Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante vuestra Santísima presencia; os ruego con el mayor fervor y compasión de que soy capaz imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Verdadero dolor de mis pecados, propósito firmísimo de jamás ofenderos. Mientras que yo, con todo el amor de que soy capaz voy considerando vuestra cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos, oh buen Jesús, el santo profeta David: ¡«Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos.»
PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD
More Stories
El cardenal Koovakad, nuevo prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso
Medio millón de peregrinos hacia Santiago, récord total, 75.000 por motivos religiosos: cifras vivas
Philip Reilly, el gran precursor provida en EEUU, creó la Marcha por la Vida y salvó 10.000 almas