Pese a que Juan Pablo II declaró “beato mártir” al arzobispo de Zagreb, el cardenal Aloysius Stepinac, por la persecución que sufrió por parte del régimen de Tito, todavía hoy los efectos de la propaganda comunista contra el purpurado siguen haciendo efecto en la memoria colectiva sobre este representante católico al que acusaron de colaborar con el régimen ustacha durante la II Guerra Mundial, aliado de los nazis.
Es lo que ocurría también con Esther Gitman, una investigadora bosnia de origen judío, que quiso investigar porqué tanto ella como su familia y otras muchas no habían sido asesinadas durante durante esos años. Y su sorpresa llegó cuando en todo momento aparecía un nombre como responsable de su salvación: Aloysius Stepinac. El mismo arzobispo al que la leyenda negra acusaba de colaborar con los nazis resulta que era responsable de haber salvado a más de 6.000 judíos.
Una investigación para entender su pasado
“Las paredes oyen”, era la frase que desde niña esta mujer escuchaba por respuesta cuando preguntaba por las historias de la guerra. También en ellos funcionó el temor instaurado por el régimen comunista durante décadas.
Esther Gitman, judía de origen bosnio, logró huir siendo niña junto a su familia de la persecución nazi. Ya adulta quiso investigar quién les ayudó a escapar.
Sin embargo, una vez pasados un tiempo desde la caída del nazismo, Esther Gitman quiso investigar por qué hubo tantas familias judías en su zona que pudieron sobrevivir. Y para ello pidió una beca al programa Fullbright, una prestigiosa institución académica, para investigar todo esto.
Pese a que se le concedió la beca todo era escepticismo, también entre los investigadores croatas. Incluso ella misma tampoco creía que encontrara alguna novedad al respecto para aclarar sus dudas.
El arzobispo «anti-judío» en realidad era quien los salvaba
Pero una vez que comenzó a analizar miles de documentos, entre ellos más de 5.000 relacionados específicamente con rescates durante la guerra, y a entrevistar a judíos supervivientes la verdad fue saliendo a la luz, y también a rescatadores.
Ante tal avalancha de papeles, el marido de Esther le recomendó que buscara el denominador común entre los documentos que encontrase. Y entonces apareció el nombre del cardenal católico Stepinac. Todo el tiempo. Tras sus primeras 67 entrevistas y con los documentos que tenía en sus manos vio que en los relatos, ahora ya sin miedo por parte de los protagonistas, salía siempre el nombre del arzobispo de Zagreb al que el régimen de Tito había intentado manchar su nombre.
“Cuando comencé a escuchar el nombre de Stepinac, yo, en mi mente sesgada pensé: ‘no puede ser que un sacerdote y aún más, un arzobispo, salvase a los judíos”, afirma esta investigadora de origen judío al Catholic News Agency.
Todavía hoy los efectos de la propaganda comunista contra el purpurado siguen haciendo efecto en la memoria colectiva.
Tras analizar los documentos llegó a la conclusión de que el entonces arzobispo de Zagreb salvó del Holocausto de manera directa e indirecta a más de 6.000 judíos. Incluso la ayuda a los judíos comenzó antes de la guerra puesto que ya en 1936 organizó una campaña de auxilio a los hebreos que huyeron de Alemania y Austria.
Una red de auxilio y socorro
De este modo, escribió una carta a católicos croatas adinerados en la que les decía: “estimado señor, debido a la persecución violenta e inhumana, un gran número de personas ha tenido que abandonar su tierra natal. Sin medios para una vida normal deambulan por todo el mundo… Todos los días, un gran número de emigrantes nos contactan pidiendo ayuda. Es nuestro deber cristiano ayudarlos…”, decía en la carta.
Ya en 1936 hablaba abiertamente contra el nacional socialismo afirmando que “el amor hacia la propia nación no puede convertirle a uno en un animal salvaje”. Y posteriormente, en 1938, volvió a organizar otra campaña de auxilio a los judíos perseguidos en Alemania.
Todas estas revelaciones iban haciendo mella en esta mujer de origen judía. “No podía creer todo lo que este hombre había hecho, qué cosa tan increíble”, afirma.
Una ayuda sutil y otras no tanto de salvar judíos
Ya con la guerra y la independencia de Croacia, estado títere de los nazis, también se enfrentó a Ante Pavelic. Gitman afirma que aunque el dirigente Ustacha como el arzobispo “se odiaban, (Stepinac) tenía que “establecer una relación de trabajo por el bien y la paz”. Pero el prelado católico encontró formas sutiles y no tanto de oponerse a este régimen.
Un ejemplo se produjo cuando dos sacerdotes y cinco monjas de origen judío debían llevar el brazalete que les identificara como judíos. Finalmente, el gobierno absolvió a estos católicos pero el arzobispo les dijo que siguieran utilizando la estrella de David como signo de solidaridad con el pueblo judío. “Esto era una vergüenza para Pavelic, porque Stepinac les estaba diciendo que siguieran utilizando este letrero aunque habían obtenido el permiso para no usarlo”.
Ya en 1936 hablaba abiertamente contra el nacional socialismo afirmando que “el amor hacia la propia nación no puede convertirle a uno en un animal salvaje”.
Por otro lado, Stepinac llegó a amenazar con cerrar todas las iglesias de Zagreb y hacer sonar de manera permanente todas las campanas en señal de protesta si las autoridades cumplían sus amenazas de detener a judíos en matrimonios mixtos con cristianos. Sólo por esta vía logró salvar más de 1.000 vidas.
Otro caso era el de un grupo de 58 ancianos judíos ingresados en un geriátrico que iban a ser deportados a Auschwitz. El arzobispo de Zagreb decidió llevárselos a un edificio propiedad de la Iglesia, donde los protegió hasta que acabó la guerra. Incluso iba a visitarlos a menudo.
Las recomendaciones a sus sacerdotes
También, Stepinac entabló una gran amistad con el rabino judío y organizaba escondites para los judíos perseguidos o lograba fondos y documentos para que pudieran trasladarse a un lugar más seguro.
Por otro lado, una de las acciones que más repercusión tuvo fue las directrices que dio a sacerdotes y congregaciones religiosas para que hicieran la vista gorda con los falsos convertidos del judaísmo y de otros grupos perseguidos.
En una nota distribuida por el arzobispado a las parroquias de Zagreb durante la guerra, Stepinac decía: “cuando te visiten personas de fe judía u ortodoxa oriental, cuyas vidas estén en peligro y que expresen el deseo de convertirse al catolicismo, acéptalas para así salvar vidas humanas. No requieren ningún conocimiento religioso especial, porque los ortodoxos orientales son cristianos como nosotros, y la fe judía es la fe la cual el cristianismo hunde sus raíces. El papel y el deber de los cristianos es, en primer lugar, salvar a las personas. Cuando este tiempo de locura y salvajismo haya pasado, aquellos que hayan convertido por convicción permanecerán en nuestra iglesia, mientras que otros, después de que pase el peligro, regresarán a su iglesia”.
El arzobispo Stepinac, durante el juicio contra él.
Las persecuciones de Tito
Con la llegada del poder de Tito, el mariscal quiso crear una iglesia católica nacional independiente de Roma, a lo que el arzobispo Stepinac se negó. Incluso no asistió a ninguna de las reuniones. Además criticó las confiscaciones de bienes de la Iglesia y la detención de sacerdotes.
La campaña contra él se forjó en aquel momento y en 1946 fue acusado y condenado a 16 años de trabajos forzados en un juicio considerado una farsa en el que dijeron que había colaborado con los nazis. EEUU puso como condición para entregar ayuda a Yugoslavia la liberación del prelado pero Tito la condicionó a su exilio, a lo que Stepinac se negó.
Finalmente, en 1951 le fue conmutada la pena por arresto domiciliario. En 1953, Pio XII le creó cardenal y en 1960 falleció a consecuencia de las enfermedades que contrajo en prisión. En 1998, San Juan Pablo II lo beatificó y en estos momentos su posible canonización está en fase de espera y Francisco creó una comisión mixta de historiadores croatas y serbios.
Artículo publicado originalmente en el año 2019.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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