28/12/2024

25 formas de acoger en la Iglesia, algunas nuevas, sin recurrir a bendiciones polémicas o confusas

Han preguntado al Papa Francisco en la revista Credere acerca del núcleo del documento Fiducia Supplicans, y el Papa Francisco ha respondido, entre otras cosas, que «el corazón del documento es la acogida» («il cuore del documento è l’accoglienza»).

El Papa Francisco, a lo largo de su pontificado, ha hablado muchas veces de la importancia de que los cristianos y sus pastores sean acogedores, especialmente con los más débiles o alejados de la fe.

Como veremos en este artículo, la Iglesia tiene muchas herramientas pastorales para ser acogedores.

Sin embargo, Fiducia Supplicans apenas trata el tema de la acogida: sólo una vez el texto habla de «acoger» a las personas, en el párrafo 32, cuando dice que «la Iglesia acoge a todos los que se acercan a Dios con corazón humilde, acompañándolos con aquellos auxilios espirituales que permiten a todos comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su existencia». En cuanto a «acompañar», sólo en 3 ocasiones (párrafos 21, 32 y 36) habla de acompañar a las personas y sus vidas. Y no especifica nada sobre cómo acompañar a medio o largo plazo.

Las bendiciones que menciona Fiducia, en teoría, buscan «acrecentar la confianza en Dios» de los que solicitaban tales bendiciones. Además, Fiducia cita a Benedicto XVI cuando asegura que «toda bendición será la ocasión para un renovado anuncio del kerygma, una invitación a acercarse siempre más al amor de Cristo».

Pero luego, la «nota explicativa» que publicó Doctrina de la Fe especificó que se trataba de bendiciones de unos pocos segundos. En esos pocos segundos, no se ve mucho «acompañamiento» y desde luego no hay tiempo para hacer «anuncio del kerygma».

La «nota explicativa» también da mucha libertad a obispos y clérigos sobre cómo aplicar en la práctica Fiducia (o partes de Fiducia). Si como dice el Papa, el corazón es la acogida, la Iglesia tiene muchas formas de acoger.

Lo cierto es que para acoger a todos (ateos, musulmanes, budistas, gente en situación de pecado estable, etc…) la Iglesia Católica tiene más de veinte siglos de experiencia y un potente arsenal de herramientas de acogida, aunque a veces las use menos de lo que podría.

Los obispos de varios países -Polonia, Hungría, Bielorrusia, Ucrania, Holanda, Haití, casi toda África, buena parte del Caribe…- han declarado que no aplicarán las bendiciones a parejas de Fiducia. Eso no significa que carezcan de herramientas pastorales para acoger a todo tipo de personas. Como veremos a continuación, hay al menos 25 formas de acoger a todo el mundo, incluso a alejados y pecadores, sin recurrir a estas bendiciones novedosas y, para muchos, polémicas o confusas.

Cada una de estas herramientas pastorales tiene algunos límites, para proteger el segundo mandamiento («No tomarás en vano el nombre de Dios«) y el primero, evitando el sacrilegio (que es «profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios», dice el Catecismo en 2120). Pero por lo general son de amplísima aplicación.

Si alguien se para a pensar en formas de acoger a alejados e incluso ateos o personas sin bautizar, pronto le saldrán, al menos, estas 25 ideas que acogen en la Iglesia y acercan a cualquiera a Dios (seguro que a los lectores de ReL se les ocurren algunas más).

1. La ceniza del Miércoles de Ceniza

Cualquiera puede ponerse a la cola en la parroquia (o colegio) y recibirla, incluso paganos, pecadores públicos, disidentes y personas de misa diaria. Todos pueden escuchar «conviértete y cree en el evangelio» y «polvo eres y en polvo te convertirás». La Iglesia no la niega a nadie. Los Miércoles de Ceniza se llenan las iglesias con gente que habitualmente no va en domingo.

Cualquiera, incluso una persona no bautizada, puede ponerse en la fila del Miércoles de Ceniza y recibir la ceniza.

2. Agua bendita para todos

Cualquiera, ateo, pecador o feligrés habitual, puede entrar en una parroquia o capilla, mojar sus dedos en el agua bendita, y pedir ayuda a Dios. Los cristianos lo acompañan con la señal de la cruz y a veces una breve oración.

En algunos países de Europa Oriental, las parroquias católicas imitan a las ortodoxas en ofrecer grandes cantidades de agua bendita, que los fieles se pueden llevar a casa en botellas.

En cambio, en países africanos o caribeños donde el vudú y la brujería es más frecuente, se suele evitar la recogida de agua bendita en botellas, para que no se use para rituales contrarios a la fe.

3. Encender velas en el templo (o en casa)

Cualquiera, ateo, musulmán, devoto o pecador público puede entrar en un templo (si está abierto) y encender una vela: incluso si no sabe rezar nada, espera que Dios «actúe» o al menos le mire. Es un gesto poderoso que despierta algo en la mente y el corazón, y por eso muchos que hacen evangelización en la calle (como «Una luz en la noche» o «Night Fever«) animan a los viandantes a entrar en la parroquia y encender una velita. También un pecador que aún no se ve capaz de confesarse puede encender velas en casa y orar algo muy sencillo (o más elaborado) que le haya sugerido un cura o un amigo cristiano.

4. Tocar estatuas sagradas (a veces peregrinas) y orar con ellas

En Navidad, cualquiera, incluso alguien sin bautizar, puede ponerse en la fila para besar la pequeña imagen del Niño Jesús. O besarlo en cualquier otro momento. 

Cualquier musulmán, budista o ateo, o pecador empedernido, puede entrar en una parroquia, tocar el pie de la estatua de un santo y decirle «ayúdame». Incluso sin tocarlo: puede bastar con mirarlo como amigo o aliado. Ahí empieza una relación. Puede ser el Niño Jesús de Praga, cualquier advocación de la Virgen, algún santo patrono de un oficio o ciudad o un Cristo…

De hecho, aunque esta persona esté en una situación de pecado grave y estable (concubinato, por ejemplo), puede llevarse una estatua pequeña del santo a su casa, pedir que se la bendiga un clérigo, etc… El clérigo, por supuesto, puede negarse a participar si piensa que va a usar la estatua para santería o brujería, o para pedirle ayuda en una vida de crímenes (un sicario que cree que le protegerá San Fulano de la policía o de bandas rivales y que con su ayuda seguirá su vida criminal).

En el caso de los politeístas (India, África, etc…), los clérigos católicos ven bien que entren en la parroquia a pedir ayuda a los santos, pero no aceptarán que lleven una estatuilla del santo a casa (y menos aún bendecida) donde la sumarían a su altar casero junto con otras divinidades paganas, como un recurso más de idolatría que el cristianismo no puede aceptar.

5. La bendición del final de la misa

Al acabar la misa, el sacerdote pronuncia una bendición poderosa: «Que la bendición de Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros». Esa bendición se invoca sobre todos los presentes, aunque sean musulmanes, ateos, pecadores, empresarios estafadores, políticos mentirosos, etc…

6. La bendición en la fila de la comunión

Esta es una práctica relativamente reciente pero ya muy extendida en muchos países. No está claro si empezó con los niños de pre-comunión o con los fieles en una situación de pecado estable, pero la realidad es que cualquiera puede ponerse en la fila de la comunión con las manos cruzadas sobre el pecho, y el sacerdote entenderá que no está en condición de poder comulgar, pero quiere recibir una bendición.

Y aunque sea un pecador muy conocido como tal, le darán la bendición, que todos entienden que es una invitación a perseverar en la fe hasta que solucione su situación y pueda comulgar. Todos lo ven hoy ya como un gesto de ánimo, no un premio a su pecado. El mismo gesto de ponerse en la fila con brazos sobre el pecho (sin obligación alguna de hacerlo) se ve como un gesto de humildad y reconocimiento de la propia pequeñez y la grandeza del sacramento y para muchos que lo vean puede ser edificante.

7. Orar en el templo, con o sin palabras

En general, cualquiera, pecador o pagano, puede entrar en un templo cristiano y, simplemente, orar, siempre que no interrumpa el culto u oración de otros. También puede ir a misa y recitar los textos que recita el pueblo, aunque esté sin bautizar. Lo único que no puede hacer es interferir con el rito, usar las palabras o gestos del celebrante, o comulgar.

8. ¡Oraciones católicas en casa!

Un pagano, un pecador público o un cristiano cualquiera (protestante, ortodoxo, etc…) puede perfectamente buscar en Internet oraciones católicas que le gusten y orarlas en casa. O pedirle a cualquier cura o diácono un librito de oraciones católicas para rezar en casa. El cura, si tiene celo por las almas, debería estar dispuesto a darle eso y mucho más (webs, consejos, horarios de despecho, ofrecerse a visitarle, etc…)

9. Que los cristianos te regalen una Biblia o evangelio

Un clérigo o una comunidad cristiana puede ser acogedora con un pagano o un pecador regalándole una Biblia, un Evangelio o incluso un cómic con las historias del evangelio. ¡O unos vídeos! La Palabra de Dios se puede repartir y entregar, especialmente a quien muestra interés. No importa lo pagano o pecador que sea: puede leer la Palabra por su cuenta y conectar cada vez más con Dios y su Iglesia. Por supuesto, es mejor complementarlo con ofrecer catequesis, cursos bíblicos y en general todo el pack de la vida cristiana (que incluye crecer en santidad).

10. El cura te acoge en horario de despacho

Se supone que en las parroquias, en horario de despacho (bien anunciado) los curas o diáconos o al menos algún agente pastoral están atendiendo a la gente, y te abrirán la puerta, te escucharán con paciencia y atención y hablarán contigo aunque seas musulmán, ateo, masón declarado, etc…

Es la primera forma estándar de acogida para muchos alejados de la fe, y las parroquias deberían cuidarlo, con lugares más acogedores, que se parezca más a una visita a una casa que a un trámite con funcionarios. Sin embargo, suele haber un tiempo limitado en estos encuentros y el cura, si ve interés y necesidad, probablemente te invite a otro encuentro más largo y detallado.

11. Cristianos, quizá laicos, que te escuchan y acompañan

La Iglesia puede expresar acogida a través de laicos, de religiosas, de familias… Una mujer abandonada por su esposo quizá necesita sobre todo poder hablar con otras mujeres, incluso con otras mujeres que han vivido algo similar. Un adolescente puede ser acogido por catequistas veinteañeros. Una pareja de novios que sopesan casarse pueden ser acogidos por un matrimonio veterano que les escucha y acompaña.

Hay infinidad de apostolados de acogida que realizan laicos, consagrados, familias, mujeres… Hay movimientos y parroquias con grupos de escucha. Que te acoja la Iglesia no significa que te atienda sólo el cura: muchos más pueden escucharte y atenderte.

12. El cura invita: el poder del café y las pastitas…

Nada impide a un párroco, o a su equipo parroquial, invitar a café y pastas y galletas (o a cualquier otra cosa) a una pareja que vive en pecado, a un empresario que trata mal a sus trabajadores, a un musulmán y sus tres esposas, a una activista atea feminista y anticatólica. Jesús se autoinvitaba en casa de Zaqueo (le veía interesado, espiando) o aceptaba invitaciones a casas de sus críticos. A partir de ese trato humano, el sacerdote puede escuchar a estas personas y luego anunciarles la propuesta de santidad y vida buena que hace la Iglesia.

13. Al revés: ¡invita al cura, diácono o evangelizador a tu casa!

Desde siempre, los sacerdotes han entrado en casas y han aceptado comer o merendar con sus anfitriones. También han entrado en lugares de mala fama, prostíbulos, sedes de pandillas criminales… Esto lo han hecho siempre evitando que parezca que apoyaban el comportamiento criminal: solían ir acompañados de testigos, bendecían a las prostitutas o a los pandilleros, pero por separado a cada uno, dándoles estampas, o rosarios, y muchas veces la posibilidad de contactar más adelante para salir de ese estado (tarjeta con número de teléfono, personas de contacto para salir del crimen, etc…).

14. Chats online, grupos de Zoom, grupos de whatsapp…

Los curas antiguos acompañaban a muchos con cartas de papel y tinta. Hoy lo hacen con Internet y Whatsapp.

A lo mejor un ateo, musulmán o pecador pertinaz no quiere que le vean acercarse a la parroquia: su banda criminal, su familia fanática, su cónyuge o compañero, o su logia o partido político podrían castigarle. Los cristianos pueden hoy usar Internet como un espacio donde estas personas contactan con sacerdotes o evangelizadores con más privacidad, y hablan, hacen preguntas, plantean inquietudes, etc, a través de chats, grupos de zoom, de whatsapp, etc… A través de estos encuentros en Internet, el Evangelio llega a lugares donde está prohibido y perseguido.

15. Reliquias: restos de santos y otros objetos

Hay reliquias de varios tipos. Cualquier ateo o pecador contumaz puede entrar en una iglesia donde se exhiben los restos de un santo o mártir. Pueden tocar la urna, o el objeto, y pedir su favor desde el Cielo, o meramente reflexionar sobre su ejemplo valiente que desafió al mundo.

También es frecuente confeccionar pequeñas estampitas con trocitos de ropa que vistió un santo o mártir. Se pueden repartir a cientos o miles, y se pueden dar a ateos, paganos, pecadores públicos, etc, si es posible con acceso a más información (un papelito con la dirección web donde hay ideas para rezar, la historia del santo, direcciones de contacto…)

16. Estampitas e iconos

Los iconos son imágenes sagradas cuya veneración es distinta entre los cristianos de Oriente que en Occidente, pero pueden estar en lugares sagrados o en casas, y ser bendecidos. Se usan para orar y abrir «ventanas» al Cielo, para que entre la luz divina.

Las estampitas se pueden regalar en grandes cantidades, incluyen una imagen, un texto para orar y hoy pueden incluir un código QR y una web, para contactar y aprender más. Se pueden dar a agnósticos, pecadores públicos, sintoístas, etc…

17. Medallitas de la Virgen Milagrosa

Los paúles y las Hijas de la Caridad (y no sólo ellos) han llenado el mundo de estas medallitas que recuerdan las apariciones de la Virgen María en 1830 a Santa Catalina Labouré en París. De sus manos salen rayos, símbolo de su intercesión. Las medallitas (la famosa medalla milagrosa) aguantan más que las estampitas, su dureza ofrece consistencia. Se pueden dar a cualquiera, bautizado o no, bueno o malo (excepto a niños pequeños, porque pueden tragársela).

18. Rosario

El Rosario, como objeto y como oración, se puede ofrecer a personas sin bautizar, a católicos en pecado, a pecadores públicos… Cualquiera, incluso un pagano, puede entrar en una parroquia o una casa particular para rezar el Rosario con cristianos. Como con cualquier otro objeto sagrado, habrá quien lo use supersticiosamente como amuleto (varias guerrillas en África Central lo usan así, enroscados en sus fusiles), pero por lo general acerca a las personas a la Virgen, a la vida de oración, a Cristo y a la comunidad cristiana.

19. La Coronilla de la Divina Misericordia

Estampitas de la Divina Misericordia, cuadros con su imagen tan característica (ese Cristo de cuyo pecho salen dos rayos, uno blanco y otro rojo) y el rezo de la Coronilla (que es más breve y sencilla que el Rosario) pueden usarse para acercar a muchos a la misericordia de Cristo y de su Iglesia. Nada impide rezarlo con personas sin bautizar, dar estampitas a musulmanes, budistas, pecadores públicos…

20. Peregrinaciones y excursiones

Una parroquia o movimiento católico, sea juvenil o de adultos, perfectamente pueden invitar a agnósticos, musulmanes o pecadores públicos a acudir en el autobús parroquia a tal o cual santuario, a una peregrinación breve o larga, o a una sencilla excursión parroquial al campo, con tortilla de patatas y juegos (musulmanes y judíos no toman cerdo y otras cosas, es de buen anfitrión preparar alimentos adecuados para ellos si vienen). Incluso si no se habla allí de religión, esas personas verán comunidad cristiana que acoge. Si hay misa u oración en el viaje, verán también la fe en acción.

21. La fiesta parroquial

Parecido a lo anterior, pero sin viajar ni gastar gasolina. La parroquia organiza una fiesta, con comida, bebida (adecuada), música, juegos… Puede hacerlo en coordinación con las fiestas del pueblo o del barrio. Es perfectamente posible que se pueda invitar y acoger a vecinos y amigos de otras religiones, o cristianos alejados de la fe, o en situaciones irregulares.

En ambiente amigable y distendido, los anfitriones (párroco y parroquianos comprometidos) deben dedicar tiempo a acoger y atender, precisamente, a sus ovejas más alejadas y distraídas… e invitarles a actividades de kerigma o solidarias, implicarlos con la parroquia. Pueden celebrarse variaciones de esta oferta: fiesta para familias, fiesta para ancianos, fiesta para jóvenes, fiesta para solteros…

22. Ayudar en Cáritas, en caridad: roperos, despensas, atención…

Una Cáritas parroquial o de zona, o un grupo regional de Manos Unidas, puede perfectamente acoger como ayudantes y colaboradores a personas que no son católicos ejemplares, siempre que no perjudiquen el servicio que se da a los pobres y que no dificulten la evangelización. En principio, nada impide que una musulmana o una pareja homosexual colaboren con el ropero, la despensa, el comedor solidario, etc… A veces, abrirse a los pobres ayudará a estas personas a abrirse a Cristo y su Iglesia.

23. Cantar en el coro

Por su visibilidad y ejemplaridad y papel espiritual, un salmista que canta solo, o un director de cantos, debería ser un católico probado y cumplidor, que dé ejemplo.

Pero entre los cantantes y músicos del coro puede haber de todo: agnósticos, pecadores contumaces, gente sin bautizar… La idea es que a todos ellos se les va a ofrecer en algún momento kerigma, catequesis y vida cristiana, al ritmo que puedan ir aceptando, pero para cantar para Dios no hace falta ser católico. Muchas personas se han convertido porque entraron al coro por hacer amigos o disfrutar de la música, y luego aprendieron a amar a Cristo, su Iglesia o la liturgia.

24. Grupo de oración o adoración, y movimientos apostólicos

Hay varios tipos de grupos de oración y adoración, con o sin exposición del Santísimo, con o sin Biblia, con más o menos canciones, con más o menos texto litúrgico. Muchos son bastante buenos para atraer y acoger personas con inquietudes espirituales.

Mucha gente que no puede comulgar puede acudir a cantar canciones de alabanza, pedir intercesión, rezar con la Palabra de Dios, etc… La inmensa mayoría de grupos de oración no ponen mayor problema en dejar participar a cualquiera, bautizado o no, que no interfiera con el culto.

Además, hay algunos movimientos eclesiales que están específicamente diseñados para católicos comprometidos, pero otros tienen espacio para personas que aún están sin bautizar, o que no acuden a los sacramentos. No es obligatorio ser católico para participar en algunos círculos de scouts, por ejemplo, aunque, si son scouts católicos, invitarán a sus miembros a conocer cada vez más a Cristo, hasta enamorarse de Él.

25. Confesarse

Para el bautizado que está en pecado, la mejor y mayor acogida posible es confesarse, el hermoso y poderoso sacramento de la Reconciliación que transforma la vida. Hay varias razones por las que algunos se bloquean y no recurren a la confesión. La confesión requiere propósito de enmienda, es decir, estar dispuestos a no pecar más y cambiar lo que haga falta para perseverar en la vida de gracia.

Muchos no se ven capaces aún de dar este paso y hacer esos cambios en su vida (dejar hábitos sexuales, o ciertas compañías, o cierto empleo), pero participando en las otras 24 propuestas que hemos indicado, verán que la Iglesia les acoge ya, y que Dios les dará fuerzas, luces o vías (a veces insospechadas) para abandonar su estado de pecado y caminar con sus hermanos hacia la santidad.

Como vemos, con o sin Fiducia Supplicans, la Iglesia Católica no carece de herramientas pastorales para acoger a todas las personas y ayudarles a ir dando pasos para acercarse a Dios.

Sobre la importancia de la acogida, lea el testimonio de Yuan Fuei Liao que explicó en Madrid en 2023 (y antes en otros muchos sitios).

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»