Los pecados de los miembros de la Iglesia no se justifican. Sin embargo, son los santos los que nos llevan hacia Jesucristo. Yo prefiero buscar mi conversión personal, y seguir el ejemplo del Señor; y no utilizar como excusa los pecados de algunos de los miembros de la Iglesia para no convertirme. En definitiva, Dios no me va a pedir cuenta de los pecados ajenos, sino de los míos. Por eso, día a día debemos trabajar por nuestra conversión.
P. Tomás A. Beroch
PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD
More Stories
El número de jóvenes católicos practicantes en Inglaterra y Gales dobla al de los jóvenes anglicanos
Las «monjas rosas», un siglo de adoración ininterrumpida que sostiene la fe en tiempos de crisis
Vuelven los comulgatorios en EE.UU: cada vez más iglesias instalan barandillas en torno al altar