El matrimonio es un sacramento que es signo del amor que tiene Cristo por su Iglesia. Sin embargo, a menudo le pedimos que haga auténticos milagros, como cambiarnos de forma de ser o, incluso, que solucione todos nuestros problemas previos.
No es difícil encontrar a personas que imaginan una vida en pareja de cuento de hadas, hasta que se encuentran con una realidad que nos es del todo así. De hecho, siempre hay propagandistas que no cuentan el verdadero sentido cristiano de este sacramento tan importante para toda la sociedad.
Los mitos matrimoniales pueden, en última instancia, crear decepción y resentimiento cuando el matrimonio inevitablemente no está a la altura de las expectativas. El portal All Pro Dad enumera cinco cosas en las que nos equivocamos sobre el matrimonio y cómo podríamos replantearlas para ajustar las expectativas:
1. Creemos que el matrimonio solucionará nuestras inseguridades
Algunos tenemos la sensación constante de que solos no somos suficiente. A menudo imaginamos que tener a otra persona que nos ame y se case con nosotros finalmente solucionará esas inseguridades. Películas, canciones y algunas personas de la Iglesia nos lo han aconsejado alguna vez.
Sin embargo, la realidad es que las inseguridades no son lo que realmente sucede fuera de ti, si no que es una idea que sólo se puede cambiar desde dentro. Si quieres sentirte más seguro de quién eres, la respuesta no es encontrar a una mujer o un marido, sino encontrarse, por ejemplo, con Dios mismo.
2. Creemos que el matrimonio será lo único que nos sane
Todos hemos tenido esa experiencia en la que alguien descubre una película o una canción de la que piensa que nunca le podrá llegar a aburrir. Desafortunadamente, a muchos le ocurre algo similar con el matrimonio. La familia, los amigos o la cultura nos enseñaron que lo que realmente necesitamos para sentirnos plenos, para «completarnos», es a otra persona.
Si bien es cierto que quien encuentra a una mujer o a un marido, encuentra algo bueno, si te casas y necesitas que la otra persona te haga sentir completo, al final utilizarás a esa persona más de lo que la ames por sí misma. Al igual que con la inseguridad, en este caso debemos comenzar por nosotros mismos. Descubrir lo que nos pasa y dejarnos ayudar para sanar, sin poner toda la carga en nuestro compañero de vida.
3. Creemos que el matrimonio nos hará la vida más fácil
Es cierto que el matrimonio puede hacer la vida más fácil. Si nuestros valores y una visión común de la vida están alineados con la otra persona, puede ser muy placenteros ponerlos en práctica juntos. Dicho esto, el matrimonio también crea grandes desafíos.
Ya sea por el conflicto natural que se da cuando se vive tan cerca de otra persona o por la naturaleza impredecible de la vida que se duplica (y más si tienes hijos), en realidad, el matrimonio, amplifica la oportunidad de enfrentar desafíos. Ciertamente casarse vale la pena, pero que sea algo bueno no es lo mismo que sea fácil. La vida es dura en general y si pensamos que casarnos es una cura para los desafíos que enfrentamos, le impondremos una carga más al matrimonio que no estaba destinado a soportar.
4. Creemos que el matrimonio traerá la verdadera plenitud
Cuando el objetivo en la vida es casarse porque esto permitirá que todo lo demás de la vida encaje en su lugar, será como tratar de usar una motocicleta para transportar remolques de ganado. Simplemente no fue hecho para soportar todo ese peso.
La vida es muy compleja y, por supuesto, amar a otra persona puede ser muy satisfactorio, pero buscar solamente que nuestro cónyuge nos satisfaga no es la solución. La Biblia dice que «amemos a Dios sobre todas las cosas», y el que busca primero a Dios puede amar luego a su marido o mujer como realmente es.
5. Pensamos que el matrimonio creará estabilidad
En los buenos matrimonios, las dos personas se ayudan mutuamente y aprenden a amarse y a servirse unos a otros a pesar de sus diferencias. Esto puede tener un efecto estabilizador. Sin embargo, también puede resultar bastante desestabilizador. Construir una vida con alguien distinto a nosotros puede significar desechar algunos de nuestros viejos sueños para tener que imaginamos un nuevo futuro juntos.
No es raro que el matrimonio nos pueda llevar a rehacer nuestros planes profesionales, de familia, de lugar donde vivir… En realidad, esta desestabilización puede ser muy positiva. Sin embargo, debemos contraer matrimonio con los ojos muy abiertos y con muchas conversaciones previas sobre nuestras expectativas, porque llegará el día en el que la vida en pareja nos haga tener que reajustarlas… y no pasará nada.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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