómetros de Berdiansk, conocieron al padre Iván cuando visitó su ciudad, «cuando todavía no había ningún sacerdote allí». Ellos se habían casado en Donetsk porque no había iglesias grecocatólicas más cerca. Iván impulsó la pequeña capilla católica de Primorsk: en una ciudad de diez mil habitantes, entre 10 y 15 católicos acudían a sus misas de rito bizantino. «Era un hombre alto y fornido, siempre pulcro, hablaba poco, pero muy bien», explica Lyudmila.

La madre de Lyudmila murió un par de meses antes de la guerra en víspera de Nochevieja, con nieve, hielo, y la gente preparando el fin de año. El sacerdote del Patriarcado de Moscú del barrio no quiso acudir a los últimos ritos ni al entierro. El padre Iván sí se ofreció al día siguiente, y les consoló con gestos de humor. Hoy Lyudmila reza para que liberen al sacerdote: «Él casará a mi hija», dice esperanzada.

El padre Iván con una Virgen del Perpetuo Socorro en una oración por la paz en Berdiansk… hasta que vinieron a detenerle en noviembre de 2022. También en Barcelona atendía la parroquia del Perpetuo Socorro.

Detención y acusaciones inventadas

Cuando los rusos ocuparon esas zonas, ambos clérigos decidieron quedarse, aunque la jerarquía les había dado permiso para irse. Boreyko explica que organizaron encuentros de oración en la plaza central de Berdiansk, primero «por la victoria», luego, «de manera más neutral por la paz, hasta que finalmente las autoridades de ocupación locales y las fuerzas de seguridad rusas detuvieron al padre Iván y a algunos feligreses. Posteriormente, los fieles fueron puestos en libertad y el padre quedó en prisión. Realizaron una búsqueda en nuestro monasterio, filmaron un complot propagandístico y abrieron una proceso judicial inventado. Al mismo tiempo también fue detenido el padre Bohdan».

El 24 de noviembre de 2022, cinco días después de detenerlo, propagandistas rusos filmaban al padre Iván con cara cansada, y le acusaban de posesión de armas, ayudar a saboteadores y tratar de realizar actividades contra la parroquia ortodoxa de Berdiansk, aunque el sacerdote no confesaba nada de eso. Tras ese vídeo, desapareció.

Para los grecocatólicos, veteranos de la persecución soviética, son acusaciones absurdas, los trucos de siempre del comunismo: acusación falsa, dividir entre cristianos, encarcelar con calumnias… El 1 de diciembre de 2022, el Arzobispo Mayor grecocatólico, Sviatoslav Shevchuk, lo denunciaba: «Ayer recibimos informes de tortura sin piedad, empleando métodos represivos clásicos estalinistas, para forzar falsas confesiones».

El obispo grecocatólico de Donetsk, Stepan Menyok, que no tiene acceso a la mayor parte de su diócesis, ocupada por Rusia, escribe: «No hay duda de que ya son confesores de fe, perseguidos por su afiliación religiosa grecocatólica. Dios Todopoderoso sabe lo que hace, pero nos cuesta entenderlo, como nos cuesta entender el martirio de los apóstoles, los amados discípulos de Jesucristo. ¿Qué podemos hacer? Fortalecer la práctica de la oración en su intención».

Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218 .

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»