Nacho Moreno y Victoria Serranoy llevan 30 años de casados, tienen 7 hijos (entre los 29 y los 17 años) y 3 nietos… y 21 años impartiendo cursillos de novios en su parroquia.
«El enamoramiento duró lo que tenía que durar, ni mucho ni poco, pero con los años la quiero cada vez más«, comenta Nacho, quien trabaja como aparejador.
Isabel Molina, directora de Misión, la publicación de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España, ha elaborado, gracias a este matrimonio, una lista de diez consejos útiles de unos esposos veteranos para cuidar el matrimonio.
1-Confiar totalmente en el otro
Los dos están de acuerdo: en el matrimonio hay que hablar mucho, reír juntos y no tener secretos para el otro. «Siempre digo que mi mejor amigo es mi marido«, asegura Victoria. Se lo cuentan todo.
«A veces le he pegado un golpe al coche y he pensado: ‘No se lo voy a decir porque se va a enfadar, pero se lo cuento; no hay nada que pueda guardarme para mí’, precisa. *Claro que tenemos secretos, añade Nacho, pero secretos compartidos entre los dos.
2- Renunciar al miedo
Dicen que todo para ellos ha sido fácil, pero porque han vencido los miedos, pues han sufrido ataques desde muchos flancos por tener una familia numerosa. «Hemos sufrido auténtica persecución. La gente nos decía: ‘No vais a poder mantenerlos’. Hoy vemos que están bien y todos viven su fe en la Iglesia. Estamos muy orgullosos de ellos. Dios no nos ha dejado en la brecha», explica Nacho.
Luego se atreve con una confesión: «Yo he sido un poco timorato, así que pensaba: ¿Me abro a la vida? Pero ves que esta incertidumbre te la pone el demonio. Luego te das cuenta de que el Señor es fiel: te da el ciento por uno».
3-Convertir la recta en un plano
«Una rectal la definen dos puntos, pero un plano lo definen tres. Un matrimonio católico es de tres porque tienes a Jesucristo. Sabes que el Señor te arropa», dice Nacho. «La sociedad te dice: para qué te vas a casar si eso es sólo un papel, mejor no te casas que luego vienen los problemas. Pero, realmente, el matrimonio es un sacramento y el sacramento realiza lo que significa. El Espíritu Santo actúa, te da la inspiración para saber hacer las cosas», añade Victoria.
En los cursillos que imparten en su parroquia se han dado cuenta de que muchos quieren ir al altar con un desconocimiento profundo de lo que es el matrimonio: «Cuando se los explicamos nos aseguran que no lo habían oído nunca», comentan.
4- Invertir en la familia
Victoria entendió pronto que tenían que invertir en Dios primero y a renglón seguido en su familia. «Y hemos invertido mucho!», asegura. Para ella invertir significa dedicar tiempo, esfuerzo y dinero (aunque no sobre) a la familia. «Nuestro aniversario de boda es la celebración más importante para nosotros. Siempre lo celebramos con nuestros hijos», puntualiza.
Por su parte, Nacho se lamenta de que hoy la sociedad «le ha comprado al dernonio su mentira: él nos dice que la libertad es mantener tu parcela para las cuatro cosas que te gustan: yo me voy con un grupo de bicicleta, y ella con sus amigas… Al final, ya no sabes cuál es vuestro común denominador. Yo lo que quiero es hacer las cosas con Victoria, eso es lo que nos da intimidad, cohesión y comunión», señala contundente.
5-Rezar juntos
«Desde que empezamos a rezar laudes juntos todos los días, nuestro matrimonio se afianzó», rememora Victoria. «Tuvimos dos hijos y luego dos abortos seguidos con los que sufrí mucho. Consideraba que mi marido no lograba entender lo que yo sentía, y «cuando tienes una discusión se te desgarra algo. No te vayas a la cama sin pedir perdón», justo en esa época empezamos a rezar juntos. Yo siempre digo que cuando los esposos rezan juntos realmente ven cómo el otro se desnuda ante Dios, y eso ayuda mucho», añade.
6-Amar en la diferencia
Victoria y Nacho acaban de asistir al 72 aniversario de bodas de un matrimonio. «Le pre- gunté a ella, que tiene 101 años, cuál es el secreto. Y me dijo: ‘Perdonar y comprender mucho«, cuenta Victoria. También Nacho le hizo al esposo la misma pregunta, y el contestó: «Hoy queremos que el hombre y la mujer sean iguales, pero el tiene una misión en el matrimonio y ella, otra. Él es la cabeza y ella es el pilar que sostiene a la familia».
Ahí está: unidad en la diferencia. «Nacho y yo somos diferentes, pero esta diferencia es una riqueza. Si yo le cuento algo a una amiga, puede que ella me entienda mejor, pero eso es como buscar ‘otro yo’. Mi marido, en cambio, es el complemento que suma», comenta ella.
7-Poner a tu cónyuge antes que a tus hijos
«Los hijos te absorben, te exigen, y como madre lo que te sale es darte a ellos, pero luego digo: Tengo que cuidar a mi marido!», explica Victoria. «El hecho de estar tan unidos nos ha ayudado a enfrentar los problemas«, puntualiza Nacho, para quien una lección de oro es el clásico «nunca te vayas a la cama sin pedir perdón». «Cuando tienes una discusión se te desgarra algo por dentro, y según pasan las horas estás peor. Reconcíliate siempre antes de acabar el día».
8-Vivir el plan de Dios para la sexualidad
«Vivir la sexualidad como te enseña la Iglesia es de una belleza extraordinaria porque ni Victoria se siente utilizada ni yo me siento utilizado«, dice Nacho. Y añade: «Cuando los matrimonios se utilizan el uno al otro -te doy si tu me das el placer que quiero-, este desorden rompe la relación». «La sexualidad así vivida hace que yo siempre me haya sentido querida, respetada, y también atractiva para el», complementa Victoria.
9-Tener una familia espiritual
«No intentéis vivir el matrimonio solos, buscad apoyos en la Iglesia, donde queráis (un grupo de matrimonios de la parroquia, un movimiento…), pero para que este garante que es el matrimonio dé su garantía, tenéis que alimentarlo», reclama Nacho.
10-Aprender de los que lo están haciendo mejor que tú
A Victoria y Nacho les ha ayudado mucho ir conociendo a gente que les ha permitido descubrir y redescubrir el plan de Dios para el matrimonio. «Hemos palpado en ellos el amor de donación que te muestra que sólo entregándote eres feliz«, explica Nacho. Y se han nutrido también de los matrimonios de sus propios padres, ambos ya con más de 60 años juntos. «Han sido fieles y se ayudan el uno al otro», explican.
«Ves cómo con los años te vas acoplando de tal manera que ya no puedes vivir sin la otra persona. Y no porque tengas que hacerlo, sino porque con el sacramento tu amor madura. Quieres a la otra persona no para cambiarla y que se amolde a ti, sino de forma incondicional», concluye Nacho.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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