27/06/2024

«Acaba siendo esclavo de Satán»: exorcista detalla «el don» que distingue a un médium de un farsante

El exorcista de la Archidiócesis de México, Andrés Esteban López Ruiz, ha publicado en el portal de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) un extenso documento sobre los Criterios específicos de discernimiento y acompañamiento para exorcistas sobre los médiums, los psíquicos y lo que denomina «instrumentum».

En el día a día, los médiums se definen como «terapeutas» y ofrecen sus servicios como supuestos mediadores entre los «espíritus» y los hombres. Aseguran poder poner en contacto a los vivos con sus seres queridos difuntos, pasar página, «completar comunicaciones» abiertas en vida o «recibir información importante». En la mayoría de los casos se trata de estafas, pero como expresa el exorcista mexicano al portal de la AIE, hay casos en los que se trata de auténticos «esclavos de Satanás que lo adoran y sirven a su reino». 

El exorcista dirige a sus homólogos indicios y premisas para diferenciar posibles casos de médiums y corroborar si gozan de la «mediumnidad» -la cualidad que los hace tales- o si, por el contrario, son farsantes. Pero también se dirige al público general, aportando valiosos consejos y advertencias que previenen de un fenómeno en el que muchos -hasta los propios exorcistas- caen incluso «por ignorancia».

¿Psíquico o médium?

El documento comienza diferenciando entre el psíquico y el médium. Según López Ruiz, el psíquico se trataría de una persona que «por causa demoníaca posee una cualidad sobrenatural a través de la cual puede obtener fácilmente conocimientos de cosas ocultas así como percepciones espirituales de diferentes realidades». Por su parte, el médium se caracteriza por tener «una cualidad sobrenatural por la cual puede ser fácilmente `movido´ por una causa sobrenatural que son los demonios».

Mientras que el psíquico puede «percibir fenómenos» y acceder a «conocimientos ocultos«, el médium es un «sujeto pasivo» de la acción demoníaca y los espíritus «pueden moverlo, tomar el control de su cuerpo, de alguna parte del mismo o de sus facultades psíquicas para poder comunicarse». Por precisión «teológica y pastoral», el sacerdote propone el uso del término «instrumentum» en lugar de médium, y el de mediumnidad, o «cualidad inherente por la cual dicha persona es capaz de ser sujeto pasivo de una determinada acción demoníaca».

El Padre Andrés Esteban López Ruiz fue ordenado sacerdote en 2015 y es miembro de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Cruzados de Cristo Rey. Es exorcista en la arquidiócesis de México y desde 2016 secretario de la Comisión de Exorcismo de la arquidiócesis de México.

Las fases: de la toma de conciencia a la esclavitud y adoración de Satanás

El exorcista divide varias fases en el desarrollo del «instrumentum». Se trata de un proceso «paulatino y progresivo» en el que el demonio busca «garantías cada vez más ciertas de perdición de la víctima, convertirla en su instrumento para dañar a los demás y lograr la sumisión».

Toma de conciencia: «A lo largo de su historia de vida toma conciencia de tener un potencial que la gente corriente no tiene. Generalmente puede relatar una serie de experiencias involuntarias en las que se manifiesta esta condición y que pueden remontarse a su infancia».
El descubrimiento del don: «La persona comienza a tener una conciencia muy vaga y confusa de tener un don, asociada a experiencias concretas en las que se manifiesta».
La aceptación del don: «El instrumentum se vuelve cada vez más consciente de poseer un don. Este proceso suele estar influenciado por el entorno social o familiar. La persona acepta tener un don particular» y que puede «manifestarse como una habilidad». Entre las posibles formas, «puede saber cosas ocultas de personas que le rodean, saber si un evento negativo está por ocurrir, puede realizar algún gesto con el que hacer un bien o un daño» y puede «tener visiones o percepciones de asuntos espirituales, muertos o acontecimientos del pasado».
El ejercicio del don: En esta etapa, la persona acepta la «potencialidad superior al orden natural» y «la consiente y comienza a ejercerla«. Se trata de una «fase decisiva» porque al hacerlo «se compromete cada vez más moralmente con las prácticas ocultas» -ya hay responsabilidad moral y «adhesión voluntaria del alma a los fines fijados por el diablo»-. El sacerdote cuenta que aunque esta adhesión moral suele ser «imperfecta por ignorancia», «no exime de responsabilidad» por la raíz «supersticiosa y mágica» de los actos con que se ejerce el don». Otra característica clave de esta etapa es el «deterioro psicofísico» que alerta del origen sobrenatural del don.

Uno de los rasgos para diferenciar una verdadera mediumnidad es que «el presunto don se ejerce como un cierto poder o autoridad recibido de una fuerza oculta y que debe ser desarrollado. Para desarrollarse suele ser necesario aprender un determinado arte».

El Señor Manifiesto: En esta fase, el instrumentum «sabe que no es dueño del don, sino que lo ha recibido» de otro ser personal y espiritual. Descubre su condición de instrumento. El espíritu puede [aparentar] ser un ángel, santo, persona fallecida o antepasado e influye para «hacerlo cada vez más oscuro, más demoniaco«. En último término, cuando el instrumentum «acepta el pacto, la sumisión se vuelve más plena y se convierte en un esclavo que adora [a Satanás] y sirve a su reino. Solo por un milagro de la gracia podría salvarse. La unión es tan fuerte que genera una personalidad formalmente demoníaca en el instrumentum».

La mediumnidad, ¿se infiltra en la iglesia?

El exorcista López Ruiz escribe que esta «mediumnidad» puede darse «en miembros de comunidades cristianas, personas de vida consagrada o en los propios ministros sagrados». Estos son quienes, sin saberlo, pueden haber «servido a propósitos demoníacos para distorsionar la fe de los fieles, corromper sus actos religiosos y degradarlos a prácticas supersticiosas o generar división y cisma».

También habla del caso de personas que han tenido la mediumnidad, que en otro momento de su vida practicaron el ocultismo y que posteriormente, sin una verdadera conversión, transfirieron su experiencia esotérica al ámbito eclesiástico conservando el presunto don de la mediumnidad, que es ahora «interpretado como un carisma».

Consejos del exorcista Andrés López para laicos en la batalla contra los ataques del demonio: 

Los «carismas exorcistas»

Mención aparte merecen los llamados «carismas exorcistas», de los que el autor previene en todo momento. Uno de los ejemplos más representativos es el de la «canalización«.

Se trata, según el exorcista de México, de algo «preocupante» por su carácter espiritista que también emplean algunos exorcistas católicos.  Lo define como el uso de un medio físico -una persona- para la manifestación de una realidad espiritual o para la liberación de una acción demoníaca, pudiendo su cuerpo ser oprimido u obligado a hablar con fines aparentes de mediación para la liberación. Así, un canalizador puede sentir cierto dolor en una parte del cuerpo y creerse un canal para revelar una aflicción demoníaca sufrida en esa parte del cuerpo por alguien más presente. 

«Es un instrumento que expone la propia integridad psicofísica a ser influenciada por la realidad preternatural como presunto medio de discernimiento, revelación o liberación», advierte el exorcista.

No solo es una ofensa a la virtud de la religión, sino también una grave falta de caridad, ya que implica una instrumentalización de la persona al violentar su dignidad. Además, siempre conlleva un deterioro psicofísico que puede ser irreversible y puede terminar con la muerte del médium: «Las personas que han sido canalizadas han sido utilizadas ilícitamente. La mayoría de las veces fue necesario exorcizarlos y acompañarlos adecuadamente para devolverles su integridad, su salud psicofísica, moral y espiritual», explica el exorcista de la Archidiócesis de México.

Criterios para el acompañamiento

El documento concluye dirigiendo algunos elementos a tener en cuenta a la hora de analizar si una persona sufre mediumnidad, que se plasma en tres tipos o grupos: quienes son movidos en sus sentidos internos -los responsables de la percepción-, en sus cuerpos o los que tienen el supuesto don de la curación. Para evaluarlo, invita a tener en cuenta la trayectoria de desarrollo del don en la persona y su ejercicio. Y en el caso de que sea alguien bautizado, llama especialmente a analizar el proceso espiritual de su vida cristiana o el nivel de adhesión al don. Recomienda por último tener en cuenta el contexto familiar, pues «la experiencia demuestra que culturalmente la mediumnidad está arraigada en las tradiciones familiares».

Cómo proceder ante un verdadero médium

En el caso de tratarse de una verdadera mediumnidad o si puede ser considerado probable, el exorcista indica la necesidad de invitar a los fieles a «renunciar a los dones y hacer comprender al instrumentum que la pretensión de poder espiritual es totalmente ajena al Evangelio«, pues «la renuncia decidida y constante a los dones es decisiva para la superación de la acción extraordinaria del demonio». Tras las renuncias recomienda proceder a los exorcismos, seguidos de una catequesis que orientada a lograr un cambio de mentalidad por el que se abandone el pensamiento mágico y se comience a ser «verdaderamente cristianos».

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»