Hacía tiempo que algo no iba bien en la familia, asolada por «tremendos problemas» que comenzaron cuando el hijo de diez años de una preocupada madre comenzaba a mostrar signos de una aparente posesión. Se autolesionaba, el crucifijo le quemaba las manos como si de descargas eléctricas se tratase, las habitaciones estaban infectadas de olores ácidos y la televisión se apagaba y encendía sola en altas horas de la noche.
El culmen fue, al instalar cámaras, ver cómo sombras negras se movían por doquier. Fue entonces cuando la aterrada madre acudió a José Luis Rubio Willen, director de la Comisión de Beatificación de Isabel la Católica. El sacerdote acogió al joven afectado o «vejado» y le enseñó las labores de monaguillo. También regaló a la familia una imagen de la Virgen y un rosario de la Sierva de Dios Isabel y estampas, recordándoles rezar pidiendo su intercesión.
«La mejoría se empezó a notar en el niño y en la casa, pero mi marido enfermó de una depresión muy rara», cuenta ella.
El sacerdote aumentó la apuesta, regalando una litografía de la reina que debían colgar en el salón de su casa.
«Fue aparecer la Reina y presidir el salón cuando nos dimos cuenta de que todo volvía a ser como antes. La medalla y su cuadro hicieron desaparecer el olor a podrido, las moscas, el malestar de las habitaciones, los fenómenos de la televisión, la depresión rara de mi esposo…», enumera ella.
Lo que relata es digno de un guión cinematográfico. Especialmente cuando admite que las cámaras que antes grababan sombras oscuras, ahora reflejaban una luz blanca ahuyentando a las otras del hogar.
La vida espiritual de la reina, dice la rectora de la Universidad Católica de Ávila, María del Rosario Sáez, `fue el hilo conductor de todos sus actos´, como reflejan `las muchas horas en oración que empleaba desde la infancia´.
Los favores de la reina no habían terminado, pues acudieron nuevamente a ella ante la imposibilidad de que su hijo accediese al colegio de Cristo Rey con los jesuitas. «Al poco nos comunicaron que era admitido. La alegría fue grandísima. Hoy es un brillante estudiante, integrado y feliz. Mi familia sigue unida, con una gran fe en Dios y una devoción inmensa hacia la Sierva de Dios Isabel la Católica. Eternamente agradecida», concluye la madre.
Concede favores y gracias «todos los meses»
Aunque sorprendente, el descrito es solo uno más de las decenas de favores y gracias concedidas por Isabel a los devotos que piden su intercesión. Todos los meses se reciben una media de cinco favores. Con la resolución del caso, se respiran alegría, confianza y satisfacción tras las paredes de la vallisoletana Comisión de beatificación de Isabel la Católica.
También desde que hace poco más de una semana concluyó la primera peregrinación a Roma de la Comisión, con el 520 aniversario de la muerte de la reina como trasfondo. A la misma acudieron un centenar de fieles y devotos liderados por Luis Argüello, recién elegido presidente de los obispos españoles, y el sacerdote José Luis Rubio Willen, director de la Comisión.
Los peregrinos fueron recibidos por el Papa Francisco en audiencia pública. También por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, d. Luis Argüello, d. Jose Luis Rubio Willen, Francisco Espigares Flores, capellán Real de Granada, y nuestro postulador d. Javier Carnerero, visita que discurrió llena de afabilidades y completando al siguiente día con el postulador de la causa.
El sacerdote atiende de nuevo a Religión en Libertad. Se expresa pletórico y «muy satisfecho» ante los frutos de la peregrinación, pero también ante un proceso que, lejos de ser «imposible» como relatan algunos medios, «sigue caminando y en orden» según Roma, lo que Willen y Argüello valoran «de forma positiva».
Sin grupos de presión
Muestra de ello son los «deberes» que el Vaticano pide a la Comisión. Y es que la positio histórica, ya concluida, se encontraría en un estado «impecable», especialmente lo relativo al «asunto judío». Willen despeja temores: según él, hoy no existen grupos de presión dignos de mención que busquen impedir la elevación de Isabel a los altares.
En lo relativo al proceso histórico, La incomparable Isabel la Católica de Jean Dumont -entre otros- ya explora que, tanto el Papa como el consistorio, en su concesión del título de `Católicos´ a Isabel y Fernando, «hicieron reseñar entre sus grandes méritos, en el campo de la fe católica y de la religión cristiana en España» la cuestión de la expulsión.
Pero como afirma el director de la comisión, «pensar solo en su pasado histórico es incompleto para nuestros tiempos».
Durante la peregrinación de la Comisión a Roma. De izquierda a derecha, el secretario del cardenal Semeraro, con Javier Carnerero, postulador de la Causa, el cardenal Marcelo Semeraro, prefecto del Dicasterio para las causas de los santos, el arzobispo de Valladolid, presidente de la Comisión y recientemente nombrado de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, el director de la Comisión, José Luis Rubio Willen y el capellán real de Granada, Francisco Javier Espigares.
Por ello, el sacerdote dispone ya de un profundo conocimiento y estrecha relación con la comunidad judía de la sinagoga de Madrid, con los que pretende tener un encuentro próximo. Hablando con alguno de ellos, dice Willen, es evidente que las situaciones que atraviesan son delicadas por la guerra vigente y debemos orar todos los día por la paz en ambas partes.
Según Willen, el icónico historiador don Luis Suarez (Isabel I. Reina) uno de los «padres» del proceso, con cerca de cien años y él mismo con sangre judía, también mantiene relación con varios miembros de esta comunidad desde hace muchos años.
Lo que desde luego no pretende hacer la Comisión, afirma Willen, es usar la cuestión judía «como grupo de presión», como difunden no pocos medios. Eso, explica, «sería manipular a la Providencia de Dios y la Comisión siempre estará en disciplina y obediencia con el Santo Padre, como estuvo Isabel, en docilidad con nuestra santa madre Iglesia«.
Por ahora, comenta que los esfuerzos se centran en profundizar en la faceta que mejor demuestre que Isabel es «una santa para los tiempos de hoy», pues «su pasado impecable» ya lo corrobora su condición de Sierva de Dios. Ahora «deberemos trabajar una Isabel actual, pues Dios entrega a sus santos para los tiempos justos». Una máxima reiterada por el sacerdote durante años, que «a nuestros santos nos lo entrega Dios en los momentos que más se necesitan. Hoy sin lugar a dudas necesitamos las virtudes de Isabel en amplitud de conceptos».
Isabel, en las calles… y venerada en parroquias desde hace décadas
Lo cierto es que el nombre de Isabel está, literalmente, en las calles. Incluso debajo de ellas. Este 7 de marzo, marquesinas y paradas de metro de decenas de ciudades españolas amanecían repletas de grandes imágenes de «la Católica» reivindicándola como «modelo de mujer para el siglo XXI» en vísperas del 8 de marzo.
Mientras, el sacerdote desvela una llamada telefónica que recibió esta semana. Era una conocida de Segovia, que le enviaba por WhatsApp una estampa donde figuraba Isabel y decía: «Cuadro de la venerable Isabel la Católica que se encuentra en la iglesia Parroquial de Prádena (Segovia). S. XVI Anónimo».
«Me paso el teléfono de una persona de esa parroquia, Álvaro, y le llamé. Me dijo que el cuadro estaba situado en el altar mayo junto a la Virgen de Rosario y el Buen Pastor. Estos gestos de devoción popular desde épocas remotas ayudan sin lugar a dudas para acelerar el proceso. Naturalmente Isabel solo es sierva y no venerable pero para esa comunidad parroquial desde tiempos lejanos la veían así y la rezaban como venerable. Llamaré al párroco que estuvo varios años para que me explique más de cerca estas gracias de la Providencia para enviar a Roma».
Cuadro anónimo del siglo XVI de la venerable Isabel la Católica, venerado en la iglesia parroquial de Pradena (Segovia).
Las virtudes de «una santa de hoy» en Gaudete et exúltate
Otro de los conceptos de Roma es el de mostrar por qué motivos es «una santa de hoy» o, en palabras de Francisco, «de la puerta de al lado».
Por ello, la Comisión plantea dedicar parte de sus esfuerzos en mostrar virtudes que reflejen «la santidad en el mundo actual», que el Papa plasma en la exhortación Gaudete et exsultate.
Entre ellas, enumera la «paciencia y mansedumbre«, lo que los cronistas y coetáneos no dudaron de catalogar de «admirable» en Isabel. Quizá uno de los ejemplos más representativos de esta virtud tiene lugar ante la traición del arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, que se pasó a las filas lusas en vísperas de la guerra con Portugal. El Cura de los Palacios relata que Isabel recibió la negativa del obispo a regresar en plena misa y solo acabada esta «echó la echo mano a sus cabellos; e recobrada alguna poca de paciencia, dixo contenplando : Senor mio Jesucristo, en vuestras manos pongo todos mis fechos, e de vos me decienda el favor e ayuda”.
A estos hechos, el sacerdote agrega los indultos generales tras la derrota del ejército portugués en Peleagonzalo (Toro-Zamora), gestos nunca antes vistos en una mujer y muestra también de la «misericordia evangélica» hacia los nobles vencidos y aliados de Portugal.
También habla Francisco de la «alegría y sentido del humor«, presente en multitud de descripciones y relatos isabelinos, como la semblanza espiritual de la reina que la recuerda como «muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar muy gracioso y honesto, las faciones del rostro bien puestas. La cara toda muy hermosa y alegre de una alegría honesta y muy mesurada».
Sobran en Isabel ejemplos de la audacia y fervor que demanda el actual pontífice para los «santos de la puerta de al lado». «Con razón se la ha llamado católica, cristianísima y mujer fiel. Por lo demás, todo el mundo celebra su caridad, su prudencia, su celo -fervor- por la justicia, su modestia en todo, su ardiente deseo de vivir honestamente y con decoro, su misericordia, su piedad».
La Comisión deberá profundizar también sin duda en la faceta devocional de la reina Isabel, en relación a la «oración constante» reiterada por Francisco de cara a la santidad. Por mencionar solo un ejemplo, la rectora de la Universidad Católica de Ávila, habla en las Actas del simposio Isabel la Católica y la evangelización de América de cómo se hizo reservar una celda de cara al altar mayor, en el monasterio de Guadalupe, el lugar donde descansan los restos de Enrique IV, donde se retiraba a orar y meditar. «La llamaba `mi paraíso´ a este monasterio y algunas de las decisiones importantes se tomaron en ese lugar». La vida espiritual de la reina, dice María del Rosario Sáez, «fue el hilo conductor de todos sus actos», como reflejan «las muchas horas en oración que empleaba desde la infancia». Sin este aspecto «resulta imposible conocer lo que fueron la vida y obra de Isabel».
En 2018 se celebró el I Simposio Internacional Isabel la Católica y la Evangelización de América, cuyas actas se recogen en este volumen.
Una súplica a la Salus populi romani
Entre otros proyectos del corto plazo, Rubio Willen enumera la próxima creación de un centro de estudios y actividades isabelinas en Roma, de cara a “estudiar su santidad y ayudar más de cerca a su canonización y a propagar sus virtudes con diversas actividades».
Además, la Comisión junto a la Capilla Real de Granada se encuentra preparando la edición de un facsímil con la traducción al español e inglés del sermón de Ludovico Bruno en los funerales romanos, que no duda en reconocer la muerte de Isabel en olor de santidad, amortajada sin realeza con el sayal de franciscana y la llegada a Granada de su cuerpo incorrupto después de casi un mes de penoso caminar desde Medina del Campo a Granada.
Entre otros proyectos, se informa de que saldrá a la luz una nueva edición de la novena de Isabel para uso privado, más pequeña de tamaño y sencilla pero con el mismo contenido de la edición de don Vicente Vara Sanz.
El sacerdote se despide alegre, evocando el atronador silencio de las multitudes que «hicieron llenazo» en las iglesias, misas y actos académicos celebrados en la Roma isabelina. Rubio Willen reitera la última y confiada súplica que dirigió ante el icono de la Salus populi romani: “Virgen de la Salus, que pueda llevarla a los altares«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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