Para ser santo joven, hay que morir joven, por accidente, enfermedad, crimen o bajo martirio. Y con santidad, claro, una santidad que los amigos y conocidos intuyeran o vieran claramente.
El santo joven tiene varias particularidades: los que le conocieron vivirán aún bastantes años y podrán hablar de lo que fueron testigos. Además, el joven queda como congelado en el tiempo, en sus fotos, textos, y en tiempos modernos, en vídeos, y será ofrecido como modelo a otros jóvenes (jóvenes que, si todo va bien, dejarán de serlo al pasar los años).
En la diócesis de Paraná en Argentina ha empezado formalmente la fase diocesana de la causa de canonización de 3 jóvenes locales, que fallecieron en 1990, 1995 y 2006, años de televisión a color, de cintas de vídeo e incluso de Internet. Uno fue seminarista, y los otros dos laicos de Acción Católica Argentina. Los tres murieron de leucemia, incluso les atendió el mismo especialista.
El seminarista Víctor Schiavoni nació en la zona rural de la provincia de Entre Ríos. A los 14 años se estableció en Paraná, donde finalizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor «Nuestra Señora del Cenáculo». Pero una vez en el Seminario Mayor la leucemia provocó su muerte en 1995 a los 17 años, tras 4 meses de enfermedad. Se destaca de él que “la manera en que asumió la voluntad de Dios fue heroica, viviendo el sufrimiento con gran alegría, había descubierto su sentido redentor. Las sesiones de rayos lo dejaban realmente molido, hasta ni podía sostenerse en pie, pero él lo vivió todo sin quejarse».
Carlos Rodolfo Yáryez fue un joven de Acción Católica Argentina (ACA) fallecido en 1990. En Radio María lo presentaron como «un cristiano de ardiente caridad, inquebrantable esperanza e irradiante fe que provocaba que todo aquel que pasaba a su lado se sintiera tocado por ella». Comenzó a caminar en la fe con grupos de jóvenes que profundizaban en la Doctrina Social de la Iglesia y participaban en retiros espirituales ignacianos.
Tenía novia, estudiaba Ingeniería Electromecánica y vivía con intensidad la amistad. «Él siempre estaba atento a quién necesitaba alguna palabra o compartir una oración en ese momento», dice de él un amigo. «Carlos vivió su enfermedad de una forma de entrega total a la voluntad de Dios«, recordó la que en aquella época fue su novia.
María Cruz López fue parte de la Acción Católica Argentina (ACA) en la parroquia San José Obrero, hasta su fallecimiento en 2006, con 18 años. «Era una delegada muy dulce de ACA, buscaba a los chicos [de ACA] casa por casa, antes de ir a las reuniones, le hacía tarjetitas a mano. Era una persona muy dedicada y comprometida”, explican los que la acompañaron en esa época. Su padre la define como «muy solidaria, valiente, comprometida», «siempre tenía una mano para todo«.
Carlos, Víctor y María Cruz, tres jóvenes fallecidos por leucemia en Paraná, hacia los altares. Para la Iglesia son ya considerados Siervos de Dios.
El médico que trabajó con los tres
Mario Giunta, médico especialista en Hematología, atendió a los tres jóvenes, y habló de su experiencia en el canal ElOnce.
Declaro que los tres «eran gente espectacular». «Con Carlitos Yaryez tuve más acercamiento porque era miembro de la Acción Católica de Paraná. Yo trabajé todo el tiempo acá. Cuando le hicimos el diagnóstico fue una cosa pesada por lo médico y por la relación personal que tenía con él y su familia».
Sobre María Cruz, señaló: «A ella siempre se la veía con el Rosario. Tenía un toque de líder. Recuerdo que estaba en una pieza en La Entrerriana, la cual tenía una ventana que daba a la calle. Tenía a todos los amigos en la vereda rezando con ella. Era muy querida y carismática, muy líder».
Respecto a Víctor, sólo lo pudo tratar 4 meses: «Mi gran contacto con él era la visita de todos los días a la mañana. Hablábamos de Dios».
Lo que espera el arzobispo: una corriente de santidad
En el acto de apertura de la causa, el 7 de mayo, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, aseguró: “Ni Carlos, ni María Cruz, ni Víctor necesitan que les pongamos la corona, ya están contemplando a Dios, eso lo creemos. Pero cuando la Iglesia los proclama santos es porque quiere que sean ejemplos”.
Es por sus ejemplos que él espera «una corriente de santidad, que en cada uno de nosotros pobres, pecadores, débiles, triunfe la gracia de Dios».
Juramento de los que trabajan en la causa de canonización de uno de los tres jóvenes de Paraná, ante el arzobispo Puiggari, al abrirse la fase diocesana del proceso.
El arzobispo aclaró que el proceso previo a iniciar la causa diocesana «comenzó más o menos hace unos tres años —al menos la intervención oficial del arzobispado— donde grupo de personas que conocieron a algún siervo de Dios de los que hemos nombrado, presentaron esta inquietud». La diócesis empezó a eloborar una biografía de cada uno, además de consultar a otros obispos de la región eclesiástica. Cuando 10 obispos se mostraron a favor, se elevó el caso a la Conferencia Episcopal Argentina y el presidente de ésta, Oscar Ojea, dio su aprobación.
El delegado de los obispos argentinos para Causas de los Santos, Santiago Olivera, consultó con todos esos precedentes al Dicasterio de Causas de los Santos en el Vaticano. En 2023 el arzobispado recibió desde ese dicasterio la aprobación para seguir el proceso.
Para la Iglesia los 3 jóvenes son ya considerados Siervos de Dios. Cuando se aprueben sus virtudes en grado heroico serán declarados Venerables, y si se aprueba un milagro por su intercesión, beatos. Cada uno sigue su propio proceso, aunque la diócesis tiene un un promotor de Justicia, el mismo para las tres causas, con la misión de fiscalizar que todo se lleve adelante conforme al derecho canónico.
Durante el acto de apertura de la causa, todos los implicados prestaron juramento para poder comenzar a trabajar en las causas de canonización, procurando acreditar la vida “superlativamente cristiana” y “de verdadera santidad” de estos tres jóvenes.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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